Evangelizar la economía y la empresa

Chiara Lubich propone pautas para evangelizar economía y empresa
Palabras de Chiara Lubich en la sque invita a los empresarios católicos a hacer de sus empresas: moradas de Dios con los hombres.
 Autor: Zenit.org | Fuente: Zenit.org 
Chiara Lubich propone pautas para evangelizar economía y empresa
Chiara Lubich propone pautas para evangelizar economía y empresa

Ante representantes y estudiosos del sector económico y empresarial de 30 países, la fundadora del movimiento de los Focolares, Chiara Lubich, sugirió el viernes pasado claves para hacer que las empresas se conviertan en verdaderas «moradas de Dios con los hombres».

Su intervención tuvo lugar en el marco del Congreso Internacional --del 10 al 12 de septiembre 2008 en Castelgandolfo-- organizado por los Focolares y orientado a hacer balance de los resultados y desafíos de la «Economía de Comunión» (EdC) a los 13 años de su lanzamiento. 

En 1991 Lubich puso en marcha el proyecto de la EdC en Brasil para responder a la gran brecha que constató personalmente entre ricos y pobres. «A diferencia de la economía consumista, basada en una cultura del tener, la economía de comunión es la economía del dar...», explicó. 

800 empresas de los cinco continentes participan actualmente de esta iniciativa que propone vivir la actividad económica como una expresión de la comunión. 

En las empresas que se adhieren a la EdC los beneficios se ponen en común siguiendo tres objetivos: reinversión en el desarrollo de la empresa, la difusión de la cultura del dar y del amor, la ayuda a las personas que se encuentran en dificultades económicas. 

Consciente de que el «terrible desequilibrio entre países ricos y pobres» también «genera hostilidad y venganza», para Lubich «suscitar una corriente inversa al terrorismo» está actualmente entre los objetivos de la EdC, contribuyendo con las numerosas fuerzas positivas a la fraternidad que hace posible la comunión de bienes y la derrota de las desigualdades sociales. 

Para llevar esto a la práctica en el terreno laboral, Chiara Lubich lanzó ante 650 economistas, investigadores, empresarios, trabajadores, estudiantes y accionistas de una treintena de países el desafío de «hacer de cada hora una obra maestra de precisión, de armonía» y «aprovechar los propios talentos y perfeccionarse». 

En su opinión, el trabajo se debe realizar «no sólo por el beneficio», sino para «transformar en amor cada cosa que sale de nuestras manos» --recoge «Radio Vaticana»--. 

Advirtió a los participantes en el Congreso Internacional que «la pesadumbre del trabajo, las dificultades de relación y contradicciones son la típica penitencia que no puede faltar al cristiano». 

En cualquier caso, en primer lugar entre empleador y empleados debe estar «aquel amor recíproco que atrae la presencia de Jesús en la colectividad», añadió. 

En ese contexto Jesús se hace luz «para encontrar juntos nuevas formas de organización del trabajo, de participación, de gestión», de forma que «las empresas se conviertan así en moradas de Dios con los hombres, verdaderas antesalas del paraíso», recalcó Lubich entre los aplausos de los presentes. 

Por su parte, Luigino Bruni --profesor de Economía en las Universidades de Bicocca y Bocconi de Milán--, entre los responsables del Movimiento para una Economía de Comunión, recalcó cómo de esta experiencia está madurando una visión profundamente evangélica de la riqueza y de la pobreza. 

Según explicó, existe una «pobreza sufrida» que hay que erradicar, esto es, la miseria injusta e inhumana. Pero «hay otra pobreza, la libremente elegida, que constituye la precondición para derrotar la miseria», reveló. 

Esto se podría resumir en la frase: «Todo lo que soy y tengo me ha sido dado y por lo tanto debe ser restituido», una propuesta que apunta a la opción de una vida sobria y a la comunión de «bienes que se convierten así en puentes», aclaró Bruni. 

