MIS MANOS, TUS MANOS… SARMIENTOS DE DIOS.
Cada vez que miro mis manos, las veo como una maravilla. Con ellas puedo comunicarme, bendecir, recibir, dar, alimentarme, acariciar, escribir, usar la tecnología, cocinar, sembrar y regar. Manos que son una maravilla ¡por cierto que son una continuidad de las manos de Dios!
Pero en ocasiones con mis manos hago la guerra, oculto mi dinero que puedo compartir con otros, bebo el vaso demás, compro más de lo necesario, reparto la torta en forma desigual, guardo y guardo en mi closet, niego las caricias necesarias para otros, cierro mi puerta en forma violenta, cojo la piedra para protestar en forma violenta, escribo dolores en el alma de quienes me quiere,,, con mis manos, con las mismas que amo, puedo odiar, segregar, dañar, matar.
Pese a todo Dios me sigue invitando:
Necesito urgentemente
tus manos en los hospitales,
en las escuelas, es las plazas,
en la economía, en los bancos…
¿y en la Iglesia?
–pregunté al no verla en el listado-
allí ya tengo muchos manos…
algunos no entienden
que más que rodillas rotas,
necesito manos llenas de proyectos
para construir una sociedad distinta,
para que los negocios sean servicio
más que un abuso y aprovechamiento del pobre;
para que las escuelas enseñen con calidad;
para la política sea una veneración por el pueblo;
para que tengan coraje para luchar decididamente
por un mundo más humano y justo …
ENTIENDAN: no soy el Dios del templo.
Soy el Dios del Universo,
que se niega a ser rehén de un santuario.
Soy el Dios de la vida,
y nada de lo que pasa en la tierra me es indiferente.
Quiero manos libres, desafiantes del dolor,
la crítica, las componendas,
que se auto impongan el desafío de ser las manos de Dios.
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