domingo, 8 de agosto de 2010

DIOS QUE DESCIENDE Y ASCIENDE.


Jesucristo ocupa un ejercicio 
en su predicación y acción:

Asciende y desciende.



Desciende cada vez que asume nuestra ambivalencia
aquella realidad de pecado y limitación personal.
Se acerca a nuestra indigencia, nos acoge en esa realidad,
No cuestiona ni sanciona, acoge, como hombre a los hombres.
Desciende cada vez que se acerca a una persona
a las mayores profundidades de su dolor y sufrimiento,
no pasa, sino que se impacta, pide soluciones,
como por ejemplo ante la multitud hambrienta: ¡Denles de comer!
Pero no le bastan las palabras… multiplica los panes.
Jesús desciende al fondo del dolor:
llora frente a la tumba de su amigo Lázaro,
se siente abandonado en la cruz…

Jesús desciende hasta el desgaste emocional:
se afecta con la podredumbre del negocio de la fe
y expulsa a golpes a los comerciantes del templo.

Jesús desciende al extremo al punto que sus seguidores concluyen:
«Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» (Jn 6, 60).

Jesús se “anonada”, se hace nada, se hace niño, crucificado, muerto.
Pero también asciende y con él nos asciende.

El sermón de la montaña es un nuevo trato,  la nueva Torá, la nueva ley.
Nos eleva a la comunión con Dios mismo,
ya no podrán las injusticias, ni el dolor, ni las lágrimas
acortar esta relación con un Dios que se hace Papá, que se hace amor.

Al ascender con Jesús, nuestra dignidad de hijos de Dios queda comprada.
Jesús la paga con su entrega y sus promesas, es nuestro aval.
¿Será por eso que Lucas dice?
“LEVANTANDO los ojos hacia sus discípulos, les dijo”. (Lc 6,20).
Podría haber dicho “bajando los ojos…”, sin embargo Jesús nos levanta,
nos abre a una dignidad de mayor ALTITUD.

El mismo que descendió hasta el fondo del dolor y la angustia,
compartiendo nuestra miseria y angustia humana,
el mismo hoy nos asciende a la montaña de las bienaventuranzas,
a la vida nueva y definitiva que surge del Amor generoso de Dios.

w. elphick d.

viernes, 6 de agosto de 2010

¿DÓNDE ENCONTRARTE?

Tan de pronto saliste
que ya no pude encontrarte.

Me dijeron que saliste corriendo
con ganas de ocultarte.
Yo solamente me quedé
con una hebrita de tu manto.

La cogí en medio de la gente al querer tocarte.
Aquí la tengo
es simple, natural, pequeñita.

Con ella en la mano
recorreré pueblito tras pueblito
para vengar las risas de los fantasmas
que me juraban que no te encontraría.

Tengo una hebrita,
la deshilvanaré, la alargaré,
llamaré a su memoria de tejido vivo
para despertar su sangre de lino,
y poder seguir hasta encontrarte.

¿Dónde encontrarte Señor?
¿A dónde iremos en este cruce
incansable de caminos?

Con esta simple hebrita
como pista es complejo…

Pero seguiré tu ruta,
despegaré los párpados,
activaré mi poca fe vigilante y aún viva,
olfatearé tus cansancios,
escucharé tus nocturnos ruegos,
hasta hacerme uno contigo
en el grito adolorido
de aquella cruz injusta.

Seguiré tu ruta con este simple hebrita
hasta que los pulmones
llamen a todas las hebritas
para rehacer tu manto entero,
con todas ellas, ya hermanadas.

Seguiremos muchos buscando tus pisadas
hasta no descansar y ponerte este, tu manto
que ha rearmado nuestras manos heridas.

jueves, 5 de agosto de 2010

UN DIA VENDRAS ...



















Un día vendrás y ya no estarán,
Algo me dice que así será,
que de pronto se esfumarán
los rostros de jóvenes sin desarrollo,
los rostros de trabajadores subempleados,
los rostros de niños no deseados y maltratados.

Un día vendrás a las poblaciones marginales
y ya no estarán esos techos endebles ni esas paredes de papel,
en su lugar existirán dignas viviendas, humanas viviendas.
Un día vendrás a las colas mensuales de jubilados tristes
y ya no estarán, se habrán cambiado por rentas justas.


