Una amiga hace tiempo me manifestó
que ella no creía en Dios porque lo encontraba
injusto, manipulador, sanguinario, castigador.
¿Cómo puedo entender “su voluntad” frente a la muerte de un niño?
¿Cómo puede ser que me “ponga a prueba” de forma brutal mi fe?
¿Cómo oprime a los pobres y destina personas al sufrimiento de por vida?
Ciertamente YO TAMPOCO creo en ese dios
que decide sin contar ni respetar mi voluntad,
que justifica todo lo malo como una “prueba” de la fe…
Yo tampoco creo en ese dios que anula totalmente mi libertad.
Así es Catalina, muchos no creen en Dios,
porque les han presentado a un falso dios.
El dios-juez, el dios-castigador, el dios-lejano…
¿No somos nosotros, los cristianos,
quienes hemos mostrado una reducida
y fragmentada imagen de Dios?
¿No somos nosotros que hemos jugado a los dualismos
bien contra mal, cuerpo contra alma, hombre contra Dios,
acción contra oración, naturaleza contra santidad?
El cristianismo es real, como Dios es real y cercano.
En Jesucristo Dios se hace vida humana,
rostro cercano y profundamente amoroso,
acontecimiento histórico y supra histórico.
En Jesucristo, Dios viene hacia nosotros
para mostrar el Dios verdadero,
el apasionado por la vida humana,
el Dios de la paz, verdad, luz, camino, puerta, acogida.
Nuestro Dios es rostro, mesa puesta, comunidad,
palabra cercana, desafío cotidiano,
consuelo y ánimo en medio de los trabajos,
¿Qué podría ser más que nuestro Padre?
Nuestro Dios es rostro, mesa puesta, comunidad,
palabra cercana, desafío cotidiano,
consuelo y ánimo en medio de los trabajos,
¿Qué podría ser más que nuestro Padre?