Parece contradictorio hablar de la certeza de la fe ¿no le parece?
Ciertamente la fe tiene mucho de aventura, de inseguridad, de un por-venir, es confiar en algo que se espera, que aún no se recibe en plenitud, la fe es una promesa. No pocas veces es una calle oscura y con hoyos cubiertos por la lluvia. Pero creo que también es muy cierto, que la vida de fe nos entrega certezas esenciales para entender el presente y el futuro de nuestra vida. Así la fe se puede convertir en una de las certezas esenciales de la vida humana, no por "refugio" u "oscurantismo" cultural, como algunos neo gurús la han llamado.
La fe en un Padre Creador, en Jesucristo Dios compañero encarnado en la ruta, nos abre, en vez de encerrarnos; nos cuestiona, en vez de adormecernos; nos compromete con el entorno, en vez de volvernos leves, ligth, ensimismados. La fe en la vida humana es como una ruta que mira y de dirige hacia aquello que se espera, pero que aún no se ve, profunda convicción de caminar hacia lo invisible.
La fe se puede hacer nuestra certidumbre, convicción de vida, canal de regadío de la vida profunda. Aquello que entrega firmeza a los brotes, luz en travesía oscura, fuerza en los conflictos, compañía de una “persona” real y no de “amigo imaginario”, como algunos definen hoy a Dios.
Sin estas certezas esenciales viviríamos en la agonía de la nausea, en un presentismo ciego, en la penumbra vital. Las certezas esenciales rompen con la anomia, con la mirada corta, con la soledad y falta de sentido, nos entregan soportes constructivos, perfecciona el pensamiento humano, social, político, religioso, nos perfecciona en lo personal y en lo social. La fe como certeza humana, se acompaña también del Amor, que nos lleva a la plenitud del desarrollo humano, es precisamente lo que nos hace vincularnos, aceptarnos y aceptar la vida propia y ajena.
Finalmente este amor tiene una expresión: la solidaridad. Fe, amor y solidaridad son ciertamente certezas esenciales en la vida humana. Sin fe, perdemos el horizonte como ideal y morada; sin fe el amor se hace incapaz de esperar; sin solidaridad, el amor y la fe se convierten en actos privados, exentos de proyección y de desarrollo social. Esta triada los cristianos buscan vivirla hace dos mil años, muchos han demostrado que es posible descubrir y alimentar estas certezas.
Han logrado incluso encontrar respuestas a los mayores misterios humanos, como el dolor y la muerte. Han transformado el sufrimiento en escuela de vida (no buscada, pero asumida), han entendido el PARA QUE se viven las situaciones, han asumido el dolor, la pobreza, la injusticia no cruzados de brazos, sino como desafíos a enfrentar y transformar.
Las certezas esenciales surgen así, no como un “opio” popular, ante lo que inexplicable o como “sedante” o “resignación” ante las situaciones injustas y que requieren cambios. Las certezas esenciales, ligadas a la vida de fe, no encuentran soporte en métodos científicos, racionales o metafísicas, ellas se fortalecen en un Dios que nos ha demostrado que su presencia en medio nuestro es real, que se ha hecho un imán, una atracción en el creyente.
En este ejercicio es que descubrimos que la verdad revelada tiene que ver con una vida con sentido, que nada de lo que nos ocurre está desvinculado con esa vida de fe y que NADA de lo social, político, económico, cultural, puede desarrollarse en plenitud, sino se abre a la mirada trascendente. Jesucristo que ha imantado nuestras vidas, no nos exime del camino oscuro y del tropiezo, no nos quita la duda ni la incertidumbre, sino que nos permite pasar por ellas, incluso por la muerte y llegar a la otra orilla con un rostro de resucitado.
¿Qué sería mi vida sin esta fundamental y esencial certeza que bebemos en el cristianismo, más aún en la propia persona de Jesús? ¿Qué sería mi vida sin el imán de Jesús, que me sitúa, armoniza, eleva, anima e inspira?
¿Seguiremos paveando, cuando vemos que a nuestro alrededor surgen terroristas de tanta certeza necesaria para construir la sociedad? Certezas tan elementales como la conceptualización de familia, el valor del cristianismo, la identidad sexual, el valor de los partidos políticos, la fuerza de la fe, la solidaridad, la responsabilidad en el amor adolescente, en fin, temas que por mucho tiempo fueron "obvios" y que hoy están en cuestionamiento...
