CONVERSANDO DE A TRES…

Rec

Recuerdo Señor muy bien esa frase tuya:
“Cuando dos o más se reúnen en mi nombre
YO estaré en medio de ellos”…
Ocurre que una amiga me escribe a este sitio
Y no tengo dudas que TU estás en medio de esta conversa.
“Estuve leyendo sus reflexiones, me gustaron,
y aunque no tengamos las mismas creencias en apariencia,
creo que sí confiamos en el ser humano,
en su capacidad de amar y que ese mismo amor
 es el motor de todas las cosas,
amar lo que se hace, amar a la familia...
el amor de Dios hacia nosotros del que usted habla,
el escucharse, el respeto...
todas esas cosas yo las valoro inmensamente
sin creer demasiado en Él,
no sé si por poca capacidad mía,
pero me gusta lo que escribe y lo adapto a lo que yo pienso,
quizás para mi, Dios, esa perfección,
somos todos trabajando en conjunto,
cuando la gente se une para hacer cosas buenas,
cuando a pesar del cansancio uno es capaz de regalar una sonrisa
a una persona extraña en la calle.
Unirse y querer aportar, para mi ese es Dios,
una energía invisible que formamos todos,
si uno falta, Dios no existe en esa perfección,
por que somos un sistema, y nos necesitamos para estar bien.
Puchas que me hizo reflexionar lo que escribe!
a pesar de que no he leído todo todo… por que estoy trabaja que te trabaja,
Feliz por cierto ah? no crea que me quejo.
 M a r i ”
Gracias Mari por tus hermosas palabras
y gracias Señor por poner esas palabras en los corazones.
TU no eres un Dios volátil, eres tremendamente con-cre-to,
Eres una PERSONA con la cual podemos comunicarnos,
Hablar y escuchar cuando nos hablas.
¿Eres energía? Por cierto.
¿Eres comunión y presencia? Por cierto.
Pero por sobre todo eres una PERSONA viva,
Que nos acompaña en este vivir humanamente.
Gracias Señor por “meterte” en nuestras conversaciones…

¿COMO ELEGIR ENTRE LA BOLSA O LA VIDA?

Recuerdo Señor que los ladrones de antes eran bastante más educados,
antes de robar preguntaban a la víctima:
¿La bolsa o la vida?
Obviamente quienes deseaban salvarse entregaban lo que contenía su bolsa…
Hoy nuestras "bolsas" consideran chequera, cartera,
dinero, tarjetas, seguridades, pertenencias, estatus, migración social…
Los ladrones de la vida moderna ya no nos preguntan
y nos roban tanto la bolsa, como la vida.
Hay otros peores, nos dejan la bolsa y nos reducen la vida…
¿No ha sentido como el cuidado e incremento  de “su bolsa”
le reduce niveles y calidad de vida en el trabajo y en su familia?
Hacemos todo por cuidar y agrandar la bolsa:
trabajamos sin horario, competimos brutalmente,
nos volvemos ansiosos por escalar y reunir muchos bienes y objetos.
Cada cierto tiempo nosotros mismos nos preguntamos:
¿La bolsa o la vida?
¿Hasta dónde estoy dispuesto a entregar "la vida"
por  esta "bolsa" que se vuelve insaciable?
Y cada cierto nos respondemos:
¡Será por un tiempo, por la familia y los hijos!
Y nos asfixiamos con horas extras, con trabajos de fines de semana,
compramos en forma enferma, incontrolable,
sobregiramos las cuentas y la tarjeta de la casa comercial
llenando la casa de chucherías prescindibles.
Empezamos poco a poco a acrecentar la bolsa,
a usar la línea de crédito al tope por años,
a cambiar los muebles, el auto, la ropa.
¿Cuánto adquirimos en forma innecesaria
por el brutal juego del estatus y apariencia social?
¿Hasta dónde estás dispuesto a arriesgar tu vida por cuidar "tu bolsa"?
No es fácil Señor, TU nos diste la vida,
nos enseñaste que “la bolsa” es necesaria en la medida
en que nos hace más familia, más humanos, más fraternos.
Ciertamente nos enseñaste que la vida humana
se dignifica con un trabajo decente y un salario justo,
¿Hemos caído en la cuenta
que TU nos llamas a un desarrollo y progreso INTEGRAL?
Pareciera que por allí está nuestra debilidad,
no hemos logrado entender tu idea, parece…

VENGO A TI TRABAJADO Y CANSADO…




Pablo Neruda, Hijo tuyo Señor,
(a pesar de que no te reconocía públicamente)
tenía una fuerza espiritual enorme
¿no sería ese fuego que pones en cada ser humano
que también ardía en sus poemas en una forma incontenible?
Mira lo que escribe en uno de sus poemas:

"Me dediqué a las puertas más baratas, a las que habían muerto
y habían sido echadas de sus casas, puertas sin muro, rotas,
amontonadas en demoliciones, puertas ya sin memoria,
sin recuerdo de llave,  y yo dije:
Venid a mi,  puertas perdidas: os daré casa y muro
y mano que golpea,  oscilaréis de nuevo abriendo el alma,
custodiaréis el sueño de Matilde con vuestras alas que volaron tanto."

