miércoles, 20 de abril de 2011

¿Por qué los jóvenes no se indignan?


UN ARTICULO QUE DUELE...
PutxeCarlos Prieto promueve desde la Universidad Comillas la solidaridad y el compromiso social de los estudiantes, que llegan en algunos casos a tomar opciones profesionales en estos campos. En su primera colaboración con 3.500 Millones reflexiona sobre las razones que mueven a los jóvenes con los que trabaja.
Seguro que han oído hablar de él: la editorial Destino acaba de publicaren España un librito titulado ¡Indignaos!, firmado por Stéphane Hessel, un diplomático francés de 93 años con una biografía increíble y el único redactor todavía vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Más de un millón y medio de personas lo han leído en Francia en los últimos meses. Hay quien dice —Maruja Torres entre ellos— que también contribuyó a prender la mecha de las esperanzadoras revoluciones populares en el mundo árabe.
Indignaos-2En su breve obra de apenas sesenta páginas,Hessel y su prologuista español, el inmenso José Luis Sampedro, agitan contra la indiferencia y abogan por la insurrección pacífica, enumerando las causas que pueden mover a la indignación: el desmantelamiento del Estado de Bienestar, la brecha entre ricos y pobres, la violación de los derechos humanos, el trato a los inmigrantes y minorías étnicas, la degradación medioambiental…
Hessel, un venerable nonagenario, se ha convertido en estos últimos meses en la vanguardia del activismo juvenil. ¿Qué les sucede a nuestros jóvenes? ¿En qué creen? ¿Por qué no se indignan?
¿O sí lo hacen? Lo cierto es que, a pesar de ciertos retrocesos en su atención a los principales problemas sociales, como refleja el informeJóvenes españoles 2010, de la Fundación SM, esta generación cree más profundamente que las anteriores en la igualdad entre hombres y mujeres, en la democracia como sistema de organización social, en la necesidad de ordenar el mundo de forma sostenible, en la radical injusticia que supone hacer diferencias entre personas en función de su etnia, en que la guerra es siempre la demostración de un fracaso y un mal en sí misma.
Paradójicamente, el mismo informe refleja el acusado descenso en la implicación de los jóvenes en causas concretas, ya sea desde el asociacionismo, el voluntariado o, por supuesto, la política.
InmigrantesLa causa de esta incongruencia tiene mucho que ver con el modelo de relaciones sociales que hemos erigido, en el que la suerte de los excluidos del sistema no nos afecta en nuestra vida diaria. Por eso, desde la universidad, donde mi labor es promover el compromiso social y la participación ciudadana, intentamos romper esa brecha conjugando el conocimiento informado, la capacidad crítica y, sobre todo —y esta es la clave—, proponiendo acercamientos concretos. Así, alumnos de los últimos cursos de Derecho acompañan las situaciones de personas migrantes con Pueblos Unidos, estudiantes de Psicología o Trabajo Social se implican con personas sin hogar a través de RAIS. En nuestros programas de voluntariado internacional en Perú, Kenia o la India, los estudiantes de distintas titulaciones trabajan codo con codo con profesionales de su área de conocimiento. Formamos profesionales, pero también ciudadanos. Y, como profesionales y como ciudadanos, intentamos que se acerquen a la realidad, que se impliquen con personas concretas. Funciona.
Hay que poner los pies en el barro. Pero no desde la caduca perspectiva caritativa que atiende las consecuencias y se olvida de las causas, sino para hacer renacer los vínculos sociales. Para ser capaces, finalmente, de indignarse por la suerte del vecino. Y eso solo puede lograrse si para mí ese vecino es alguien, si Su causa es Mi causa.
AUTOR: Gonzalo Fanjul

lunes, 18 de abril de 2011

EL SILENCIO, cuando se vuelve traidor...

Seguramente recordará esta hermosa canción.Lo invito a que haga un karaoke personal...cante, retome la letra, analice, ¡hace tanto bien!Luego sufra un poco: piense en nuestros silencios traidores...si, en aquellas frases que no decimos por temer al poderoso,en aquellos actos que amordazamos por temer a perder amigos...Sufra un poco, cuando es voluntario y breve, hace algo de bien... 
Winston

Si Se Calla El Cantor
Autor: Horacio Guarany     Intérprete: Mercedes Sosa

Si se calla el cantor calla la vida
porque la vida, la vida misma es todo un canto
si se calla el cantor, muere de espanto
la esperanza, la luz y la alegría.

