Desde que somos seres pensantes y amantes
nos hemos preguntado sobre ¿qué es lo que somos?
Un hermoso salmo del pueblo judío le pregunta a Dios:
¿Qué es el hombre que te acuerdas de él?
Los existencialistas llenaron páginas duras
preguntándose sobre esa diferencia
que nos hace humanos o simples animales bípedos.
El marxismo respondía sobre lo mismo
indagando sobre cuántos hombres valía un Estado.
El capitalismo no dudaba en responder pragmáticamente
¿para qué cosa sirve el ser humano?
¿Cómo lo podemos convertir en un “recurso” humano
o en un “capital” humano de la empresa?
¿Y qué se pregunta hoy nuestra sociedad globalizada
sobre el significado de la vida humana?
Nada.
Nada.
Nada.
Ni se cuestiona, ni se interesa
en pensar sobre la vida humana,
simplemente vivimos y consumimos la vida a todo dar.
Todas estas interrogantes sobre la vida y su sentido
para nuestros contemporáneos
simplemente han pasado a ser relatos religiosos
que explican el sentir tribal humano.
Son ideas, reflexiones mitológicas,
ingenuos escritos de un hombre desesperado.
En medio de estos cantos desentonados
los cristianos volvemos a preguntarnos una y otra vez
¿Qué somos, qué nos hace ser seres humanos?
¿Qué nos diferencia de la creación?
¿Qué don tan grande tenemos
que hasta Dios quiere captar nuestro amor?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¿QUIERES COLABORAR CON ESTE SITIO? OPINA!!