Al leerlo siento una profunda mirada de divinidad en sus palabras,
¿No es una nueva forma de decir aquellas palabras de Jesús?:
“Venid a mí todos los que están trabajados y cargados,
que yo les daré descanso”. (Mateo 11).

¿No será algún recuerdo de niño en la Iglesia de Parral
que escuchara y que ya adulto asaltara su memoria?
 Como Neruda, no pocas veces vivo la experiencia de ser una “puerta perdida”,
“un trabajado y cargado” de la vida.

¿Cómo no han de cansar las preocupaciones, los errores,
arrepentimientos, incoherencias,  pérdidas, fracasos?
¿Cómo no han de cansar las tensiones, la rutina brava,
el silencio cabizbajo de los caminantes que a veces vamos sin rumbo?
¿Cómo no hemos de estar cansados al tropezar con la misma piedra,
que se expresa en mis temores, ansiedades, inseguridades?

¿Cómo no hemos de estar cansados  al ver nuestra voluntad debilitada,
incapaz a veces de dominar la agresividad, el egoísmo, la tibieza espiritual?

Sin embargo, allí, en medio del crujir de mi existencia, estás tú Señor,
llamando a las puertas perdidas y solitarias de la ciudad,
aquellas que no tienen recuerdo de llaves que las abrían,
o de manos que las golpeen, ni de corazones que esperen tras ellas.

Este Jesús es el Señor de las puertas perdidas, amontonadas,
Jesús que escucha, que llama y golpea para que abramos.
Jesús que comprende , que padece a mi lado, que me ama y espera,
con un enorme abrazo reparador y descansador.

¿NO TE ESCUCHO O NO ME HABLAS?


No hay nada más demoledor que hablar sin recibir respuesta.
Los monólogos sólo sirven en el teatro, en la vida destruyen…
En el silencio de una profunda noche te lo pedí: ¡Háblame!
en el bullicio de la ciudad también lo hice… y nada.


Quería escucharte en nuestras calles y plazas,
en los negocios y actividades que armamos,
en las relaciones y personas que amamos.
Sin embargo te sentía tan lejano y ausente.


Vivimos tiempos en que todos hablan y gesticulan
y TU pareciera que optas por guardar silencio…
¿Crees que los hombres y mujeres de hoy
estarán dispuestos a hacer silencio para que les hables?
Estamos tan llenos de ruido e interferencias,
que no se si no te escucho o finalmente no me hablas….
No tenemos tiempo para detener la máquina productiva,
(que somos nosotros mismos),
no tenemos ánimo de silenciarnos y renunciar a la locura de la verborrea.


Pero sin embargo tu sigues llamando, a cada uno por su nombre,
eres el amigo de la comunión, el Señor de los vínculos y la conversa.
Nos entregas tu Palabra y nos pides una respuesta.
Tu Palabra nos despierta en medio de la noche,
tu palabra nos anima hacia una respuesta valiente.


Ella sólo surge en el silencio interior para escuchar la voz de Dios,
me pides un rinconcito en mi casa, un lugar en la playa,
un banco en la plaza para conversar en silencio.
Luego del silencio me invitas a que mire y admire.
Silencio y la contemplación, quietud y admiración.
Al fin aprendí que sin hacer silencio en nuestro interior,
sólo nos escuchamos a nosotros mismos,
Pero las carreras, el exceso de trabajo, los problemas
Se transforman en paredes que me encierran
y separan de esa poderosa y delicada armonía de vivir en ti.
Hemos quitado así, el centro esencial de nuestra vida,
lo accesorio es central y lo central lo hemos hecho accesorio.

HIJOS DESORIENTADOS


“Desorientado”, profunda palabra, maestra palabra.
Nos habla de “perder el horizonte”
perder esa mirada amplia sobre lo esperado.
Estar desorientado es no saber que viene,
que nos espera y lo peor,
no saber que es aquello que buscamos.

Junto con desear y anunciar la muerte del creador,
fuimos asesinos de los amplios horizontes,
aquellos de la grandeza humana,
los que nos hablaban de la enorme fuerza
de nacer sabiendo que éramos amados
y que nos invitabas a vivir un Proyecto Personal de Vida
que desde toda eternidad habías pensado para nosotros.

Nacer con un horizonte,
no es lo mismo que nacer del azar, de la causalidad.
TU siempre nos hablaste de las alturas, de luchas,
de metas ascendentes, de horizontes amplios.
Los teníamos desde milenios, hoy los hemos descartado,
no nos sirven las enseñanzas de tus seguidores de antaño.

¿Qué nos dice un San Francisco, un san Agustín?
¿Para que un san Benito o san Ignacio?
Para el habitante de la globalización son vendedores,
son parte de un mercado religioso que poco impacta en sus vidas.

¿Cómo rescatar los amplios horizontes
y no contentarnos con la miseria cotidiana?
¿Cómo decirle al niño que fue creado para el heroísmo,
para sembrar y transformar la tierra?
¿Cómo ampliar su horizonte afectivo con metas altas,
soñadoras, humanizadoras, eternas?

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