Este artículo no es mío, es de un amigo que fue Sacristán, aquel que ayuda al sacerdote en la misa y tiene a su cuidado los ornamentos, la limpieza y el aseo de la iglesia y sacristía. Por eso me permití titularlo como "Los Archivos del Sacristán" , este primero nos relata un secreto: La Casa del Presidente Allende, tenía una puerta que se comunicaba con la Casa de un convento... mejor leer este primer artículo:
11 de septiembre de 1973, el reguero de
pólvora se esparce, en otro sector de la capital también se siente la furiosa
incursión militar; la residencia presidencial de Tomas Moro es sobrevolada por
feos pájaros que quieren destruir todo.
Las
llamas semejan saborear la residencia, un incendio consume lentamente la
elegante mansión. La estela de humo negro se eleva al cielo. La infantería esta
a punto de invadir el palacete. Pero al
parecer no son solo bombas y muerte lo que llega del cielo, por detrás de las
instalaciones y la residencia que ahora comienza a ser destruida, hay una
apacible casa en medio de añosos árboles, un lugar bucólico que se presta para
la meditación. Es una casona perteneciente a
la Congregación de la Monjas Inglesas.
Hortensia
Bussi se encuentra en Tomás Moro, bajo la protección de una escolta a cargo de
Domingo Bartolomé Blanco, quien bajo el nombre político de “Bruno” es un
miembro fundador del GAP y su jefe, desde 1972, cuando el MIR abandonó la
seguridad presidencial por diferencias políticas con el Gobierno.
Interior y frontis de la ex casa del Presidente Allende en Calle Tomás Moro |
La
propiedad donde vive el Presidente Allende colinda con el convento y están comunicados por una puerta que en el momento de la devastación es abierta por
las manos de una mujer, la hermana Isabel Margarita Astorquiza de la Maza (la
“Monja Astorquiza”). Este acto permite salvar la vida de la primera dama Hortensia Bussi y de los guardias de Tomas Moro.
La
hermana Astorquiza siente gran admiración por el Presidente Allende porque
conoce su preocupación por los pobres, por los desamparados. Es la razón que la
llevó a permitir abrir una puerta entre las dos casas y a prestar ayuda cuando la cocina de Tomas
Moro era sobrepasada por la cantidad de visitas que Allende recibía.
El
convento era un refugio ideal para que Salvador Allende durmiese siesta. La
religiosa le llamaba el compañero Presidente, al referirse a Allende.
Al
saber la noticia de la muerte de quien llegara a sentir un “compañero”, la
invade la tristeza; sin embargo, tiene fe en que más de alguien retomará un verdadero compromiso con los pobres.
La hermana Astorquiza es parte de una Iglesia
que vive muchos cambios. La primera manifestación pública de estas
transformaciones se había expresado algunos años antes, en la Catedral de
Santiago, provocada por lo que para algunos era la Iglesia Joven.