EL DESVANECIMIENTO DE LOS HITOS.
Un hito es una señalética, un poste que muestra una dirección en los caminos o los límites de un territorio. ¿Qué ocurre cuando estas señales del tránsito o senaléticas viales están dañadas, poco visibles por ramas que los tapan, desteñidas por el tiempo...
Creo que nuestra época sufre de un fuerte desvanecimiento de hitos sociales, espirituales, valóricos. Es como viajar en noche de bruma o neblina, cuesta ver las señales del camino y se corre el peligro de salir de la pista.
Inestabilidad, permutabilidad, cambio de las bases de la vida familiar, laboral y personal, son signos de este desvanecimiento de los hitos.
Pareciera que existe un deseo expreso de evitar pensar en el futuro, más bien nos motiva el “Carpe diem” de los romanos, el atrapa el momento, goza hoy que mañana morirás… hay una irrazonable incapacidad para imaginar el futuro de mi vida, la orientación que deben tener mis pasos, el asumir las crisis y los cambios en un contexto de Proyecto Personal de Vida (PPV).
Cuando se asume la opción de trabajar el PPV, se opta por descubrir las prefigura de una vida que estoy por vivir, no es mi vida actual, pero estoy en proceso de descubrirla y construirla activamente.
Ciertamente existen fantasmas que nublan la razón y los afectos. La crisis y los cambios vertiginosos no facilitan la reflexión y el tiempo para buscar lo que no tiene asidero práctico, presencial, temporal, “real” y tangible… se tiende a pensar de que el futuro y el “proyecto” de vida es algo “irreal”, que se hace sólo, que no es necesario pensarlo tanto, sino vivir “el día a día”.
Creo que nuestra época sufre de un fuerte desvanecimiento de hitos sociales, espirituales, valóricos. Es como viajar en noche de bruma o neblina, cuesta ver las señales del camino y se corre el peligro de salir de la pista.
Inestabilidad, permutabilidad, cambio de las bases de la vida familiar, laboral y personal, son signos de este desvanecimiento de los hitos.
Pareciera que existe un deseo expreso de evitar pensar en el futuro, más bien nos motiva el “Carpe diem” de los romanos, el atrapa el momento, goza hoy que mañana morirás… hay una irrazonable incapacidad para imaginar el futuro de mi vida, la orientación que deben tener mis pasos, el asumir las crisis y los cambios en un contexto de Proyecto Personal de Vida (PPV).
Cuando se asume la opción de trabajar el PPV, se opta por descubrir las prefigura de una vida que estoy por vivir, no es mi vida actual, pero estoy en proceso de descubrirla y construirla activamente.
Ciertamente existen fantasmas que nublan la razón y los afectos. La crisis y los cambios vertiginosos no facilitan la reflexión y el tiempo para buscar lo que no tiene asidero práctico, presencial, temporal, “real” y tangible… se tiende a pensar de que el futuro y el “proyecto” de vida es algo “irreal”, que se hace sólo, que no es necesario pensarlo tanto, sino vivir “el día a día”.
A la mierda todo ….
Heráclito de Éfeso por los años 500 AC, ya anunciaba el cambio como una realidad humana tremendamente cierta. Su frase “Nadie se baña dos veces en el mismo río” es un signo de cambio constante… cambia el río y cambia el bañista…
La historia ha seguido y hoy no hay políticos u hombres públicos, que se aprecien de tal, que no vean en el cambio su bandera de lucha y discurso esencial.
"El cambio ha llegado a América", fueron las primeras palabras de Barak Obama en su discurso ante miles de seguidores en el Grant Park de Chicago. El contenido esencial de su discurso fue: “Change we can believe in”, "The Change We Need, la urgencia del cambio, el cambio en lo que podemos creer.
La vida tiene mucho de incertidumbre, de desasosiego, de emergencia, de inestabilidad, de precariedad, de indigencia. ¿Cómo no creer esto cuando vemos la inestabilidad en distintas situaciones de la vida humana?
La muerte de una persona famosa que era dueño de imperios y de pronto le sorprende el silencio… se fue, desapareció.
Lo mismo pasa con los países que creen haber llegado a una estabilidad a toda prueba y de pronto caen en una profunda crisis social, económica, de salud.
