viernes, 10 de junio de 2011

¿Es usted un cristiano-neumático?


En la última reunión de comunidad algo pasó
que nos dejó a todos con un sabor a fracaso…
El tema pasó a segundo lugar y hablamos ¿sabe de qué?
De eso, el tema del año: la pedofilia en la Iglesia.

Se hizo agotador, discutimos, nos enojamos.
Carlos indicó que con esto el ya no creía en la Iglesia,
Marisol se lanzó en picada contra el párroco
diciendo que no era pedófilo, pero que era un autoritario atroz.
Ximena, por otra parte defendía la santidad de los sacerdotes
y su rol de pastores y nexos entre el cielo y la tierra.
Jano, que observaba pacientemente,
de pronto se convirtió en metralleta:
¡Tenemos que reclamar y exigir a los curas y obispos
que sus prédicas y sus actos sean fieles al Evangelio!
Yo –continuó- ya no confío, he perdido sentido, fe, pasión…

Uf … que reunión más triste aquella –fue mi pensamiento de salida-

Más tarde me puse a pensar en lo ocurrido
y poco a poco fui descubriendo otros elementos:
Fue bueno haber soltado el dolor y las rabias más intimas.
Fue bueno discutir y exponer todo lo que pensábamos…
pero faltó algo: separar la fe de las personas que comenten errores.
Yo no dejo de ver el fútbol por los futbolistas violentos,
no pongo en duda el maravilloso servicio de los bomberos
por dos o tres de ellos que robaron en una casa incendiada.

Mi fe no puede debilitarse por la debilidad de otros.
En la Iglesia siempre han habido hay y habrán malos testimonios
¿Acaso eso debilita la presencia de Jesucristo como Señor resucitado?
¿Acaso eso convierte a la Iglesia en un nido de ratas?
¿No ha sido ella quién nos ha fortalecido en la fe?

Creo que nos falta aire y culpamos a los curas de nuestras debilidades.
YO, USTED, señora, señor, los laicos, somos Iglesia viva
tan vital e importante como el párroco o el obispo.
Somos co-responsables de ella, si pese a que algunos no nos tomen en cuenta.

Pero no siempre nos damos cuenta de la falta de “aire”
en nuestros neumáticos, en nuestra vida de fe
y culpamos al empedrado y a la carretera de nuestra mala dirección.

“Pneumatiko” del griego, es todo aquello
que se relaciona con la vida del Espíritu.
Neuma, proviene de la etimología griega
que significa soplo, aire, respiración, vida.

San Pablo habla del hombre pneumático,
es decir de la persona espiritual,
capaz de abrirse a realidades trascendentes
y de vivir responsable y maduramente su fe.

Una mujer o un hombre que son cristianos-neumáticos
se hacen dueños de sus pasos,
no son guiados de la manos de otros
deciden seguir a Jesucristo por opción, nunca por presión.

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