Desde esta óptica, y como promete el Evangelio, en la gestión misma de la empresa se hace lugar a la intervención del «socio invisible» con el céntuplo, o sea, la Providencia, concluyó. 

Más información en www.focolare.org www.edc-online.org .

Cuando lo religioso molesta…

Las decisiones que la unión Europea va tomando basado en la tolerancia... intolerante.

 Recuerdo un prédica del Cardenal Raúl Silva que mirando a la audiencia decía con fuerza: ¿Por qué no nos creen que Jesús ha resucitado? ... lo decía mirando el dolor del pueblo y la sordera de quienes podían abrir las posibilidades de paz y democracia.

Hoy, continuando con su reflexión, podríamos decir ¿Por qué no nos creen que Jesús ha resucitado? y que por eso nos preocupa que cada persona tenga acceso a su propia resurrección, que por eso la Iglesia levanta su voz en favor de las mayorías pobres, que por eso se pide aplicar el sueldo ético, que por eso de implora cuidar el trabajo de los pobres ... un cesante es Cristo crucificado, es un fracaso de quienes nos decimos cristianos y no hemos podido crear justicia y equidad social.


Hay muchos que no nos creen. Europa es un testimonio claro. Por la tolerancia, se ha caído en la intolerancia hacia las religiones... este artículo nos invita a reflexionar sobre esto.

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Tomado de Aceprensa. 3 Abril 2009.

En una entrevista para la revista Huellas (marzo 2009), Marta Cartabia, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Milán-Biccoca, se refiere a la forma en que la Unión Europea se ha transformado en un enorme aparato burocrático cuyas competencias parecen reducirse cada vez más a temas técnicos. Pero la realidad es que esta superestructura influye sobre la vida de cada europeo.

La mayoría de las leyes nacionales –señala la profesora Cartabia– son ya ejecuciones de normativas europeas, en muchos casos los jueces nacionales aplican directamente el Derecho europeo y cada vez más el Parlamento Europeo se pronuncia sobre asuntos sociales. Europa, de una forma u otra, sienta principios que después pesan –y mucho– a la hora de decidir si se reconocen las parejas de hecho, se aprueba la eutanasia o se mantienen los crucifijos en los colegios.

Algo, pues, se ha desnaturalizado: “No es la Europa que soñaban los padres fundadores: es una Europa técnica que, sin embargo, no se limita a cuestiones técnicas, puesto que interviene en terrenos reservados a la vida de las personas”. La experta jurista advierte además que la política comunitaria establece un sistema de influjos mutuos entre los distintos países, incluso en temas que son de competencia nacional: “Se dice, por ejemplo, que si en otros países hay ya de alguna manera un reconocimiento jurídico del matrimonio entre homosexuales, ¿por qué un homosexual que se casa en España y después viene a vivir a Italia no tiene derecho a que su matrimonio se le reconozca? El principio de no discriminación, unido a la libre circulación –que es uno de los cimientos de la Unión Europea–, presiona con fuerza las políticas familiares de los distintos Estados”.

Igualitarismo ciego a las diferencias.

Para Cartabia, también el principio de no discriminación ha sido absolutizado en las políticas de la UE. En realidad, dice la catedrática, se trata de una “reformulación” del concepto de igualdad: “Cuando se habla de ‘no discriminación’ se propugna una forma de igualitarismo ciega a las diferencias” –advierte Cartabia. “Mientras que la tradición de los países europeos, al contrario, siempre ha sido capaz de conciliar diferencias e identidades, porque reconocía una naturaleza humana común. ‘Unidad en la diversidad’ era el lema propuesto para la Unión Europea. Los organismos estatales siempre debían tratar de defender, hasta donde les era posible, las diferencias, sin convertirlas en una forma de exclusión. Para la Europa actual, en cambio, no discriminar significa tratar a todos de la misma manera”.