Si se calla el cantor se quedan solos
los humildes gorriones de los diarios,
los obreros del puerto se persignan
quién habrá de luchar por su salario.

Que ha de ser de la vida si el que canta
no levanta su voz en las tribunas
por el que sufre,´por el que no hay
ninguna razón que lo condene a andar sin manta.

Si se calla el cantor muere la rosa
de que sirve la rosa sin el canto
debe el canto ser luz sobre los campos
iluminando siempre a los de abajo.

Que no calle el cantor porque el silencio
cobarde apaña la maldad que oprime,
no saben los cantores de agachadas
no callarán jamás de frente al crimen.

Que se levanten todas las banderas
cuando el cantor se plante con su grito
que mil guitarras desangren en la noche
una inmortal canción al infinito.

Si se calla el cantor . . . calla la vida.



sábado, 16 de abril de 2011

EL CARDENAL YA NO TIENE ESOS SUEÑOS...

El Cardenal Carlo M. Martini, jesuita, biblista, arzobispo que fue de Milán y colega mío de Parkinson, es un eclesiástico de diálogo, de acogida, de renovación a fondo, tanto de la Iglesia como de la Sociedad. En su libro de confidencias y confesiones Coloquios nocturnos en Jerusalén, declara: 

«Antes tenía sueños sobre la Iglesia. 
Soñaba con una Iglesia que recorre su camino 
en la pobreza y en la humildad, 
que no depende de los poderes de este mundo; 
en la cual se extirpara de raíz la desconfianza; 
que diera espacio a la gente que piensa con más amplitud; 
que diera ánimos, en especial, 
a aquellos que se sienten pequeños o pecadores. 
Soñaba con una Iglesia joven. 
Hoy ya no tengo más esos sueños». 

Esta afirmación categórica de Martini no es, no puede ser, una declaración de fracaso, de decepción eclesial, de renuncia a la utopía. Martini continúa soñando nada menos que con el Reino, que es la utopía de las utopías, un sueño del mismo Dios.

Él y millones de personas en la Iglesia soñamos con la «otra Iglesia posible», al servicio del «otro Mundo posible». Y el cardenal Martini es un buen testigo y un buen guía en ese camino alternativo; lo ha demostrado.

Tanto en la Iglesia (en la Iglesia de Jesús que son varias Iglesias) como en la Sociedad (que son varios pueblos, varias culturas, varios procesos históricos) hoy más que nunca debemos radicalizar en la búsqueda de la justicia y de la paz, de la dignidad humana y de la igualdad en la alteridad, del verdadero progreso dentro de la ecología profunda. Y como dice Bobbio «hay que instalar la libertad en el corazón mismo de la igualdad»; hoy con una visión y una acción estrictamente mundiales. Es la otra globalización, la que reivindican nuestros pensadores, nuestros militantes, nuestros mártires, nuestros hambrientos...

La gran crisis económica actual es una crisis global de Humanidad que no se resolverá con ningún tipo de capitalismo, porque no cabe un capitalismo humano; el capitalismo sigue siendo homicida, ecocida, suicida. No hay modo de servir simultáneamente al dios de los bancos y al Dios de la Vida, conjugar la prepotencia y la usu- ra con la convivencia fraterna. La cuestión axial es: ¿Se trata de salvar el Sistema o se trata de salvar a la Humanidad? A grandes crisis, grandes oportunidades. En idioma chino la palabra crisis se desdobla en dos sentidos: crisis como peligro, crisis como oportunidad.

