sábado, 12 de septiembre de 2009

VENGO A TI TRABAJADO Y CANSADO…




Pablo Neruda, Hijo tuyo Señor,
(a pesar de que no te reconocía públicamente)
tenía una fuerza espiritual enorme
¿no sería ese fuego que pones en cada ser humano
que también ardía en sus poemas en una forma incontenible?
Mira lo que escribe en uno de sus poemas:

"Me dediqué a las puertas más baratas, a las que habían muerto
y habían sido echadas de sus casas, puertas sin muro, rotas,
amontonadas en demoliciones, puertas ya sin memoria,
sin recuerdo de llave,  y yo dije:
Venid a mi,  puertas perdidas: os daré casa y muro
y mano que golpea,  oscilaréis de nuevo abriendo el alma,
custodiaréis el sueño de Matilde con vuestras alas que volaron tanto."

Al leerlo siento una profunda mirada de divinidad en sus palabras,
¿No es una nueva forma de decir aquellas palabras de Jesús?:
“Venid a mí todos los que están trabajados y cargados,
que yo les daré descanso”. (Mateo 11).

¿No será algún recuerdo de niño en la Iglesia de Parral
que escuchara y que ya adulto asaltara su memoria?
 Como Neruda, no pocas veces vivo la experiencia de ser una “puerta perdida”,
“un trabajado y cargado” de la vida.

¿Cómo no han de cansar las preocupaciones, los errores,
arrepentimientos, incoherencias,  pérdidas, fracasos?
¿Cómo no han de cansar las tensiones, la rutina brava,
el silencio cabizbajo de los caminantes que a veces vamos sin rumbo?
¿Cómo no hemos de estar cansados al tropezar con la misma piedra,
que se expresa en mis temores, ansiedades, inseguridades?

¿Cómo no hemos de estar cansados  al ver nuestra voluntad debilitada,
incapaz a veces de dominar la agresividad, el egoísmo, la tibieza espiritual?

Sin embargo, allí, en medio del crujir de mi existencia, estás tú Señor,
llamando a las puertas perdidas y solitarias de la ciudad,
aquellas que no tienen recuerdo de llaves que las abrían,
o de manos que las golpeen, ni de corazones que esperen tras ellas.

Este Jesús es el Señor de las puertas perdidas, amontonadas,
Jesús que escucha, que llama y golpea para que abramos.
Jesús que comprende , que padece a mi lado, que me ama y espera,
con un enorme abrazo reparador y descansador.

jueves, 10 de septiembre de 2009

¿NO TE ESCUCHO O NO ME HABLAS?


No hay nada más demoledor que hablar sin recibir respuesta.
Los monólogos sólo sirven en el teatro, en la vida destruyen…
En el silencio de una profunda noche te lo pedí: ¡Háblame!
en el bullicio de la ciudad también lo hice… y nada.


Quería escucharte en nuestras calles y plazas,
en los negocios y actividades que armamos,
en las relaciones y personas que amamos.
Sin embargo te sentía tan lejano y ausente.


Vivimos tiempos en que todos hablan y gesticulan
y TU pareciera que optas por guardar silencio…
¿Crees que los hombres y mujeres de hoy
estarán dispuestos a hacer silencio para que les hables?
Estamos tan llenos de ruido e interferencias,
que no se si no te escucho o finalmente no me hablas….
No tenemos tiempo para detener la máquina productiva,
(que somos nosotros mismos),
no tenemos ánimo de silenciarnos y renunciar a la locura de la verborrea.


Pero sin embargo tu sigues llamando, a cada uno por su nombre,
eres el amigo de la comunión, el Señor de los vínculos y la conversa.
Nos entregas tu Palabra y nos pides una respuesta.
Tu Palabra nos despierta en medio de la noche,
tu palabra nos anima hacia una respuesta valiente.


Ella sólo surge en el silencio interior para escuchar la voz de Dios,
me pides un rinconcito en mi casa, un lugar en la playa,
un banco en la plaza para conversar en silencio.
Luego del silencio me invitas a que mire y admire.
Silencio y la contemplación, quietud y admiración.
Al fin aprendí que sin hacer silencio en nuestro interior,
sólo nos escuchamos a nosotros mismos,
Pero las carreras, el exceso de trabajo, los problemas
Se transforman en paredes que me encierran
y separan de esa poderosa y delicada armonía de vivir en ti.
Hemos quitado así, el centro esencial de nuestra vida,
lo accesorio es central y lo central lo hemos hecho accesorio.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

HIJOS DESORIENTADOS


“Desorientado”, profunda palabra, maestra palabra.
Nos habla de “perder el horizonte”
perder esa mirada amplia sobre lo esperado.
Estar desorientado es no saber que viene,
que nos espera y lo peor,
no saber que es aquello que buscamos.