El despego de la realidad y el mero formulismo dogmático de las declaraciones de principios han llevado, según dice la entrevistada, a vaciar de contenido muchos valores que no pueden crearse con un simple trámite. Así, aunque Cartabia reconoce la necesidad de empeñarse en la lucha contra la discriminación, advierte que “los derechos de los ciudadanos europeos, en los que tanto énfasis se puso en la época de Maastricht, tienden a extenderse sin distinción alguna a todos los extranjeros presentes en el territorio, a través de una serie de decisiones jurisdiccionales. Del vínculo que supone la pertenencia a un pueblo, se pasa a la idea de que la mera residencia te hace titular de derechos”.

Libertad reducida a autodeterminación.

Para Cartabia, también la idea de libertad “reducida a autodeterminación” es el desarrollo de una ideología construida sobre reivindicaciones que privilegiaban el derecho a la intimidad: “sobre este aspecto sólo decido yo”.

Limitada, entonces, a su aspecto reivindicativo, la relación con lo público se transforma en una pura solicitación: “Todo se convierte en derecho. Los derechos proliferan y se convierten en un concepto trivial: el Estado debe asegurar todo lo que uno desea. Como si pudiéramos disponer de la vida y la salud a nuestro antojo y la vida fuese objeto de nuestras pretensiones”.

A propósito del modo que ha encontrado la legislación europea para encajar el hecho religioso en el orden que ha construido, Cartabia afirma que “se sostiene la idea de que las sociedades son democráticas sólo si confinan el hecho religioso a un ámbito puramente privado. Fíjese en el asunto del velo en Francia, que precisamente el otro día casi llegó al colmo del absurdo: obligaron a un sikh a hacerse la foto del carné de conducir sin turbante porque sería un símbolo religioso”.

Para la profesional del Derecho Europeo, “es la ausencia de debate público la que lleva a esos extremos”. La solución que postula, entonces, depende de poner las cartas boca arriba con una honesta disposición a razonar: “No se trata de librar la batalla de los valores católicos contra los valores laicistas, sino de volver a comenzar desde una capacidad cognoscitiva. Hay que librar la batalla en el campo del conocimiento, antes que en el ético. Cuantos más datos de la realidad tengamos, mayor capacidad de conocimiento profundo de ella podremos alcanzar”.

LA FUERZA DEL VINCULO Y LA HUMILDAD DE LA VID


EL APEGO EN LA VIDA HUMANA.
La sicología dice que "el apego materno" es esencial realizarlo en forma sana en los primeros minutos de vida entre hijo y madre.... esto permitirá tener hijos sanos, adultos equilibrados.
El apego y los vínculos humanos potencian la vida de las personas, nos permiten crecer sanos, sabiendo que hay una red enorme de relaciones que nos sostienen, integran, dan vida. 
Un sarmiento es un signo del apego que necesita la vida humana de lo trascendente. Dios Padre-Madre crea un vínculo eterno con nosotros.
Jesucristo nos ha heredado todos sus derechos como Hijos de Dios, nos ha dado una dignidad elevada a la altura de los ángeles, nos ha convertido en sus ramas, en parte de su vida, plenamente unidos “para que tengamos vida” (y en abundancia) .

Vincularnos con Jesucristo, tener una comunión permanente  significa vivir el llamado y la enorme evidencia de un Dios permanente y actuante: “permanezcan en mí y yo en ustedes”…,  mayor comunión y vida en EL, mayor será la unidad y habitabilidad de Dios en mi.
LA HUMILDAD DE LA VID

Sabemos también que toda vid, tiene un objetivo fundamental: crear vida, ofrecer sus frutos, alimentar, generar un vino de calidad y llevarlo a la mesa para la conversación y alegría… toda vid y sus frutos, son siempre para otros, para alimentar y fortalecer a otros.

