sábado, 2 de noviembre de 2019

Oye, esa violencia ¿de dónde viene?

Reflexiones del paso de Chile, del oasis al camino del desierto... ¿En pos de la tierra prometida?
Hace unos meses el mundo hablaba del milagro chileno, el exitoso modelo económico que le llevó a ser un triunfador en américa latina... un oasis en medio de un continente pobre y en tensiones sociales.
El viernes 18 de octubre del 2019 Chile se volvió un polvorín.

Algunos dijeron: Nos llenamos de "vándalos", "encapuchados", "lumpen", "violentistas" y los más irónicos, miren estas "blancas palomas".

¿Qué pasó? ¿Pudo un alza de 30 pesos en el valor del pasaje del Metro provocar esta crisis?
No... fueron 30 años de violencia vividas que hicieron explotar la sangre y la furia de un pueblo sometido... fue la respuesta del millón doscientas mil personas marchando al viernes siguiente de haber iniciado la gran protesta.
Cada día los jóvenes de Chile se despertaban con el corazón palpitando para llegar a la gran Plaza Italia de Santiago y luego en en distintos puntos de la  capital y de Santiago. Luego de la Alameda se pasó a Chile entero.


Nos llenamos de pancartas, de noches de encierro y de protestas en silencio... salieron los militares a la calle, estado de excepción, toque de queda, piedrazos con los carabineros, gases lacrimógenas y perdigones, incendios y los saqueos... muertos.

Nos llegó lo impensado: millones despertando frente a las injusticias de un modelo neo liberal vergonzoso, ese legitimado, consolidado y perfeccionado por los gobiernos democráticos post dictadura, abandonando la búsqueda de la justicia social, impuesta por empresarios y economistas salvajes.

Se nos impuso el Estado de Excepción Constitucional o Estados de Emergencia o Regímenes de Emergencia, mecanismo que altera la situación de normalidad y regularidad de los derechos y libertades de las personas garantizadas por la Constitución Política, debido a razones extraordinarias y graves, con la finalidad de proteger otro bien mayor, como el orden público.

Luego vinieron los mea culpas, bastante tardíos de políticos y empresarios. El gobierno está definiendo caminos para crear cambios en sueldo mínimo, jubilaciones, baja en rentas de parlamentarios, etc.

Más tarde nos llenamos de denuncias por homicidios, golpizas, abusos sexuales y lesiones de distinta gravedad contra las fuerzas de seguridad. Se ha pedido el monitoreo de Naciones Unidas, a una misión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y causan la preocupación de organizaciones internacionales como Human Rights Watch y Amnistía Internacional... pero el tema no está terminado.

Las calles siguen cantando “El pueblo unido jamás será vencido”, como protesta y unidad, a lo mejor sin saber que lo creó el músico chileno Sergio Ortega y Quilapayún,  tres meses antes de septiembre de 1973, en un concierto en la Alameda de Santiago. Era la Nueva Canción Chilena, que hoy retoman nuevos chilenos y que cantan en Chile y en todo el mundo, hasta los chalecos amarillos de Francia.

Este pueblo unido no protesta por 30 pesos, son 30 años y más. Son cuatro décadas de neoliberalismo que nos ha expropiado hasta el alma de país. Son cuatro décadas de aplanamiento de la vida de cada chileno: nos han sometido al criterio del mercado, nos han vuelto mercancía, "recurso humano", "capital humano" transable, usable, desechable en el mercado.

Son más de cuatro décadas que un pueblo desunido ha generado ganancias exorbitantes para una élite gobernante en lo económico, político, religiosos. Un pueblo que trabajó para que el 1% de los chilenos tuviese el 33% de la riqueza del país en sus manos. Por años saquearon la dignidad de la gente, compraron los derechos de aguas del campesino pobre y dejaron su campo seco y muerto, mintieron con AFP que darían la gloria a los amcianos, se fueron campantes con sus millones de dólares al extranjero para no pagar impuestos en Chile, mataron los recursos naturales para su máximo beneficio familiar.

Son cuatro décadas en que este 1% de chilenos no paró de crecer, acumular, engordar a costa de los sueldos de sus trabajadores. Hoy Andrónico Luksic, dueño Banco Chile, entre otros, anuncia que el año próximo subirá los sueldos bajos... ¿por qué esperaste 40 años? ¿Su apetito canibal se lo impidió? El capital y su acumulación manda. Lo mismo hace Horst Paulmann, dueño de Paris. Easy, Jumbo, ese "gran" empresario que paga a quien le vende las hortalizas para sus supermercados a 120 días... sin remordimiento. Ganancias negras, utilidades oprimiendo a la gente.  Ganancias escandalosas contra a costa de paupérrimos sueldos y vergonzosos índices de distribución de la riqueza, que nos ponen como país en los top ten de los más desiguales del mundo... 

¿Y sigues pensando que estamos en guerra contra una masa de ladrones, lumpen, asaltantes, rusos infiltrados? hummmm, bueno, parece que hemos dejado el oasis y tomamos el camino difícil, ese que pasa por el desierto, la única forma de llegar a la tierra prometida y justa para todos...

Winston H. Elphick D.

Director Educación y Sociedad:   http://www.educacionysociedad.org


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