sábado, 22 de octubre de 2016

“No estamos preparando a los niños de hoy para lo difícil”

Gilles Lipovetsky presenta 'De la ligereza', su reflexión sobre esta condición que ha embargado la vida de las personas.

Fuente: Diario El País, 22 octubre 2016


La sociedad contemporánea pone en valor al individuo, cierto, y le da más poder sobre sí mismo para decidir sobre su vida, pero al mismo tiempo aumenta su fragilidad, lo estamos viendo con los índices de depresión o estrés. Y es que en las sociedades antiguas la educación dura te preparaba para vivir en un mundo difícil. 
Hoy, les educamos dulcemente, queremos que los niños sean felices y no les preparamos para lo difícil, para lo que Freud llamaba “el principio de realidad”. También hay una razón estructural: en esas sociedades tradicionales no se planteaban preguntas sobre la organización de la vida porque se organizaba como lo habían hecho los padres. Hoy las tradiciones han perdido su fuerza y cada uno debe construir su vida, desde la educación a la alimentación. Y eso es duro.
P. ¿Nos equivocamos al abrazar tanta ligereza?
R. No nos equivocamos, es inevitable, es el precio de la libertad. Hemos ganado la libertad de elegir y hemos perdido la seguridad de no tener opciones. La pareja, por ejemplo, también se peleaba sin plantearse otra cosa y ahora te planteas separarte. Hay una segunda capa. Si antes no eras feliz no hacías nada. Hoy miras en la educación, la vida amorosa, el trabajo, la salud como territorios en los que tomar decisiones. 
La sociedad individualista te ofrece condiciones de vida ligeras (placer, turismo, bienestar, tecnología) pero la vida es un peso. El consumo es ligero pero se vuelve una carga, se vuelve un trabajo si el presupuesto no es tan grande como tus necesidades.
P. Usted no está de acuerdo con que la levedad del ser sea insoportable, como escribió Milan Kundera.

domingo, 9 de octubre de 2016

Literatura de hoy: entre joyas y basura...

Hoy te presento un tema interesante, no lo leas hasta la mitad... al final lo entenderás. Este gran literato nos hace presente una realidad: Libros hay algunos muy buenos (bien redactados, buenas historias) pero mucha basura (después de leerlos qué?)... interesante, especialmente con cuanto autor busca hoy la fama en escritos pobres, que muestren la miseria humana con detalle y después qué?... en fin...

“Hoy sin duda hay literatura buena, pero muy poca realmente grande”

El escritor y editor Roberto Calasso (Florencia, 1941), ganador del Premio Formentor 2016. Es uno de los grandes nombres de la cultura europea, observa el panorama literario actual : “Se diría que la literatura ha entrado en una fase de latencia, en los últimos cincuenta años se ha estrechado. Es difícil encontrar sorpresas. Sin duda hay cosas buenas, pero pocas son realmente grandes. ¿Falta ambición? Sí, cuando miro la literatura hasta los años setenta veo que era algo ligado a una ambición enorme, ahora eso no es ya lo usual, evidentemente”.

Ninguno de sus lectores, lectores de La ruina de Kasch, de Las bodas de Cadmo y Harmonia, de Ka, de K., de El rosa Tiepolo, de La folie Baudelaire, dudará de que el propio Calasso es autor de objetivos desmesurados y, sí, de grandeza.

Hombre capaz de mostrar la relación especular entre la India védica y la Grecia arcaica, de señalar los parecidos entre Helena de Troya y la Tara de los Veda , de apuntar sin que le tiemble el pulso que los terroristas islámicos ejercen la devotio romana, de trazar la relación entre la carroña de Baudelaire y el cuarto kanda del Satapatha Brahmana, de decir tantas y tan bellas cosas sobre las indelebles raíces de nuestra cultura, Calasso transita senderos por los que uno solo se encuentra a gente como Dumézil, Mauss, Robert Graves, Borges o el viejo Frazer.