Un día vendrás a ver
a los millones de jóvenes drogadictos,
que poblaban plazas y calles
sedientos de un lugar en la sociedad.
Vendrás y no los verás,
se habrán creado posibilidades de estudio
y trabajo que concreten sus sueños
y dignifiquen sus personas.

Un día la tierra dejará de ser secano y arena,
construiremos fuentes que vivifiquen la vida,
plantaremos flores y elevaremos viñas,
sembraremos en plazas y caminos.

Un día la nueva sociedad
se alzará en medio de nuestra ciudad,
levantaremos al hombre por sobre el mercado,
devolveremos la credibilidad en la vida humana.

Un día vendrás y el mercado salvaje tampoco estará,
no hablaremos de oferta y demanda,
de utilidades infinitas, de explotación, de competencia,
de costo-beneficio, de utilidades y ganancias

Un día vendrás y venceremos todos juntos
al libre mercado que esclaviza a productores y clientes,
al libre mercado que crea personas de segunda,
mano de obra flexible, sin derechos, usada sin escrúpulos.

Foto y Texto :  Winston H. Elphick D.

miércoles, 4 de agosto de 2010

VIVIMOS EN ISLAS . Una poesía para niños... pensando en adultos.


Una reflexión motivada por la vida de San Damián de Molokai.
Apóstol de los leprosos en la Isla de Molokai.

Vivimos en islas, Señor, cada uno en su casa,
con sus cosas, con su seguridad. 
Vivimos en islas, Señor, cada cual con sus amigos,
con sus mascotas y sus papás. 
Vivimos en islas, Señor, no sé qué le pasa al vecino,
tampoco me importa el de al lado, en mi isla vivo pero no soy feliz. 
Damián y niño enfermo de lepra
Damián, vivió en una isla, pero la isla no le aisló.
Damián transformó una isla
y la convirtió en un continente de Amor. 
Damián compartió en la isla,
Damián hizo casas y colocó vendas,
Damián ofreció lo más grande que les vino a traer:
Jesús, su amigo Jesús.
 Molokai ya no es una isla, es el símbolo del compartir.
Hagamos aquí una historia como la isla de la felicidad.
 AUTOR: Fernando Cordero ss.cc

martes, 3 de agosto de 2010

Fe en las alturas...



Esto es lo que representa esta foto.

Hermoso registro de Roberto Alfaro Migoya de Guatemala.


Muestra a un grupo de indígenas 

nativos de Quetzaltenango, Guatemala, 

entregando sus ofrendas en el Cerro Quemado 

lugar que para ellos indica una mayor presencia de Dios,

en donde sienten que están más cerca 

del cielo para elevar sus plegarias.


Este cerro les imanta, les atrae con fuerza,
les anima a subir, a ascender, a sudar,
a dejar sus casas, sus hamacas,
para sacrificadamente llevar sus dones
al dador de todos los dones.

Al mirar la foto impacta todo:
la altura, la actitud de adoración,
la humildad, la sencillez, los regalos,
esas flores, frutos y gavillas ....
el acto de agradecer todo lo que han recibido.

Al fondo se ven sus casas.
En unos momentos volverán
a trabajar la tierra, a atender su negocio,
a esquilar los animales, 
a tejer y crear pensando en el bien de los otros.

Bajarán los mismos que subieron
pero vendrán distintos,
algo hermoso ese Dios de la tierra
va sembrando en ellos,
les va conformando como pueblo suyo,
comunidad que comparte y reparte...
Dios también se arrodilla
al ver la enorme fe de sus hijos.

No puedo dejar de mirar la foto 
sin pensar en lo mucho que tiene el corazón del pobre,
vacío de toda posesión y orgullo,
pero plenamente lleno de Dios.

Me vuelvo y veo mi corazón avergonzado
lleno de vanidad, posesiones, mezquindad .... 
y  con un pequeñito espacio para mi Dios....

¿Cómo puedo hoy imantar mi fe
y hacer que mueva estos huesos a subir,
a ascender, a sacrificar, a dejar comodidades?


Gracias Roberto por el regalo de la fe que trae tu foto...


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