"La economía moral es convocada a existir
como resistencia a la economía del "libre mercado".
(Julio Boltvinik Economista y columnista de "La Jornada").
El libre mercado tiene un inmenso valor: su diversidad,
pero también tiene una enorme debilidad: su relatividad,
todo “depende de…”, no hay valores ni verdades absolutas,
simplemente manejamos el mundo sobre la oferta y la demanda,
sin orden alguno, es decir, el mercado se autorregula,
como quiere y en las condiciones que algunos definen.
¿Quién pedirá por el derechos de los socialmente mudos y cojos?
¿Quién llamará a que el alza del pan y de los remedios
no se logre por una vergonzosa colusión entre empresarios?
¿Quién se preocupará donde dormirán los pobres?
El mal empresario no piensa en cuidar el puesto de sus trabajadores,
basta ver el cierre de las obras de CENCOSUD que dejó a 4.000 cesantes.
El mal laboratorio deja de investigar sobre la cura de una enfermedad,
porque existen muy pocos “clientes” para comprarlas,
el mal panadero compra la harina a punto de vencer,
para sacar mayores ganancias, con una menor inversión…
¿Existe realmente la responsabilidad social empresarial
o es más bien una estrategia de marketing social?
Todos estamos llamados por el Dios de la Vida
a levantar una patria justa y grande para todos,
Todos somos responsables de la creación de una sociedad inclusiva.
Son los llamados efectos colaterales o simples “debilidades” del mercado.
¿Qué podemos hacer para evitar que el mercado nos utilice,
nos degrade, nos convierta en antropófagos o marionetas,
en competidores desleales y agresivos,
en sociedades con escandalosas brechas entre quienes tienen
(salud, casa, trabajo, educación, entretención) y los que poco o nada tienen?
¿Poner ojo en el mercado debilita acaso la libertad
o que la autoridad o el estado nos impondrá su visión?
La avaricia de unos pocos especuladores
y la desinformación y poco involucramiento de muchos
dan lugar a grandes crisis que llaman “económicas”,
cuando en realidad son éticas y convivenciales.