Su obra, inclasificable –alguien ha dicho que habría que crear un género solo para él-, enciclopédica, de una vastedad y profundidad asombrosa, con un conocimiento de la literatura y las mitografías que rozan lo sobrehumano –aprendió sánscrito por sí mismo para profundizar en el pensamiento de los grandes textos sagrados acuñados en la India, del Rigveda al Mahabharata-, y a la vez dotada de rara altura poética, se expresa especialmente en ocho libros que, como los ladrillos del altar de fuego védico sostienen una gloriosa e incandescente ofrenda a la inteligencia.

“Los dioses temen el conocimiento de los hombres”, escribe en su último libro publicado en España (por Anagrama, como los otros), El ardor -una reivindicación apasionada de “la tremenda vivacidad de los textos védicos”- . Sin duda temen el suyo.

Él te dirá, citando los Brahmana que “los dioses, en efecto, aman el secreto y se oponen a todo lo que es evidente”. ¿Neo-gnóstico? “Gnosticismo quiere solo decir que se da privilegio al conocimiento”. Suspira impaciente –y uno se estremece- cuando se le pregunta sobre el sacrificio, al cabo el tema que empapa el medio millar de páginas de El ardor. “No hay nada más difícil de entender que el sacrificio, en el que ofreces y destruyes, y que nos hace enfrentarnos a lo desconocido. No hay teoría que consiga comprender el fenómeno en su totalidad. La sociedad secular lo malinterpreta, lo reduce. Volver a percibirlo en su realidad supondría un cambio radical. Lo esencial es que la sociedad secular solo tiene como referencia a ella misma”.

El título de El ardor, confiesa, incluye un guiño a su admirado Nabokov, “pero se refiere a esa palabra védica esencial en sánscrito, tapas, el ardor: para saber, en la doctrina védica, es necesario literalmente arder, un fervor feliz que tiene hermosísimas connotaciones poéticas.


Calasso se declara preso del “Partenón de palabras” de la civilización védica desde muy joven. “A los 16 o 17 años, sentí que allí, en las Upanisad, en la Bhagvad Gita, había algo que no encontraba en otro sitio”.

NOTA: El Premio Formentor es un galardón que se concedió desde el año 1961 al 1967, impulsado por la editorial española Seix Barral, con la colaboración de una decena de sellos extranjeros y los propietarios del Hotel Formentor de Mallorca, que en esa época se convirtió en un importante foro literario. Aquella distinción tuvo dos modalidades, el Prix International (que reconocía a un autor de resonancia mundial) y el Premio Formentor (que se otorgaba a una novela presentada por alguno de los editores convocantes y luego era publicada por todos los demás). El premio se ha vuelto a conceder a partir del año 2011 y se entrega en los jardines del Hotel Barceló Formentor.

Los Pobres reciben a los pobres...

«Sólo 10 de los 193 países del mundo albergan a más de la mitad de las personas refugiadas. Unos pocos países se ven obligados a hacer mucho más de lo que les corresponde, sencillamente, por su proximidad a zonas de crisis. Esta situación es intrínsecamente insostenible y aboca a un sufrimiento y miseria intolerables a los millones de personas que huyen de la guerra y la persecución en países como SiriaSudán del SurAfganistán Irak», ha afirmado el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty. Para Shetty es hora de que los líderes políticos entablen un debate serio y constructivo sobre el modo de ayudar a las personas obligadas a abandonar sus hogares y que tan solo representan el 0,3% de la población mundial.

De acuerdo con Amnistía Internacional y cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), los cuatro países que albergan a más refugiados son: Jordania, más de 2,7 millones, seguida de Turquía, más de 2,5 millones, Pakistán, 1,6 millones, y Líbano con 1,5 millones. La lista de 10 países se completa con Irán (979,400), Etiopía (736,100), Kenia (553,900), Uganda (477,200), República Democrática del Congo (383,100), y Chad (369,500).

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