viernes, 8 de marzo de 2013

Vaticano con sede vacante ¿Quién se atreve?


Este 28 de febrero del 2013 a las 20:00 hrs. de Roma la Iglesia inició el periodo de Sede Vacante… en simple: El Papa deja el cargo, dejó vacía la sede vaticana.

Al mirar la realidad de nuestra Iglesia, uno tiende a entender las razones del Papa. Está con un físico disminuido y con el ánimo desgastado de todos los desórdenes que muchos han cometido. 

Quiere silencio, espacios para orar, percibir la vida y tener la tranquilidad de recibir su correspondencia sin pensar en que alguien cercano se las podría robar. Quiere, como lo dijo al llegar a Castel Gandolfo, luego de dejar el vaticano: "ser un peregrino que empieza la última etapa en esta tierra". 

Un peregrino camina y es posible que tanta carga le impidiese ese avance hacia la tierra verdadera. Quiere dejar el secularismo que criticó en muchos clérigos y religiosos, la frialdad en que llevan sus ministerios,  el rol incierto de los laicos en la Iglesia, la afectividad no asumida en los religiosos, la pérdida del sentido de la participación eclesial,  una pastoral ocupada de muchas cosas y poco de la evangelización.

Deja el cargo, porque quiere vivir una mayor radicalidad en la relación con Jesucristo.

Nos deja una “Sede Vacante”, un espacio vacío, sin ocupar o sin proveer, la que dejará de estar “vacante” o “vacía” una vez que los cardenales se reúnan y elijan al nuevo líder de la Iglesia Católica.

Pero me surgen preguntas en cascadas…  ¿Lo "vacante" en la Iglesia se llenará solamente con un nuevo Papa? ¿Bastará con la incorporación de una persona nueva en el cargo, para que se complete esta sede vacante y sus vacíos?

Ciertamente este pobre hombre que escribe ¿quién es para lograr una respuesta de este tipo? Pero como yo mismo las presenté, yo mismo me intereso en responderlas, al menos balbucear una respuesta…

Este cargo libre y sin proveer aún, nos puede servir para pensar en todo aquello que está alrededor del “llenado” del cargo, pues es mucho más que restituir “un rol” en el pontificado.

Este vacío que nos hace presente Benedicto XVI, se refiere a un vacío profundo en el alma de la Iglesia, estamos perdidos en medio de las crisis de la humanidad, con una crisis eclesial propia que ha carcomido los pilares fundamentales … pero que se mantienen aún estables porque la “Piedra fundamental” que el mismo Jesús instauró, nunca, nunca podrá ser puesta en duda o llevada a la crisis por responsabilidad humana.

Vivimos el dolor del vacío de no contar con una cabeza visible, pero el mayor dolor que nos coge es saber que tenemos profundos vacíos en el alma de la Iglesia y que muchos no están dispuestos a sacarlos a la luz para poder curarlos.

De alguna forma vivimos la ansiedad y los temores del “Sepulcro vacío”, ese en el que los discípulos  no encuentran a Jesús… ¿Qué haremos sin Jesús, sin sus palabras incisivas, sin su mensaje para los pobres, sin sus gestos comprometidos con aquellos desechados por su sociedad? ¿Qué haremos con este vacío del corazón que anula los pasos, la esperanza y las decisiones? ¿Qué haremos Señor  para volver a escuchar tu anuncio en Nazaret: “El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ungió para evangelizar a los pobres” (Lc 4, 18)?

¿Qué haremos frente a aquellos que quieren quedarse con tu mortaja y convertirla en el sello y timbre de nuevas normas, leyes, dogmas, uniformidad, celo, prestigio, cargos? Ellos creen que al tener las telas que te cubrieron, tiene tu presencia … son solamente vendas y géneros que podrían servir  para maniatar a otros, para hacerles cargar las directrices que ni ellos se atreven a cumplir.

Tenemos sed de crecer en el amor hacia Jesús, hambre de ser nosotros los que como Pedro anunciemos  “¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se nos  ha aparecido” (Lc. 24, 34).
Si solamente fuera llenar un asiento... pero entre todos podríamos ...

Llena Señor nuestras propias sedes vacantes, aquellas interiores que nos hacen sangrar por no encontrar el sentido que tienen nuestras vidas a la luz de la fe.

Danos el coraje de detenernos y trabajar nuestras ausencias, renuncias, debilidades, inseguridades profundas que nos hacen temblar enteros al vernos alejados de nuestro Señor.

Llena Señor nuestra voluntad para ser nosotros, cada uno de nosotros, quienes llenemos esta sede vacante. No es trabajo de UN hombre, ni siquiera de un grupo de hombres santos… es trabajo de un pueblo, del pueblo que te ama y que quiere seguir peregrinando junto a tu sepulcro lleno de testigos que entregaron su vida por decir que estabas vivo.


Llena nuestras decisiones Señor, para que ocupemos juntos la sede de Pedro, para que un pueblo, pueble esa sede vacante y desde los humildes espacios que ocupamos en el mundo, demos testimonio de que Jesús no es propiedad de algunos, sino es el tesoro entregado y arraigado en los pobres, los silenciados, los nunca valorados en el mercado y sus transacciones salvajes que matan el sello humano que nos diste. 

Winston H. Elphick D.

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