Gilles Lipovetsky presenta 'De la ligereza', su reflexión sobre esta condición que ha embargado la vida de las personas.
La sociedad contemporánea pone en valor al individuo, cierto, y le da más poder sobre sí mismo para decidir sobre su vida, pero al mismo tiempo aumenta su fragilidad, lo estamos viendo con los índices de depresión o estrés. Y es que en las sociedades antiguas la educación dura te preparaba para vivir en un mundo difícil.
Hoy, les educamos dulcemente, queremos que los niños sean felices y no les preparamos para lo difícil, para lo que Freud llamaba “el principio de realidad”. También hay una razón estructural: en esas sociedades tradicionales no se planteaban preguntas sobre la organización de la vida porque se organizaba como lo habían hecho los padres. Hoy las tradiciones han perdido su fuerza y cada uno debe construir su vida, desde la educación a la alimentación. Y eso es duro.
P. ¿Nos equivocamos al abrazar tanta ligereza?
R. No nos equivocamos, es inevitable, es el precio de la libertad. Hemos ganado la libertad de elegir y hemos perdido la seguridad de no tener opciones. La pareja, por ejemplo, también se peleaba sin plantearse otra cosa y ahora te planteas separarte. Hay una segunda capa. Si antes no eras feliz no hacías nada. Hoy miras en la educación, la vida amorosa, el trabajo, la salud como territorios en los que tomar decisiones.
La sociedad individualista te ofrece condiciones de vida ligeras (placer, turismo, bienestar, tecnología) pero la vida es un peso. El consumo es ligero pero se vuelve una carga, se vuelve un trabajo si el presupuesto no es tan grande como tus necesidades.
P. Usted no está de acuerdo con que la levedad del ser sea insoportable, como escribió Milan Kundera.
P. Describe también cómo se han perdido las estructuras colectivas: la religión, la familia. ¿Ya no tenemos estructuras grupales?
R. Lo que se ha minado es la organización y las imposiciones colectivas de la vida. Antes por ejemplo la Iglesia decidía por nosotros. Eso no significa que hayan desaparecido las instituciones, pero ya no dirigen nuestra vida. A su vez hay nuevos colectivos: las asociaciones, la cooperación, el gusto por la política, pero de otra manera. Ya no está el marco de Iglesia, partidos, Estado y familia. Antes no te podías divorciar porque la familia era más importante que el individuo. Ahora el individuo es más importante que la familia como institución. Eso es la individualización. Pero se subestiman otras formas de colectividad: Wikipedia, por ejemplo, escrita por todo el mundo sin retribución ni interés personal, es muy interesante. El individuo obsesionado por su placer no se desvincula del exterior. Hay generosidad, hay empatía, pero en la sociedad individualista las instituciones colectivas ya no nos dirigen, esa es la diferencia.
P. ¿Y los partidos han sabido adaptarse? ¿Qué papel están haciendo en ese desdibujamiento de las instituciones?
R. La política del espectáculo se ha extendido, los políticos nos hablan de su vida privada, intentan ser próximos y simpáticos... Pero si hay un dominio que ha fracasado es la política. La gente está disgustada con la política y el disgusto no es ligero. La política no es ligera. El paro en los países del sur se debe al fracaso de la política, no es una fatalidad. Otros países como Suiza, Alemania, Dinamarca, Austria no tienen ese paro y es la política la responsable de eso, no es el capitalismo.