Ese gran objetivo de la vid, simplemente no lo puede hacer sin la ayuda de ese pequeño sarmiento. En esto se expresa un milagro: la fortaleza del tronco de la vid, requiere de la debilidad de ese retoño, de esa ramita para hacer emerger sus frutos.

Esta vid, tan llena de vida y de fuerza, necesita de esos pequeños brotes, de esos sarmientos que le permitan expresar la enorme capacidad de vida, de nutrición, de fuerza que tiene la vid.

La humildad de la vid se expresa en el enorme caudal de amor que Dios tiene por su creación, no nos quiere pasivos, en todo momento nos hace sus co-creadores. Es Dios creando con nosotros, en nuestros trabajos, en nuestras luchas, en nuestras debilidades y también en nuestros éxitos y alegrías.

La humildad de la vid, se muestra en la humildad de Dios hacia nosotros: EL requiere de nuestro SI QUIERO!, pide nuestra voluntad, no nos obliga a nada.

No somos marionetas en sus manos, no somos fruto de "un destino" que cumplir... Dios quiere mi ayuda voluntaria. EL se acerca a pedir mi ayuda, EL requiere mi ayuda, mis manos, mi voz, mis pasos, mis abrazos, para hablar a otros, para dar vida a otros, para abrazar a otros.

"En una obra del escritor brasileño Pedro Bloch se encuentra este diálogo:

¿Rezas a Dios? Pregunta Bloch.

Si, cada noche contesta e pequeño.

¿Y qué le pides?   Nada. 

Le pregunto si puedo ayudarle en algo.

Dios necesita nuestras manos para construir puentes, hacer escobas, triturar la tierra y transformar nuestro mundo. Dios necesita de nuestras manos, de nuestros pies, de nuestro vientre, de todo nuestro cuerpo humano, ya que El no tiene otro y vive en nosotros". (Eusebio Gómez Navarro OCD).

Neruda tiene un hermoso poema en que se "declara culpable" de no hacer lo que tenía que hacer:

Y me declaro culpable

Me declaro culpable de no haber hecho

con estas manos que me dieron, una escoba.

¿Por qué no luce una escoba? 

¿Por qué me dieron manos?

¿Para qué sirvieron?

si sólo vi el rumor del cereal,

si sólo tuve oídos para el viento

y no recogí el hilo de la escoba,

verde aún en la tierra,

y no puse a secar los tallos tiernos

y no los puede unir en un haz áureo,

y no junté una caña de madera la falda amarilla

hasta dar una escoba a los caminos?

Y así fue como se me pasó la vida sin aprender, sin ver,

si recoger y unir los elementos.

En esta hora no niego que tuve tiempo, tiempo, pero no tuve manos,

y así, ¿cómo podría aspirar con razón a la grandeza

si nunca fui capaz de hacer una escoba, una sola, una?

Sí, soy culpable de lo que no hice, de lo que no sembré, corté, medí,

de no haberme incitado a poblar tierras, 

de haberme mantenido en los desiertos y de mi voz hablando con la arena.


 Neruda se pregunta "¿POR QUE ME DIERON MANOS?"

¿Yo me pregunto por qué Dios me regaló estas manos? 

¿Qué hago con ellas? 

¿Cuánto tiempo las pongo a disposición para ayudar a otros? 

¿O solamente las ocupo en "mis cosas", en la búsqueda de mis intereses?

En la medida en que el apego hacia Dios funciona en mi, valoro la humildad de este Dios que pide mi ayuda... y mis manos ya no podrán ser las mismas ... la sed por darse y colaborar se harán presente en ellas.


LA HUMILDAD DEL SARMIENTO

Esa ramita débil no vale nada cuando se corta de la vid, 

pero lo vale todo cuando unido a ella

y es alimentado por la savia del tronco.

Al momento en que el sarmiento se separa de la vid, se seca, queda vacío de todo lo que mantenía su verdor, fuerza, fruto.

