Poco a poco nos fuiste enseñando Señor
que la vida humana no es un azar y un hecho casual.
Que no somos frutos de una evolución espontánea,
sino provocada por un acto de amor del Dios de la vida grande.
Toda vida humana tiene una dirección y un propósito,
busca abrazar los fuegos que brillan a lo lejos,
aquellos que dan rango de eternidad a cada pequeño paso que damos.
Toda vida humana trae ensemillado un proyecto a descubrir,
una invitación para un enorme viaje por las geografías y la gente.
Voy así descubriendo que a mi vida le inyectaste un sentido,
que en mi ADN espiritual está tu llamado a caminar hacia un fin,
que no voy dando tumbos o en círculos embriagadores,
sino que cada paso tiene un motivo en este camino de descubrir mi YO
y descubrir también la relación con otros YO
para poder llegar a develar y concretar ese gran proyecto de vida personal.
Al mirar hacia atrás veo un pequeño hilo que va uniendo todo,
una señal que integra mis búsquedas y ansiedades,
y que da razón a todos los esfuerzos, las penas y alegrías.
Al fin SOY YO en estos huesos y este espíritu que expresa una arista
de la enormidad del amor siempre presente de Dios.
Gracias Señor pues somos una expresión del Cristo que vive encarnado
en nuestras mentes, corazones y acciones pequeñas y grandes,
que te has quedado en lo más profundo de esa casa que soy YO.