UN ARTICULO QUE DUELE...
Seguro que han oído hablar de él: la editorial Destino acaba de publicaren España un librito titulado ¡Indignaos!, firmado por Stéphane Hessel, un diplomático francés de 93 años con una biografía increíble y el único redactor todavía vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Más de un millón y medio de personas lo han leído en Francia en los últimos meses. Hay quien dice —Maruja Torres entre ellos— que también contribuyó a prender la mecha de las esperanzadoras revoluciones populares en el mundo árabe.
Hessel, un venerable nonagenario, se ha convertido en estos últimos meses en la vanguardia del activismo juvenil. ¿Qué les sucede a nuestros jóvenes? ¿En qué creen? ¿Por qué no se indignan?
¿O sí lo hacen? Lo cierto es que, a pesar de ciertos retrocesos en su atención a los principales problemas sociales, como refleja el informeJóvenes españoles 2010, de la Fundación SM, esta generación cree más profundamente que las anteriores en la igualdad entre hombres y mujeres, en la democracia como sistema de organización social, en la necesidad de ordenar el mundo de forma sostenible, en la radical injusticia que supone hacer diferencias entre personas en función de su etnia, en que la guerra es siempre la demostración de un fracaso y un mal en sí misma.
Paradójicamente, el mismo informe refleja el acusado descenso en la implicación de los jóvenes en causas concretas, ya sea desde el asociacionismo, el voluntariado o, por supuesto, la política.
Hay que poner los pies en el barro. Pero no desde la caduca perspectiva caritativa que atiende las consecuencias y se olvida de las causas, sino para hacer renacer los vínculos sociales. Para ser capaces, finalmente, de indignarse por la suerte del vecino. Y eso solo puede lograrse si para mí ese vecino es alguien, si Su causa es Mi causa.
AUTOR: Gonzalo Fanjul