"Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!" (Salmo 8)
Señor, Dios creador y amante nuestro:
¿Qué voz escucharemos si tu no nos regalas tu Palabra?
¿Qué ojos escudriñaremos si no nos diriges tu mirada?
¿Qué mano cogeremos si la tuya no nos acuna?
Sin ti no sabremos hacia donde orientar la mirada y el futuro,
sin ti nuestros horizontes se abrevian, se hacen egoístas.
Sin ti viviremos una vida plana, inmediatista,
¿Si tu voz no nos eleva y llama a mayor altitud,
que voz nos propondrá desafíos y nos llamará a más?
Contigo el dolor y la alegría tienen sentido y vigor,
la tarde se hace mesa y encuentro.
Eres el Dios de la conversa larga,
ya nadie nos puede llamar locos,
cuando nos vean como que hablamos solos,
no se han dado cuenta que un Dios enorme está a nuestro lado...