En la campaña electoral de EE UU se enarboló repetidamente «el sueño de Luther King», queriendo actualizar ese sueño; y, con ocasión de los 50 años de la convocatoria del Vaticano II, se ha recordado, con nostalgia, el Pacto de las Catacumbas de la Iglesia sierva y pobre. En el 16 de noviembre de 1965, pocos días antes de la clausura del Concilio, 40 Padres Conciliares celebraron la Eucaristía en las catacumbas romanas de Domitila, y firmaron el Pacto de las Catacumbas. Dom Hélder Câmara, cuyo centenario de nacimiento estamos celebrando este año, era uno de los principales animadores del grupo profético. El Pacto en sus 13 puntos insiste en la pobreza evangélica de la Iglesia, sin títulos honoríficos, sin privilegios y sin ostentaciones mundanas; insiste en la colegialidad y en la corresponsabilidad de la Iglesia como Pueblo de Dios, y en la abertura al mundo y en la acogida fraterna.

Hoy, nosotros, en la convulsa coyuntura actual, profesamos la vigencia de muchos sueños, sociales, políticos, eclesiales, a los que de ningún modo podemos renunciar. Seguimos rechazando el capitalismo neoliberal, el neoimperialismo del dinero y de las armas, una economía de mercado y de consumismo que sepulta en la pobreza y en el hambre a una grande mayoría de la Humanidad. Y seguiremos rechazando toda discriminación por motivos de género, de cultura, de raza. Exigimos la transformación sustancial de los organismos mundiales (ONU, FMI, Banco Mundial,OMC...). Nos comprometemos a vivir una «ecológica profunda e integral», propiciando una política agraria-agrícola alternativa a la política depredadora del latifundio, del monocultivo, del agrotóxico. Participaremos en las transformaciones sociales, políticas y económicas, para una democracia de «alta intensidad».

Como Iglesia queremos vivir, a la luz del Evangelio, la pasión obsesiva de Jesús, el Reino. Queremos ser Iglesia de la opción por los pobres, comunidad ecuménica y macroecuménica también. El Dios en quien creemos, el Abbá de Jesús, no puede ser de ningún modo causa de fundamentalismos, de exclusiones, de inclusiones absorbentes, de orgullo proselitista. Ya basta con hacer de nuestro Dios el único Dios verdadero. «Mi Dios, ¿me deja ver a Dios?». Con todo respeto por la opinión del Papa Benedicto XVI, el diálogo interreligioso no sólo es posible, es necesario. Haremos de la corresponsabilidad eclesial la expresión legítima de una fe adulta. Exigiremos, corrigiendo siglos de discriminación, la plena igualdad de la mujer en la vida y en los ministerios de la Iglesia. Estimularemos la libertad y el servicio reconocido de nues- tros teólogos y teólogas. 

La Iglesia será una red de comunidades orantes, servidoras, proféticas, testigos de la Buena Nueva: una Buena Nueva de vida, de libertad, de comunión feliz. Una Buena Nueva de misericordia, de acogida, de perdón, de ter- nura, samaritana a la vera de todos los caminos de la Humanidad. Seguiremos haciendo que se viva en la práctica eclesial la advertencia de Jesús: «No será así entre vosotros» (Mt 21,26). Sea la autoridad servicio. El Vaticano dejará de ser Estado y el Papa no será más Jefe de Estado. 

La Curia habrá de ser profundamente reformada y las Iglesias locales cultivarán la inculturación del Evangelio y la ministerialidad compartida. La Iglesia se comprometerá, sin miedo, sin evasiones, en las grandes causas de la justicia y de la paz, de los derechos humanos y de la igualdad reconocida de todos los pueblos. Será profecía de anuncio, de denuncia, de consola- ción. La política vivida por todos los cristianos y cristianas será aquella «expresión más alta del amor fraterno» (Pío XI).

Nos negamos a renunciar a estos sueños aunque puedan parecer quimera.

«Todavía cantamos, todavía soñamos». 
Nos atenemos a la palabra de Jesús: 
«Fuego he venido a traer a la Tierra; 
y qué puedo querer sino que arda» (Lc 12,49). 

Con humildad y coraje, en el seguimiento de Jesús, 
miraremos de vivir estos sueños en el cada día de nuestras vidas. 

Seguirá habiendo crisis y la Humanidad, 
con sus religiones y sus iglesias, seguirá siendo santa y pecadora. 