La relación vid-sarmiento es absolutamente dependiente. Así también, somos una red en la relación con Dios, que se requiere activa y permanente para que fluya la gracía, la paternidad de Dios hacia nosotros.

La soberbia del sarmiento expresada en los deseos de nuestra sociedad globalizada y sus actos de independencia total de un ser superior, el alejamiento de una moral objetiva, de la creatividad humana puesta al servicio del comercio, del olvido del valor de la vida y la trascendencia humana, terminan por arrancarnos de las bases esenciales para la vida de las personas … ¿será por eso aquella nostalgia que surge en nosotros por una vida distinta, ese acoso de la ansiedad, angustia y depresión que se ha quedado en nuestras casa?


Hemos querido, Señor, vivir separados de Ti, hemos separado aguas, tú por allí, nosotros por aquí.

Hemos decretado la muerte de Dios y la vida eterna del ser humano. Seremos hombres y mujeres, jugando a ser dioses. 

Expulsamos a Dios de nuestras constituciones, de las escuelas, del arte, de los estadios... y de muchas iglesias... te hemos llamado Señor, nuestro "amigo imaginario", hemos dicho que los pueblos poco evolucionados tienen supersticiones y creencias religiosas... hemos vaciado nuestra vida de la trascendencia.

Por eso cabalgamos en la noche, sin saber donde ir, sin saber en qué lugar detener la marcha... somos peregrinos sin ruta ... hemos olvidado la pregunta de los apóstoles: ¿A dónde iremos Señor? ...  SOLO TU tienes palabras de vida eterna... 

FECUNDIDAD INTERNA DEL SARMIENTO

FECUNDIDAD INTERNA DEL SARMIENTO

El sarmiento es una rama que brota desde la vid, desde su tronco, esta es su esencia y vocación, estar unido plenamente, de otra forma no puede tener vida ni lograr frutos.

Esta es la fecundidad interior a la que nos llama el “viñador”, nos transforma en una parte esencial de su propia vida, nos hace sus brazos capaces de dar frutos.

“Permanecer” en Cristo, vivir en EL, es fundirse con EL. Mantenemos nuestra identidad -el sarmientos se puede señalar como distinto de la vid- pero forma con la vid UNA sola realidad: Una gran parra que reverdece y produce.

De alguna forma este ejercicio de unidad, identidad y comunión, contradice la dinámica de la vida humana: permanecemos en el seno materno hasta nacer, pero debemos dejarlo para poder crecer.

Luego más tarde nos seguiremos diferenciando desde los aspectos sicológicos y físicos de nuestros progenitores… finalmente tenemos que dejarlos y seguir creciendo en otros espacios.

En la vida de fe, es contrariamente a esto, de vital importancia el “permanecer” en el lugar de la unidad entre vid y sarmiento, una forma de vivir en plenitud para el cristiano, es no abandonar la vid que nos da la vida. Ese es el criterio de fecundidad de una vida vinculada en Cristo: “no puedes dar fruto, si no permaneces en mí”. Ese es el criterio de fecundidad de una vida vinculada en Cristo: “no puedes dar fruto, si no permaneces en mí”.

Este tiempo Señor nos invita a evadirnos, a no "permanecer", sino a a pasar por las cosas y la gente. Vivimos tiempos leves, tiempos de descompromisos, tiempos de "paseantes" más que de "habitantes".  Tú eres el Dios que permanece, que le gusta habitar y quedarse, que nos llama para quedarse a alojar en mi casa.

Eres el Dios del pan servido calientito en la mesa ¿por qué te gusta ser nuestro jardinero, nuestro panadero, nuestro cocinero? No deja de emocionarme el relato del evangelio en que recibes con pan, fuego y pescado a los discípulos agotados tras la jornada de trabajo. Te quedaste con ellos, habitaste su angustia, su impotencia por traer las redes vacías.

