Esta noticia la tomamos del Diario
la Tercera, del miércoles 20 junio 2018. Nos invita a un tema esencial: Que el
MEDIO no se transforme en un FIN…. Para terminar adorando a la diosa burocracia
de los magos y sacerdotes que trabajan para el Ministerio de Educación,
Superintendencia y sus derivados.
¿Burocracia? ¿No es el arte de convertir lo fácil en
difícil? ¿No es el esfuerzo por crear formularios y complejos sistemas en que
terminamos dando una misma respuesta a CINCO entidades fiscalizadoras distintas?
Esta diosa
burocracia es compleja, abrumadora, normativa, jerárquica y autoritaria…
indolente. Nos quita espacios para la calidad de la acción educativa, para
responder sus procedimientos. Nos quita tiempos con las personas, para
entregarlo a sus informes, rendiciones y requerimientos de fiscalías que nos
recuerdan a los años 80.
Un signo de los
fieles de esta diosa burocracia es el aburrimiento y hastío, la molestia y la
irritación, de sus hijos esclavos tras el computador conectados a la coerción
de un loco sistema mezcla de control y cámara de gas. Todo esto porque lo hacemos
sin convicción, ya que no somos de la casta de estos burócratas, somos
educadores, pero financiados por burócratas, por tanto a su merced.
Adoramos a la
diosa burocracia por necesidad, un imperativo legal… sino nos corta el agua y
el gas. Y ojo, no es que seamos flojos frente a sus 2.357 obligaciones, no
Señor, es que creemos que estamos en la escuela
PARA MÁS, anhelamos tener tiempo para hacer de esta escuela, OTRA… y
usted no nos deja.
El medio lo han
convertido en un fin… ciertamente que necesitamos eficiencia, cumplir metas,
pero hoy las metas es cumplir con las “evidencias”: ¿tiene el acta de las
reuniones? Ahhhh, pero acá falta una firma… ¿El cronograma tiene mal puesta una
fecha? Ahhhh, otra multa… ¿Tiene los tubitos vacíos de los lápices de pasta que
evidencie que se usaron? Veamos el
Proyecto Educativo… ¿Tiene las 342 partes requeridas? ¿Se aprobó en reunión del Consejo Escolar? Muestre actas y firmas…
hummm, falta otra firma. ¿Y por qué no pregunta cómo lo hicimos, la participación
en su elaboración, el nivel de debate, los canales de validación, la identidad
y el desarrollo escolar que busca? En fin…
quedará para otra visita…
Este tipo de
supervisores, no buscan los objetivos finales, buscan la cosita pequeña, para
llenar sus planillas; no les interesa el
objetivo, les interesa que esté bien escrito el informe… no les preocupa el
contenido del escrito, van tras la evidencia
rústica, los puntitos de la subvención, la estructura, el casillero bien tiqueado,
la frase puesta al lado izquierdo… uffff… adiós al pensamiento divergente y creativo.
Este tipo de
supervisión, termina siendo de un voyerista burocrático, que nos desnuda y allí
se queda gozando de nuestras debilidades y temblores de haber fallado en un
dogma que la diosa burocracia acababa de entregar a sus sacerdotes del rito
supervisor.