En la misma historia existen tantas contradicciones humanas, como es el caso del Titanic, Barco que nace con un sinónimo: inhundible, sin embargo en su primer viaje culmina su corta historia.
La vida humana es inestabilidad y crecimiento, una temporalidad amenazada por diversas fuerzas imposibles de manejar y de ordenar siempre y como se quisiera.
¿Quién podrá decir que las condiciones de vida y la propia vida de las personas han ido cambiado cada vez con mayor velocidad? ¿Pero quién podría, a partir de esta verdad, justificar el rechazo, el desprestigio y la destrucción de las construcciones valóricas, sociales y las instituciones que nos han permitido ser lo que socialmente somos? ¿Acaso el cambio destructivo y opresor nos podrá entregar en una campaña política, los grandes ideales que hemos levantado como país en cientos de años de historia?
Muchos teóricos han llamado incesantemente a hacer permanentes reingenierías sociales, que lleven a olvidar “todo” lo que hemos hecho y elaborado hasta hoy… porque todo está irremediablemente equivocado.
Surgen con ellos las posiciones rupturistas, las que no están dispuestas a construir a partir de lo que otros han construido. Surge con ellos la duda absoluta, el rechazo total de las antiguas formas de creer y de hacer las cosas.
No pocos caen en un fuerte anarquismo y rechazo lejano del justo análisis, de una profundización que requieren situaciones que vivimos en sociedad.
¿Qué nos queda de sus teorías rupturistas? Una sensación de inestabilidad brutal, un probabilismo abierto a todos los caprichos posibles (aún los que destruyan lo humano en la persona), un azar opcional en los juicios, un ridiculizar los fundamentos religiosos y culturales de los pueblos, un vivir construyendo la vida como si fuésemos los primeros hombres administrando a nuestro antojo.
A la mierda todo… pareciera que es la frase ideal de estos rupturistas sociales, oportunistas del cambio, terroristas de los fundamentos humanistas cristianos que nos han dado vida como personas y como cultura.
Estoy complicado ¿cómo accionar sin ser un conservadurista o un fundamentalista, pero tampoco ser un pobre diablo en manos de estos nuevos gurús sociales? … no se me ocurre…
La historia ha seguido y hoy no hay políticos u hombres públicos, que se aprecien de tal, que no vean en el cambio su bandera de lucha y discurso esencial.
"El cambio ha llegado a América", fueron las primeras palabras de Barak Obama en su discurso ante miles de seguidores en el Grant Park de Chicago. El contenido esencial de su discurso fue: “Change we can believe in”, "The Change We Need, la urgencia del cambio, el cambio en lo que podemos creer.
La vida tiene mucho de incertidumbre, de desasosiego, de emergencia, de inestabilidad, de precariedad, de indigencia. ¿Cómo no creer esto cuando vemos la inestabilidad en distintas situaciones de la vida humana?
La muerte de una persona famosa que era dueño de imperios y de pronto le sorprende el silencio… se fue, desapareció.
Lo mismo pasa con los países que creen haber llegado a una estabilidad a toda prueba y de pronto caen en una profunda crisis social, económica, de salud.
En la misma historia existen tantas contradicciones humanas, como es el caso del Titanic, Barco que nace con un sinónimo: inhundible, sin embargo en su primer viaje culmina su corta historia.
La vida humana es inestabilidad y crecimiento, una temporalidad amenazada por diversas fuerzas imposibles de manejar y de ordenar siempre y como se quisiera.
¿Quién podrá decir que las condiciones de vida y la propia vida de las personas han ido cambiado cada vez con mayor velocidad? ¿Pero quién podría, a partir de esta verdad, justificar el rechazo, el desprestigio y la destrucción de las construcciones valóricas, sociales y las instituciones que nos han permitido ser lo que socialmente somos? ¿Acaso el cambio destructivo y opresor nos podrá entregar en una campaña política, los grandes ideales que hemos levantado como país en cientos de años de historia?
Muchos teóricos han llamado incesantemente a hacer permanentes reingenierías sociales, que lleven a olvidar “todo” lo que hemos hecho y elaborado hasta hoy… porque todo está irremediablemente equivocado.
