miércoles, 8 de abril de 2009

UNIDAD DESDE LA IDENTIDAD PERSONAL.

UNIDAD DESDE LA IDENTIDAD PERSONAL.

 

¿Donde comienza la rama y donde el árbol? ¿Donde el aire deja de serlo y pasa a ser  viento, brisa, torbellino?

“Cuestión de límites”, podría indicar un agrimensor , cosa de “identidad personal”, podría ser el juicio de un sicólogo... “consecuencia de la comunión”, podríamos agregar reflexionando.

La comunión derriba las fronteras, las desconfianzas, los límites.

Ella permite  entender que un árbol, sólo existe en la medida en que se mantenga una total unidad de sus partes,  que por cierto son distintas.

Si talamos el árbol y dividimos sus partes podremos obtener : Hojas, madera, resina... ellas por sí solas no son un árbol, lo serán gracias a la integración, equilibrio y complementación de sus partes.

Existen miembros diferentes, con roles diferentes... pero cada uno tiene la conciencia clara de formar parte de algo grande... ellos en comunión forman el árbol. Es todo el árbol que se hace hoja, tronco, rama, raíz, fruto, semilla.

La clave: mantén tu individualidad en el encuentro, mantén lo que te da identidad, lo que te hace ser tú y no otro... gracias a esa diferencia puedes complementarte con  quienes convives diariamente. Pero junto con esto busca y trabaja por la comunión, por el encuentro y crecimiento con otros.

 

Dios, la mujer y el hombre en comunión.  Ser uno con Dios.

 

La relación que el hombre y la mujer establecen con Dios llega a su plenitud, en la comunión. Una común-unión entre dos diferentes que se acercan, rompen fronteras, asumen las diferencias para lograr que dos sean uno, sin dejar de ser cada uno diferente.

¿Acaso puede el hombre ponerse ante Dios y analizar su vida y decir: aquí actuó Dios y aquí actué yo? ¿Podrá el creyente separar la acción de Dios en su vida?

Es precisamente   en la comunión entre Dios y el Hombre en donde surge una “Sociedad eterna ilimitada” en la cual ambos son responsablemente solidarios y co- autores.

Se nos ha dicho que Dios  inspira y que el hombre escribe el verso; que Dios da la semilla y el hombre fecunda la tierra con ella. Se nos ha dicho que el trabajo del hombre culmina la obra creadora de Dios.

martes, 7 de abril de 2009

ENTREGARSE AL ARRULLO DE DIOS.

ENTREGARSE AL ARRULLO DE DIOS.

 

Dios no es un Padre común, es especial por cierto, al punto que hace cosas que no necesita hacer. Lo hace por nosotros, Dios es la gallina que nos protege bajos sus alas, es el canto suave que la madre usa para hacer dormir a su hijo, es la voz del enamorado que cautiva con sus arrullos a la enamorada.

 

¿Hay cosa más exquisita que quedarse en los brazos del que nos quiere? Ese acto da plenitud a la existencia humana, ya que nos hace experienciar, que Dios está, que hemos visto su rostro y que nos imprime toda la vida que recorre nuestro ser.

 

“Yo soy la vid y Ustedes los sarmientos”, -nos dice Jesús-

Tú eres el árbol, nosotros las ramas...

¿Pero donde termina el árbol y donde empiezan las ramas?

¿Acaso los sarmientos no forman también la vid?

¿No es la misma y la única savia la que circula por la vid y los sarmientos?

¿No es el mismo ardor de fruto y primavera que recorre al árbol y a las ramas,

a las hojas y a los frutos?

 

Dios no es un Padre común, al punto que inventó el arrullo, ese susurro, entre canto y cariño que los padres dan a sus hijos. Muchas veces son simples sonidos que desean expresar cuánto quieren al hijo que tienen en sus brazos.

Dios nos arrulla en su abrazo, nos arrulla también en el abrazo de los amigos, en una tarde tranquila, en pisar el pasto como niños, en un buen baño, en un grato paseo, en la contemplación de un paisaje. En una tarde de conversa y de copas con amigos, en una película bonita, en una lectura gratificante, en una hora frente al Santísimo, en el silencio del que no sabe como expresar su amor a este Dios que nos arrulla con tanta cosa simple y cotidiana.

 

Dios Padre que arrulla, es la vid que traspasa toda la fuerza de su savia a los brotes, al renuevo, a los sarmientos. Somos una creación llena en plenitud del amor de Dios, no hay espacio en donde no esté presente.

domingo, 5 de abril de 2009

PERO ESTAMOS CANSADOS SEÑOR.

PERO ESTAMOS CANSADOS SEÑOR.

 

 “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.”

¿Se ha fijado en los buses, en el metro la cantidad de personas con mochilas?

Muchas se notan pesadas, cansan, agotan a quien las porta.

A veces vamos igual por la vida... pesados de equipajes...

Llevamos una pesada mochila con muchas cosas pesadas:

Recuerdos malos, dolores, despedidas, pérdidas,

rechazos, olvidos, rencores, rabias no expresadas.

Vamos cansados por la vida Señor.

Con sus luchas, exigencias, torpezas,

con la fragilidad humana a cuestas.

