El pragmático ha dejado de soñar, por la búsqueda de lo inmediato ha llegado a crear relaciones con quienes le rodean utilitaristas.
Se mueve en el mundo de los contactos, de las acciones que se hacen pensando en los beneficios prácticos que nos podrá reportar. se actúa de acuerdo a la utilidad que nos puede entregar este acto.
En la historia de las finanzas mundiales quedarán grabados tres nombres que no se olvidaran fácilmente:
Un Chileno: Juan Pablo Dávila, Un Japonés: Jasuo Hamanaka y un Inglés: Leeson. Este trío tiene muchos elementos en común:
- Son jóvenes ejecutivos (entre 28 años años que tiene Leeson y 40 Hamanaka).
- Recibieron la confianza de sus empresas para gestionar macro negocios.
- La dinámica de sus trabajos los abrieron a negocios mundiales, donde un centavo ganado o perdido los transformaba en héroes o villanos (El caso de Dávila que transaba cobre, en donde la diferencia de UN centavo de dólar de menos significaba perder 60 millones de dolares como promedio anual).
- Fueron promovidos como súper ejecutivos, hombres caza-fortunas para las empresas que les contratan.
- No resistieron la tentación de cazar alguna fortunita para ellos mismos
- Pero el mayor elemento en común es que son los causantes de pérdidas por 3.000 millones de dólares.
- Una vez que cayeron en la seducción del éxito rápido y fácil, realizando las mayores estafas financieras del mundo, fueron llevados al estrado mundial de los acusados y se les acribilló con acusaciones: ladrones profesionales, rapaces financieros, agresivos, guerreros computacionales...
Y se podría haber repetido la escena de la samaritana y Jesús ¡El que esté libre de culpa que lance la primera piedra! ¿Acaso que no los preparamos para esto?...
Dávila, Hamanaka y Leeson tienen el perfil del pragmático del fin de siglo que vivimos, a ellos nuestra sociedad les dijo en la formación que se les grabó a fuego:
“Ustedes serán hombres de éxito, serán los señores del mundo de los negocios, amos del universo económico, serán los mejores en el club de los mejores. Nadie les sobrepasará en astucia, deben ser personas con ambiciones sin límites, creadores de los negocios que nadie ha descubierto aún, contra todo y contra todos serán los ganadores.
Ustedes serán bautizados en la mesa de negocios en la que se sientan quienes compiten sólo para triunfar, serán agresivos, pues sin ello no podrán ver como caen sus rivales.
El éxito está en tI, y sólo en ti. No necesitan de nadie para llegar a la meta. Las cumbres mayores se gozan más cuando no hay más sombra que la tuya proyectada en el valle, tu equipo eres tú mismo, por tanto no confíes en otros que pueden luego darte la espalda y correr tras tu tropiezo para llegar antes que ti.
Tu mayor esfuerzo debe estar en la producción, no llegaste a la empresa para hacer amigos, tu misión es producir mucho y rápidamente. Serás aceptado y premiado por los gramos de oro que cada día logras sacar y no por las manos que te saluden y te acojan.
La mayor lealtad que debe cultivar es contigo mismo y con el desarrollo de tus metas, la honestidad te debe acompañar hasta que no incomode tu ascensión a la meta...
La agresividad hijo debe ser tu compañera, ella es la fuerza que imanta tus pasos hacia caminos insospechados, el éxito requiere de una dosis de lucha y agresividad...”
Estas y otras ideas son las que han guiado los pasos de personas pragmáticas y productivas...
Así nos encontraremos con personajes como el inglés Leeson que con sus 28 años efectuó acciones que terminaron con la quiebra del Banco Barings, que con sus 233 años de historia es uno de los más antiguos de Londres. Bastó que la soberbia, la carrera por el éxito y la búsqueda del triunfo solitario de UN HOMBRE hiciera caer a un imperio económico del cual dependían miles de empleados y empresas.
El idioma del pragmatismo nos hace crear relaciones basadas en el estatus, en las relaciones de poder, en el juego del tener… tanto tienes, tanto vales…
¿En qué medida en mi ambiente de trabajo está presente este idioma?
¿Qué hago por transformarlo, humanizarlo?
El idioma del pragmatismo nos hace crear relaciones basadas en el estatus, en las relaciones de poder, en el juego del tener… tanto tienes, tanto vales…
¿En qué medida en mi ambiente de trabajo está presente este idioma?
¿Qué hago por transformarlo, humanizarlo?