Surgen con ellos las posiciones rupturistas, las que no están dispuestas a construir a partir de lo que otros han construido. Surge con ellos la duda absoluta, el rechazo total de las antiguas formas de creer y de hacer las cosas.
No pocos caen en un fuerte anarquismo y rechazo lejano del justo análisis, de una profundización que requieren situaciones que vivimos en sociedad.
¿Qué nos queda de sus teorías rupturistas? Una sensación de inestabilidad brutal, un probabilismo abierto a todos los caprichos posibles (aún los que destruyan lo humano en la persona), un azar opcional en los juicios, un ridiculizar los fundamentos religiosos y culturales de los pueblos, un vivir construyendo la vida como si fuésemos los primeros hombres administrando a nuestro antojo.
A la mierda todo… pareciera que es la frase ideal de estos rupturistas sociales, oportunistas del cambio, terroristas de los fundamentos humanistas cristianos que nos han dado vida como personas y como cultura.
Estoy complicado ¿cómo accionar sin ser un conservadurista o un fundamentalista, pero tampoco ser un pobre diablo en manos de estos nuevos gurús sociales? … no se me ocurre…
LA INSACIABLE CRITICA Y EL DESMORONAMIENTO SOCIAL.
¿Qué pensar de aquellos destructores que en sociedad apuntan contra las instituciones que por siglos hemos tratado de levantar y de sostener, como las religiosas, políticas, sociales?
Pareciera que de pronto se han levantado con la batería cargada para disparar sobre todos aquellos hitos o referentes que orientan nuestra vida en sociedad.De pronto la caída de los muros desde el de Berlín, hasta los ideológicos y territoriales, pareciera que nos provocó una enorme capacidad para seguir botando lo que viéramos parado: lo religioso, los partidos políticos, el matrimonio, la maternidad, el sentido de ser hombre o mujer, las instituciones sociales, políticas, religiosas, deportivas… todo se convirtió en objetivo de destrucción. Era necesario partir de cero, construir todo de nuevo.
Nos volvimos seres cuestionadotes de todo, sin ser claros ni específicos.
Todo estaba obsoleto, inservible, por tanto eran disparos a un conjunto amplio y significativo de organizaciones, tareas, personas y personalidades, obras y servicios, teorías, ideas y valores. No bastaban algunos rechazos… hasta Dios fue criticado, antes el filósofo dijo “Dios ha muerto”, hoy un estudiante rayó con fuego la pizarra de su clase al expresar las razones de la toma de su colegio: “Si Dios existe, lo mataremos”.
La filosofía de la duda metódica volvía con fuerza ahora en manos de estudiantes sin formación y de políticos erráticos, desbancados, díscolos: ¿realmente existe el político bueno? ¿Estos santos sacerdotes, son tan santos? Todo pasaba a ser objeto de crítica, todo era causa de crisis, de componenda, juegos de poder, mal uso de las relaciones, poca transparencia y probidad… todo pasaba por las manos demoledoras de los verdugos insaciables que veían todo malo, podrido, corrupto.
¿Hay dudas razonables, pero hay otras burdas, no le parece?
Me pregunto si es razonable dudar del valor de los partidos políticos, como forma de gobierno o del valor que tienen las iglesias como agrupación cultural y religiosa… poner en duda esto es llevar a un desmoronamiento brutal de las organizaciones y estructuras sociales que nos permiten organizar mejor la vida.
Ciertamente que esto no las exime de dar cuenta de sus debilidades y desinteligencias, pero no las anula socialmente.
¿Es entonces válido socialmente optar por un cambio insaciablemente crítico, ciego a la historia y demoledor? ¿Es aceptable el vértigo de la máquina que cerro abajo va derrumbando instituciones que organizan la vida en sociedad? Definitivamente creo que no.
Podemos hacerlo, pero ¿no nos llevaría a un cambio insostenible y anárquico?
Si se pone en duda de bases mínimas de certezas sociales y personales, caeremos en la irresponsabilidad cuestionadota de todo, incluso de lo esencial para una vida humana capaz de construirse más allá de un presentismo asfixiante.
