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¿No entiende mi angustia? ...
me ha costado tanto tener todo esto... ahora debo cuidarlo... |
Le encargo mi departamento Señor,
Si, mi departamento.
Usted siempre me lo ha cuidado muy bien.
Pero también le encargo las cosas
que están en mi departamento,
mi equipo de música,
aquel que busqué en tantas tiendas
hasta que encontré el que tenía Mp3 y mp4,
con mayor potencia y unos agudos
que para que le cuento.
Le encargo mi equipo de música Señor,
¡que sería sin él!
Que seria de mis noches sin su compañía;
sin que él llenara mis largas horas de silencio,
(no soporto el silencio, me angustia,
necesito bulla… sentirme acompañada).
Le encargo mis cosas Señor,
especialmente mi computador personal
que lo dejé guardado bajo la cama
(¿Qué ladrón buscaría allí?).
Se lo encargo, pues es mi otro cerebro,
mi otro yo, mis memorias, mis contactos, mis compromisos.
Le encargo mis cosas Señor, en fin, el video, el grabador de DVD
(que fue mi última compra), mi equipo de home theater,
mis calienta cama, mis ensaladeras nuevas,
la chaqueta que compre en Mendoza,
el purificador de aire, mi traje de lana peinada,
los cepillos eléctricos, la tostadora nueva
(que permite hasta meter un hot dog entero).
Se me olvidaba, le encargo también mi microondas,
la cafetera, el hace rulos, la hervidora, la batidora mágica,
el juego de cuchillos de acero, mi reloj cucú.
Seguramente se me olvida algo pero como usted sabe todo,
seguramente se habrá enterado de lo mucho que valen mis cosas.
Señor, trabajé tanto para tenerlas
y ahora tengo que trabajar y vigilarlas para no perderlas.
¿Está pensando que no le parecen válidas y reales mis preocupaciones?
¿Qué me encuentra algo materialista? ¡Pero Señor donde vive usted!
Si la vida es una sola y hay que vivirla bien,
y todas estas mis cosas, me ayudan a vivir.
Luego de este monólogo, la antigua dama,
tomo sus llaves y se las pasó al “Señor” mayordomo
de “su” edificio y se marchó tranquila a sus vacaciones
una larga y piadosa semana santa.