domingo, 12 de abril de 2009

LA FUERZA DEL VINCULO Y LA HUMILDAD DE LA VID


EL APEGO EN LA VIDA HUMANA.
La sicología dice que "el apego materno" es esencial realizarlo en forma sana en los primeros minutos de vida entre hijo y madre.... esto permitirá tener hijos sanos, adultos equilibrados.
El apego y los vínculos humanos potencian la vida de las personas, nos permiten crecer sanos, sabiendo que hay una red enorme de relaciones que nos sostienen, integran, dan vida. 
Un sarmiento es un signo del apego que necesita la vida humana de lo trascendente. Dios Padre-Madre crea un vínculo eterno con nosotros.
Jesucristo nos ha heredado todos sus derechos como Hijos de Dios, nos ha dado una dignidad elevada a la altura de los ángeles, nos ha convertido en sus ramas, en parte de su vida, plenamente unidos “para que tengamos vida” (y en abundancia) .

Vincularnos con Jesucristo, tener una comunión permanente  significa vivir el llamado y la enorme evidencia de un Dios permanente y actuante: “permanezcan en mí y yo en ustedes”…,  mayor comunión y vida en EL, mayor será la unidad y habitabilidad de Dios en mi.
LA HUMILDAD DE LA VID

Sabemos también que toda vid, tiene un objetivo fundamental: crear vida, ofrecer sus frutos, alimentar, generar un vino de calidad y llevarlo a la mesa para la conversación y alegría… toda vid y sus frutos, son siempre para otros, para alimentar y fortalecer a otros.

Ese gran objetivo de la vid, simplemente no lo puede hacer sin la ayuda de ese pequeño sarmiento. En esto se expresa un milagro: la fortaleza del tronco de la vid, requiere de la debilidad de ese retoño, de esa ramita para hacer emerger sus frutos.

Esta vid, tan llena de vida y de fuerza, necesita de esos pequeños brotes, de esos sarmientos que le permitan expresar la enorme capacidad de vida, de nutrición, de fuerza que tiene la vid.

La humildad de la vid se expresa en el enorme caudal de amor que Dios tiene por su creación, no nos quiere pasivos, en todo momento nos hace sus co-creadores. Es Dios creando con nosotros, en nuestros trabajos, en nuestras luchas, en nuestras debilidades y también en nuestros éxitos y alegrías.

La humildad de la vid, se muestra en la humildad de Dios hacia nosotros: EL requiere de nuestro SI QUIERO!, pide nuestra voluntad, no nos obliga a nada.

No somos marionetas en sus manos, no somos fruto de "un destino" que cumplir... Dios quiere mi ayuda voluntaria. EL se acerca a pedir mi ayuda, EL requiere mi ayuda, mis manos, mi voz, mis pasos, mis abrazos, para hablar a otros, para dar vida a otros, para abrazar a otros.

"En una obra del escritor brasileño Pedro Bloch se encuentra este diálogo:

¿Rezas a Dios? Pregunta Bloch.

Si, cada noche contesta e pequeño.

¿Y qué le pides?   Nada. 

Le pregunto si puedo ayudarle en algo.

Dios necesita nuestras manos para construir puentes, hacer escobas, triturar la tierra y transformar nuestro mundo. Dios necesita de nuestras manos, de nuestros pies, de nuestro vientre, de todo nuestro cuerpo humano, ya que El no tiene otro y vive en nosotros". (Eusebio Gómez Navarro OCD).

Neruda tiene un hermoso poema en que se "declara culpable" de no hacer lo que tenía que hacer:

Y me declaro culpable

Me declaro culpable de no haber hecho

con estas manos que me dieron, una escoba.

¿Por qué no luce una escoba? 

¿Por qué me dieron manos?

¿Para qué sirvieron?

si sólo vi el rumor del cereal,

si sólo tuve oídos para el viento

y no recogí el hilo de la escoba,

verde aún en la tierra,

y no puse a secar los tallos tiernos

y no los puede unir en un haz áureo,

y no junté una caña de madera la falda amarilla

hasta dar una escoba a los caminos?

Y así fue como se me pasó la vida sin aprender, sin ver,

si recoger y unir los elementos.

En esta hora no niego que tuve tiempo, tiempo, pero no tuve manos,

y así, ¿cómo podría aspirar con razón a la grandeza

si nunca fui capaz de hacer una escoba, una sola, una?

Sí, soy culpable de lo que no hice, de lo que no sembré, corté, medí,

de no haberme incitado a poblar tierras, 

de haberme mantenido en los desiertos y de mi voz hablando con la arena.


 Neruda se pregunta "¿POR QUE ME DIERON MANOS?"

¿Yo me pregunto por qué Dios me regaló estas manos? 

¿Qué hago con ellas? 

¿Cuánto tiempo las pongo a disposición para ayudar a otros? 

¿O solamente las ocupo en "mis cosas", en la búsqueda de mis intereses?

En la medida en que el apego hacia Dios funciona en mi, valoro la humildad de este Dios que pide mi ayuda... y mis manos ya no podrán ser las mismas ... la sed por darse y colaborar se harán presente en ellas.


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