Junto con desear y anunciar la muerte del creador,
fuimos asesinos de los amplios horizontes,
aquellos de la grandeza humana,
los que nos hablaban de la enorme fuerza
de nacer sabiendo que éramos amados
y que nos invitabas a vivir un Proyecto Personal de Vida
que desde toda eternidad habías pensado para nosotros.

Nacer con un horizonte,
no es lo mismo que nacer del azar, de la causalidad.
TU siempre nos hablaste de las alturas, de luchas,
de metas ascendentes, de horizontes amplios.
Los teníamos desde milenios, hoy los hemos descartado,
no nos sirven las enseñanzas de tus seguidores de antaño.

¿Qué nos dice un San Francisco, un san Agustín?
¿Para que un san Benito o san Ignacio?
Para el habitante de la globalización son vendedores,
son parte de un mercado religioso que poco impacta en sus vidas.

¿Cómo rescatar los amplios horizontes
y no contentarnos con la miseria cotidiana?
¿Cómo decirle al niño que fue creado para el heroísmo,
para sembrar y transformar la tierra?
¿Cómo ampliar su horizonte afectivo con metas altas,
soñadoras, humanizadoras, eternas?

martes, 8 de septiembre de 2009

LA NOSTALGIA DE LOS HIJOS.


Junto con decir que matamos al creador,
junto con rechazar la fe, sepultamos los estilos de vida,
los sueños, las raíces de la sociedad y la cultura.
Los sistemas de valores humanos terminan muriendo
cuando matamos los valores divinos.
¿Qué puede quedar vivo al matar al dador de la vida?

Algo de nostalgia nubla nuestros ojos,
vamos como buscando esa mirada del que hemos expulsado
de nuestras vidas privadas y sociales,
tenemos un vacío interior que no ha logrado llenarse con nuestra vanidad.

Ese espacio es el que deseamos que puedas llenar
y volver a fecundar en el corazón humano.
Enséñanos a balbucear de nuevo en nuestro mundo interior,
quiero volver a llamarte como antes,
con corazón de niño, con actitud de niño, con ojos de niño.

¿No eres TU quien siento aleteando a mi alrededor?
¿No brinca mi corazón cuando te acercas y me arrullas
en ese amor eterno que me sobrepasa y me vuelve niño?
¿No eres TU el que me toma niño en tus generosas manos de Padre?
¿Cómo podemos anunciar que RESUCITASTE de esta muerte violenta?
¿Cómo podremos volver a mirarte a lo ojos luego del oprobio,
lejos de la soberbia que ha dirigido nuestros pasos?

lunes, 7 de septiembre de 2009

LA REBELION DE LOS HIJOS


Y se levantaron nuevos predicadores de nuevas religiones.
Nuevas prédicas: No a las verdades absolutas
todo es relativo, transitorio, opinable.
¡Estamos orgullosos de vencer una moralidad esclava,
Ya no más miradas sumisas ante un creador omnipotente,
abajo la resignación y conformismo ante un “destino” irrevocable!

Los valores ya no los buscamos en la verdad,
sino en las opciones particulares o intereses de cada uno.
¿Qué es el amor o la justicia?
Depende de quien entregue el amor o pida justicia…
la búsqueda de la verdad ha dejado de ser la medida del valor,
hoy el mercado y la relatividad pesan más que ella.

La anorexia valórica es también un signo de la aparente muerte del creador.
Nos lleva a un estado larvario, pasivo, agónico,
a llenar la sed de eternidad con la creación de nuevas religiones
y a seguir a maestros e iluminados de credos emergentes.

Hemos decidido vivir cada uno con sus ideas y creencias,
cada uno con un paredón en donde mata sus propios dioses
y con un altar en que instala a los nuevos que ha inventado
acorde a sus nuevas creencias y características de su propia religión.

Estos nuevos dioses bailan alrededor nuestros,
ellos nos adoran, ellos nos alaban, ellos nos justifican.
¿Para que un “Padre Nuestro”
si nosotros somos capaces de crearnos a nosotros mismos?

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