Tenemos pocos sitios para descansar

y quitarnos el peso de la mochila.

Tú eres el único que me recibe en plenitud,

cuando creo que la fatiga me hará caer,

cuando el cansancio me desborda,

cuando no puedo saltar la muralla.

Soy como tus discípulos que al llegar por la tarde

tienen sus redes vacías y hambre en el corazón... todo había sido en vano...

Sin embargo, tu tenías preparado fuego, pan y pescado,

los invitaste a desayunar ... un cocinero maravilloso.

Y sobre todo tenías una mano abierta a su angustia, a mi angustia.

Tú eres mi gran paz y descanso.

El que llena esta sed y vacío,

la sequedad de mi alma.

Tú eres mi roca y estabilidad,

El agua viva que apaga toda sed.

Resuenan en mi tus palabras:

“Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados,

y yo les aliviaré”...  ¿Qué me cansa hoy Señor? ¿Cuánto de ese cansancio es simplemente una piedra, que debo dejar, tirar, olvidar? ¿Tengo vivencialmente presente que eres el Dios de mi Vida?


sábado, 4 de abril de 2009

MANOS PEQUEÑAS, MANOS PODEROSAS

MANOS PEQUEÑAS, MANOS PODEROSAS

 

Vuelvo a mirar mis manos y las veo como llaves, como herramientas, como bendición para otros. Tremenda misión que tenemos entre manos… llenarlas de semillas, de proyectos, de intenciones y de acciones.  Que den todo lo que están llamadas a dar, que conquisten la grandeza de la Creación y la pongan al servicio de todos.

El mundo necesita mis manos, tus manos. Todas las manos, con dolores y esperanzas, con heridas y con paz, con callosidades y suavidades, con arrugas y juveniles, ideales, siembras y estrellas.

Dios no tiene manos, pero es mi soporte, Dios no tiene manos pero el universo entero está en el cuidado de las suyas.

Todas las manos son manos de Dios, algunas han perdido el recuerdo, están desmemoriadas, pero siempre está la raíz del recuerdo y la vocación con que fueron creadas. Ellas están llamadas a convertir, a romper con la injusticia y el poder inhumano.

Nuestras manos tienen por tarea nada menos que el diseño y la construcción de una sociedad nueva, nueva civilización, la del amor y la verdad… con todas las manos de todas las mujeres, de todos los hombres. 

 

Llegaremos al final del tiempo a encontrarnos con Dios y con humildad tendremos que reconocer lo que hicimos con nuestra manos… a lo mejor Dios nos dirá: ¡Bienaventuradas manos, que aún siendo tuyas (yo te las di) las hiciste mías!

Una oración de Laudes.

En la oración litúrgica del Laudes, sábado de la primera semana, se presenta un himno en que las manos de Dios y de los humanos se hacen UNA:

“Salimos de la noche y estrenamos la aurora,

saludamos el gozo de la luz que nos llega

resucitada y resucitadora.

 

Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,

y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;

silabeas el alba igual que una palabra,

tú pronuncias el mar como sentencia.

Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,

acude a su trabajo, madruga a sus dolores;

le confías la tierra, y a la tarde la encuentras

rica de pan y amarga de sudores.

Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas

en sus pequeñas manos tus manos poderosas,

y estáis de cuerpo entero los dos así creando,

los dos así velando por las cosas”.

MIS MANOS, TUS MANOS… SARMIENTOS DE DIOS.

MIS MANOS, TUS MANOS… SARMIENTOS DE DIOS.

 

Cada vez que miro mis manos, las veo como una maravilla. Con ellas puedo comunicarme, bendecir, recibir, dar, alimentarme, acariciar, escribir, usar la tecnología, cocinar, sembrar y regar. Manos que son una maravilla ¡por cierto que son una continuidad de las manos de Dios!

 

Pero en ocasiones con mis manos hago la guerra, oculto mi dinero que puedo compartir con otros, bebo el vaso demás, compro más de lo necesario, reparto la torta en forma desigual, guardo y guardo en mi closet, niego las caricias necesarias para otros, cierro mi puerta en forma violenta, cojo la piedra para protestar en forma violenta, escribo dolores en el alma de quienes me quiere,,, con mis manos, con las mismas que amo, puedo odiar, segregar, dañar, matar.

Pese a todo Dios me sigue invitando:

Necesito urgentemente

tus manos en los hospitales,

en las escuelas, es las plazas,

en la economía, en los bancos…

¿y en la Iglesia?

–pregunté al no verla en el listado-

allí ya tengo muchos manos…

algunos no entienden

que más que rodillas rotas,

necesito manos llenas de proyectos

para construir una sociedad distinta,

para que los negocios sean servicio

más que un abuso y aprovechamiento del pobre;

para que las escuelas enseñen con calidad;

para la política sea una veneración por el pueblo;

para que tengan coraje para luchar decididamente

por un mundo más humano y justo …

 

ENTIENDAN: no soy el Dios del templo.

Soy el Dios del Universo,

que se niega a ser rehén de un santuario.

Soy el Dios de la vida,

y nada de lo que pasa en la tierra me es indiferente.

Quiero manos libres, desafiantes del dolor,

la crítica, las componendas,

que se auto impongan el desafío de ser las manos de Dios.

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