Nuestros corazones, requieren de tu permanencia Señor, somos huérfanos que golpean puerta tras puerta buscando la mano que les abra... en ocasiones elegimos las puertas incorrectas, pero siempre hay una que nos espera, siempre hay puerta que guarda olorcitos cariñosos, de leña encendida, de té y cedrón , de leche fresca, de pan al rescoldo... esa puerta es la tuya Señor, esas son tus manos que permanecen con y en nosotros.

SARMIENTO, DEBILIDAD Y GRANDEZA.

La experiencia humana en el arrullo de Dios.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
 

Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador.

Todo sarmiento que en mí no lleve fruto, lo cortará;

y todo el que dé fruto, lo podará,  para que dé más fruto.

Ustedes están ya limpios por la palabra que les he hablado;

permanezcan en mí y yo en ustedes.

Como el sarmiento no puede dar fruto

de sí mismo si no permanece en la vid,

tampoco ustedes si no permanecen en mí.

Yo soy la vid, ustedes los sarmientos.

El que permanece en mí y yo en él,  ése da mucho fruto,

porque sin mí no pueden hacer nada.

El que no permanece en mí es echado fuera,

como el sarmiento, y se seca  y los amontonan 

y los arrojan al fuego para que ardan.

Si permanecen en mí  y mis palabras permanecen en ustedes,

pidan lo que quieran, y se les concederá.

Mi Padre encuentra su gloria en esto:

que ustedes produzcan mucho fruto,

llegando con esto a ser mis auténticos Discípulos”

(Evangelio según San Juan 15, 1-8)


LA MAYOR HERENCIA DE JESUS.

El relato de este evangelio es parte de la despedida de Jesús, son sus últimas enseñanzas, su testamento personal, la herencia mayor que nos puede ofrecer.

Es la noche de la Ultima Cena, noche solemne, íntima pero a la vez tensa y dramática antes de su entrega a sus verdugos.

En ese contexto presenta la parábola de la vid y de los sarmientos.  ¿Por qué un tema tan campesino, tan básico y simple? ¿Por qué no una alegoría sobre el universo, las estrellas, los sistemas de gobierno universal?

Porque Dios es simple, primeramente, y habla en lenguaje y figuras que nos son cercanas.

El tema de la viña es esencialmente cultural y bíblico, especialmente para el pueblo Israelita, quienes ven en las viñas uno de sus  cultivos esenciales. 

EL REGALO DE LA UNIVERSIDALIDAD DE JESUCRISTO.

Hasta antes de que Jesús hablara de la viña,  la viña representaba a Israel y Dios era su viñador, imagen presente en variados textos del antiguo testamento en boca de salmistas y profetas que narraban alegóricamente la relación de Dios con su pueblo.

En este relato maravilloso Jesús plenifica la lectura de la relación de la viña con el pueblo, ahora EL es la vid, la única y verdadera. Ahora los sarmientos son sus seguidores, sus discípulos-misioneros. Ahora Dios es el gran viñador de esta cepa en que ha sido visitada y habitada por su Hijo.

En todo hay un gran cambio radical: la Viña ya no será solamente Israel, sino ahora es universal, se llena de brotes en toda la humanidad, el Nuevo Testamento se plenifica con las nuevas palabras de Jesucristo. Para Jesucristo Israel no basta, la Iglesia no basta, sobrepasa todos los márgenes, toda ideología, todo grupo, toda raza y nación... es el amor que no soporta estar envasado y quiere correr por las calles.

 

UNIDAD DESDE LA IDENTIDAD PERSONAL.

UNIDAD DESDE LA IDENTIDAD PERSONAL.

 

¿Donde comienza la rama y donde el árbol? ¿Donde el aire deja de serlo y pasa a ser  viento, brisa, torbellino?

“Cuestión de límites”, podría indicar un agrimensor , cosa de “identidad personal”, podría ser el juicio de un sicólogo... “consecuencia de la comunión”, podríamos agregar reflexionando.

La comunión derriba las fronteras, las desconfianzas, los límites.