Pero no faltarán las campañas universales de solidaridad, 
los Foros Sociales, las Vías Campesinas, los Movimientos populares, 
las conquistas de los Sin Tierra, los pactos ecológicos, 
los caminos alternativos de Nuestra América, 
las Comunidades Eclesiales de Base, 
los procesos de reconciliación entre el Shalom y el Salam
las victorias indígenas y afro y, en todo caso, 
una vez más y siempre «yo me atengo a lo dicho: la Esperanza».

Cada uno y cada una a quien pueda llegar esta circular fraterna, en comunión de fe religiosa o de pasión humana, reciba un abrazo del tamaño de estos sueños. 
Los viejos aún tenemos visiones, dice la Biblia (Jl 3,1). 
Leí hace unos días esta definición: «La vejez es una especie de posguerra»; no necesariamente de claudicación. El Parkinson es sólo un percance del camino y seguimos Reino adentro.

Pedro Casaldáliga Circular 2009

jueves, 14 de abril de 2011

Lo esencial de la vida (vivencias de una operación II)

La sangre es un signo de vida, de energía, de entrega, de sacrificio,
de medio de transporte de bien, de inclusión de todo el cuerpo...


¿Qué es lo vital en la vida? 
¿Qué es aquello que al perderlo, ya no tendría sentido vivir, 
trabajar, caminar, soñar, tomar el bus, saludar, festejar, comer maní?
¿Qué me hace ser yo, 
allí en medio de tantos, 
con una identidad que me agrada y me hace feliz?


Todas preguntas que me surgieron al observar mi brazo 
conectado a máquinas y entre ellas, una manguerilla conteniendo sangre...  


¿Qué más vital y esencial para la vida que ella?
Toda la vida de nuestro cuerpo depende de ella...
Pero también tiene una enorme fuerza simbólica:
ella es energía, es vehículo, es inclusión...


Cada uno de nosotros puede ser "sangre", puede ser vida para otros.
Podemos ser ENERGIA circulante para otros
sangre afectiva, cercanía que oxigene los ambientes.
Energía que levante los sueños y la confianza.
Podemos tener la fuerza de la hemoglobina de los glóbulos rojos 
que absorbe oxígeno al pasar por los pulmones,
llenando cada espacio de tu cuerpo de fuerza, vigor, ánimo.


Podemos ser VEHICULO que lleve cargas emotivas,
que entregue nutrientes para dignificar la vida de otros.
Podemos ser reguladores de ambientes:
temperándolo cuando existe frialdad en las relaciones
o enfriándolo cuando esté saturado, tenso, agresivo.
Podemos ser vehículo de comunión y participación,
que entregue salud y bien y retire los desechos,
las arrogancias, las desconfianzas, los temores e inseguridades.


Podemos ser INCLUSION para otros, para todos.
La sangre no discrimina entre una gran vena o un pequeño capilar...
a todos les entrega la cantidad de flujo que requieren.
Ella distribuye, integra,  sistematiza, incluye a todos.
Su circulación es para todos, con todo le entrega vida al cuerpo.
Podemos ser personas de INCLUSION, 
que no rechazan ni por aspectos ni por orígenes,
que acogen la diversidad y construyen la unidad.


Si nos lo proponemos, podemos ser 
generadores de ENERGIA en nuestros ambientes,
VEHICULOS cargados de buenas ideas y acogida,
y creadores de INCLUSION para todos y todas.


wed

martes, 12 de abril de 2011

Compro a un Jesús chiquito...


Compro a Jesús ,
uno pequeñito,
que pueda instalar en mi casa,
que sea un adorno bonito 
y que no hable mucho,
de tal forma que no me repita 
esas palabras que no quiero escuchar...

"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, 
con todo tu ser y con toda tu mente y al prójimo como a ti mismo."

"Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, 
lleve su cruz y me siga".
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá.
 ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?
 ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?"

"Los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos.
Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, 
el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, 
y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos".

"Ustedes han oído que se dijo: "Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo." 
Yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? 
¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? 
Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes?"

Uf Señor, cuesta ser amigo tuyo...
por eso sigo buscando una figurita de Jesús Niño,
quiero un Jesús chiquitito, sanito, de bellos ojitos,
que no hable aún, a mis años no estoy para complicarme la existencia,
con tus palabras que incomodan a mi conciencia...


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