llevaba puesto los audífonos escuchando a Gardel mismo:
Por una cabeza de un noble potrillo
que justo en la raya afloja al llegar ...
si ella me olvida qué importa perderme
mil veces la vida, para qué vivir...
En verdad, como todo tango, invita a los enredos y la tristeza...
¿Por qué Carlitos se enreda la carrera de un caballo,
con el amor de una mujer que te hace perder el sabor de la vida?
Bueno, en fin, es así la cosa...
Al cerrar la puerta del edificio me recibía Américo Vespucio
con un taco una bulla que mejor ni te cuento.
Yo con mi canción y Carlitos cantando creaba mi propio mundo VIP...
eso creía hasta que mire hacia el frente de la calle
bajo un árbol un hombre sentado en actitud vigilante
y lo que más me impactó es que su mirada se fijaba en mi,
no era una mirada cualquiera, tenia una fuerza, percibía su enojo...
Si, ya me dirás que son interpretaciones mías...
pero bueno, sigamos interpretando la situación.
Yo con mi canción, feliz de la vida, con una buena mochila,
cargando mi mac que llena todas mis expectativas computacionales.
El escuchando el río de buses, la tensión de los motores contaminantes,
cargando su espera dura por un trabajo que nunca llega.
Yo con mi mirada puesta en el metro y en la linda oficina que me esperaba.
El entrando sin pagar en una micro llena de dolores colectivos.
Yo con unos billetes pensando en que debería cambiar estos zapatos.
El con una monedas como muchos latinos: UN dólar diario para vivir.
Yo cantando feliz por la vida acompañado de un gran cantante.
El esperando un bienestar que no llega, en la soledad pobre y torturante.
Le regalo la canción, haga un karaoke, pero no olvide el fondo de esto...
Por una cabeza .Música: Carlos Gardel Letra: Alfredo Le Pera
Por una cabeza de un noble potrillo
que justo en la raya afloja al llegar,
y que al regresar parece decir:
No olvidés, hermano, vos sabés, no hay que jugar.
Por una cabeza, metejón de un día
de aquella coqueta y burlona mujer,
que al jurar sonriendo el amor que está mintiendo,
quema en una hoguera todo mi querer.
Por una cabeza, todas las locuras.
Su boca que besa, borra la tristeza, calma la amargura.
Por una cabeza, si ella me olvida qué importa perderme
mil veces la vida, para qué vivir.
Cuántos desengaños, por una cabeza.
Yo jugué mil veces, no vuelvo a insistir.
Pero si un mirar me hiere al pasar,
sus labios de fuego otra vez quiero besar.
Basta de carreras, se acabó la timba.
¡Un final reñido ya no vuelvo a ver!
Pero si algún pingo llega a ser fija el domingo,
yo me juego entero. ¡Qué le voy a hacer..!
W. Elphick D.