Ella permite  entender que un árbol, sólo existe en la medida en que se mantenga una total unidad de sus partes,  que por cierto son distintas.

Si talamos el árbol y dividimos sus partes podremos obtener : Hojas, madera, resina... ellas por sí solas no son un árbol, lo serán gracias a la integración, equilibrio y complementación de sus partes.

Existen miembros diferentes, con roles diferentes... pero cada uno tiene la conciencia clara de formar parte de algo grande... ellos en comunión forman el árbol. Es todo el árbol que se hace hoja, tronco, rama, raíz, fruto, semilla.

La clave: mantén tu individualidad en el encuentro, mantén lo que te da identidad, lo que te hace ser tú y no otro... gracias a esa diferencia puedes complementarte con  quienes convives diariamente. Pero junto con esto busca y trabaja por la comunión, por el encuentro y crecimiento con otros.

 

Dios, la mujer y el hombre en comunión.  Ser uno con Dios.

 

La relación que el hombre y la mujer establecen con Dios llega a su plenitud, en la comunión. Una común-unión entre dos diferentes que se acercan, rompen fronteras, asumen las diferencias para lograr que dos sean uno, sin dejar de ser cada uno diferente.

¿Acaso puede el hombre ponerse ante Dios y analizar su vida y decir: aquí actuó Dios y aquí actué yo? ¿Podrá el creyente separar la acción de Dios en su vida?

Es precisamente   en la comunión entre Dios y el Hombre en donde surge una “Sociedad eterna ilimitada” en la cual ambos son responsablemente solidarios y co- autores.

Se nos ha dicho que Dios  inspira y que el hombre escribe el verso; que Dios da la semilla y el hombre fecunda la tierra con ella. Se nos ha dicho que el trabajo del hombre culmina la obra creadora de Dios.

ENTREGARSE AL ARRULLO DE DIOS.

ENTREGARSE AL ARRULLO DE DIOS.

 

Dios no es un Padre común, es especial por cierto, al punto que hace cosas que no necesita hacer. Lo hace por nosotros, Dios es la gallina que nos protege bajos sus alas, es el canto suave que la madre usa para hacer dormir a su hijo, es la voz del enamorado que cautiva con sus arrullos a la enamorada.

 

¿Hay cosa más exquisita que quedarse en los brazos del que nos quiere? Ese acto da plenitud a la existencia humana, ya que nos hace experienciar, que Dios está, que hemos visto su rostro y que nos imprime toda la vida que recorre nuestro ser.

 

“Yo soy la vid y Ustedes los sarmientos”, -nos dice Jesús-

Tú eres el árbol, nosotros las ramas...

¿Pero donde termina el árbol y donde empiezan las ramas?

¿Acaso los sarmientos no forman también la vid?

¿No es la misma y la única savia la que circula por la vid y los sarmientos?

¿No es el mismo ardor de fruto y primavera que recorre al árbol y a las ramas,

a las hojas y a los frutos?

 

Dios no es un Padre común, al punto que inventó el arrullo, ese susurro, entre canto y cariño que los padres dan a sus hijos. Muchas veces son simples sonidos que desean expresar cuánto quieren al hijo que tienen en sus brazos.

Dios nos arrulla en su abrazo, nos arrulla también en el abrazo de los amigos, en una tarde tranquila, en pisar el pasto como niños, en un buen baño, en un grato paseo, en la contemplación de un paisaje. En una tarde de conversa y de copas con amigos, en una película bonita, en una lectura gratificante, en una hora frente al Santísimo, en el silencio del que no sabe como expresar su amor a este Dios que nos arrulla con tanta cosa simple y cotidiana.

 

Dios Padre que arrulla, es la vid que traspasa toda la fuerza de su savia a los brotes, al renuevo, a los sarmientos. Somos una creación llena en plenitud del amor de Dios, no hay espacio en donde no esté presente.

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