
Junto con decir que matamos al creador,
junto con rechazar la fe, sepultamos los estilos de vida,
los sueños, las raíces de la sociedad y la cultura.
Los sistemas de valores humanos terminan muriendo
cuando matamos los valores divinos.
¿Qué puede quedar vivo al matar al dador de la vida?
Algo de nostalgia nubla nuestros ojos,
vamos como buscando esa mirada del que hemos expulsado
de nuestras vidas privadas y sociales,
tenemos un vacío interior que no ha logrado llenarse con nuestra vanidad.
Ese espacio es el que deseamos que puedas llenar
y volver a fecundar en el corazón humano.
Enséñanos a balbucear de nuevo en nuestro mundo interior,
quiero volver a llamarte como antes,
con corazón de niño, con actitud de niño, con ojos de niño.
¿No eres TU quien siento aleteando a mi alrededor?
¿No brinca mi corazón cuando te acercas y me arrullas
en ese amor eterno que me sobrepasa y me vuelve niño?
¿No eres TU el que me toma niño en tus generosas manos de Padre?
¿Cómo podemos anunciar que RESUCITASTE de esta muerte violenta?
¿Cómo podremos volver a mirarte a lo ojos luego del oprobio,
lejos de la soberbia que ha dirigido nuestros pasos?