Los especuladores escuchan en su interior este oráculo:
no tenemos miedo a nadie,
¡y menos a los representantes del pueblo!
¡y menos a los representantes del pueblo!
Saben, en efecto, que su culpa no será descubierta,
que no existen tribunales que puedan encausarles.
que no existen tribunales que puedan encausarles.
Sus palabras son órdenes para los políticos.
Su desfachatez llega hasta el cielo,
su latrocinio por las nubes;
sus mentiras llenan periódicos,
y sus ideas la universidad.
su latrocinio por las nubes;
sus mentiras llenan periódicos,
y sus ideas la universidad.
¡Qué inapreciable es su bellaquería!
Todos les compran sus tóxicos productos,
se acogen a la sombra de sus hipotecas sub prime.
se acogen a la sombra de sus hipotecas sub prime.
Del robo legalizado se nutren estos tíos,
beben sin descaro los sueños de los tontos.
beben sin descaro los sueños de los tontos.
Porque en el dinero está la felicidad
y sus manejos crean la riqueza de la nada:
y sus manejos crean la riqueza de la nada:
¡tal es la magia de su poder!
Pero pronto dejarán de tomarnos el pelo
estos siniestros hipócritas.
estos siniestros hipócritas.
Con la red con la que jugaban se han enredado,
han caído en su propia fosa,
y van a recibir donde más les duele.
han caído en su propia fosa,
y van a recibir donde más les duele.
¡Que les salve ahora la maldad que cosecharon!