Pareciera que de pronto se han levantado con la batería cargada para disparar sobre todos aquellos hitos o referentes que orientan nuestra vida en sociedad.De pronto la caída de los muros desde el de Berlín, hasta los ideológicos y territoriales, pareciera que nos provocó una enorme capacidad para seguir botando lo que viéramos parado: lo religioso, los partidos políticos, el matrimonio, la maternidad, el sentido de ser hombre o mujer, las instituciones sociales, políticas, religiosas, deportivas… todo se convirtió en objetivo de destrucción. Era necesario partir de cero, construir todo de nuevo.
Nos volvimos seres cuestionadotes de todo, sin ser claros ni específicos.
Todo estaba obsoleto, inservible, por tanto eran disparos a un conjunto amplio y significativo de organizaciones, tareas, personas y personalidades, obras y servicios, teorías, ideas y valores. No bastaban algunos rechazos… hasta Dios fue criticado, antes el filósofo dijo “Dios ha muerto”, hoy un estudiante rayó con fuego la pizarra de su clase al expresar las razones de la toma de su colegio: “Si Dios existe, lo mataremos”.
La filosofía de la duda metódica volvía con fuerza ahora en manos de estudiantes sin formación y de políticos erráticos, desbancados, díscolos: ¿realmente existe el político bueno? ¿Estos santos sacerdotes, son tan santos? Todo pasaba a ser objeto de crítica, todo era causa de crisis, de componenda, juegos de poder, mal uso de las relaciones, poca transparencia y probidad… todo pasaba por las manos demoledoras de los verdugos insaciables que veían todo malo, podrido, corrupto.
¿Hay dudas razonables, pero hay otras burdas, no le parece?
Me pregunto si es razonable dudar del valor de los partidos políticos, como forma de gobierno o del valor que tienen las iglesias como agrupación cultural y religiosa… poner en duda esto es llevar a un desmoronamiento brutal de las organizaciones y estructuras sociales que nos permiten organizar mejor la vida.
Ciertamente que esto no las exime de dar cuenta de sus debilidades y desinteligencias, pero no las anula socialmente.
¿Es entonces válido socialmente optar por un cambio insaciablemente crítico, ciego a la historia y demoledor? ¿Es aceptable el vértigo de la máquina que cerro abajo va derrumbando instituciones que organizan la vida en sociedad? Definitivamente creo que no.
Podemos hacerlo, pero ¿no nos llevaría a un cambio insostenible y anárquico?
Si se pone en duda de bases mínimas de certezas sociales y personales, caeremos en la irresponsabilidad cuestionadota de todo, incluso de lo esencial para una vida humana capaz de construirse más allá de un presentismo asfixiante.
¿DONDE ESTAN LAS MANOS DE DIOS?
Estuve pensando que contestar, tanto a Omar, como la reciente pregunta sobre las manos de Dios. Conversando con un amigo, me entregó la respuesta. La comparto contigo, no pudimos encontrar su autor, alguien lo hizo por cierto (alguien que quizo ser la mano de Dios, a lo mejor), gracias por el texto que compartimos a continuación:
"Cuando observo el campo sin arar, cuando los aperos de labranza están olvidados,
cuando la tierra está quebrada me pregunto ¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil;
cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante y del pobre,
del obrero y del campesino carente de recursos para defender sus derechos,
me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando contemplo a esta anciana olvidada;
cuando su mirada es nostalgia y balbucea
todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó,
me pregunto...¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor;
cuando observo a su pareja y a sus hijos deseando no verle sufrir;
cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un grito de súplica de paz, me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando miro a ese joven antes fuerte y decidido,
ahora embrutecido por la droga y el alcohol,
cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante
y ahora harapos sin rumbo ni destino,
me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías,
la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir,
y buscando sobrevivir se pinta la boca y se ciñe el vestido
y sale a vender su cuerpo,
me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico,
su miserable cajita de dulces sin vender,
cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán titiritando de frío,
con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito,
cuando su mirada me reclama una caricia,
cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero,
me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Y me enfrento a Él y le pregunto:
¿dónde están tus manos Señor? para luchar por la justicia,
para dar una caricia, un consuelo al abandonado,
rescatar a la juventud de las drogas,
dar amor y ternura a los olvidados.
Después de un largo silencio escuché su voz que me reclamó:
"No te das cuenta que tú eres mis manos,
atrévete a usarlas para lo que fueron hechas,
para dar amor y alcanzar estrellas".
Y comprendí que las manos de Dios somos "TU y YO",
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