sábado, 15 de noviembre de 2008

Los idiomas del vértigo cotidiano...




 



CUANDO EL CAMINO HABLA (2º artículo de 21)

 

Hay días locos, este era uno de esos. Camino a casa… el infierno y la tensión de caminos por arreglar, de mujeres y hombres cansados tras doce horas de trabajo… yo uno más, pero agitado por llegar a una posta para que me vieran un dolor fuerte al pecho… no sea que no sea un dolor imaginario en un acto hipocondríaco…

 

Que largo era el taco aquella noche, una fila interminable de autos y de locura ciudadana. ¡bienvenido a la ciudad de los huevones! me dijo la voz interior, aquí la gracia es que vamos todos contra todos... concluyó.

 

Detrás mío un taxi no dejaba de hacerme pestañear  sus luces para apurar mi avance ... ¿por donde avanzar si vamos en esta columna de ovejas silentes? Insistía. Frené en seco, sobre mi asiento giré entero y lo quedé mirando por unos  segundos hacia atrás,  deseando trasuntar en mi rostro un fiera que no era mío.  El hombre avezado en estas lides ni se inmutó.

 

En cada esquina nos asaltaban choferes histéricos que deseaban incorporarse a esta procesión de locura. Allí, entre detenciones y breves avances, la temperatura de autos  y conductores subía rápidamente,  en la misma medida  mi dolor aumentaba y la presión del pecho empezaba a transformarse en dolor punzante.

 

Tal fue mi desesperación que en una nueva y larga detención tomé el  celular y llamé al 133 ¡Carabineros de Chile, buenas noches!

- me contestó en seco una voz metálica-

 Buenas noches Señor, le  contesté y enseguida solté el volcán interior que me encendía:

¡Señor, no se han enterado que toda Vicuña Mackenna es en este momento UN INFIERNO. No les han llamado para comunicarles que esto es una selva brutal donde vence quien tiene la carrocería más grande!

Sí Señor, ya hemos enviado un móvil para allá - fue la metálica respuesta.

¿Y me podría decir donde está su móvil, pues llevo cuadras y cuadras y aún no veo ni un sólo carabinero?  -agregué casi gritando-

Disculpe Señor, me dijo, pero en esas condiciones yo no puedo seguir hablándole... ¡y me cortó!

¿Qué podía hacer? ¿Volver a llamarle? ¿Y si me acusaba de ofensa a la autoridad?

 

No tenía alternativa, seguí por Vicuña Mackenna, buscando ayuda de emergencia para este dolor que se me complicaba.  Me sentí desubicado, no me parecía conocido este lugar, la última vez me pareció verlo más cerca... y mi dolor me perseguía, golpeando en el centro-centro de mi pecho.

 

Al fin llegué, tras una hora veinte de un  taco digno de una ciudad-laboratorio que experimenta el grado de tolerancia de sus ciudadanos. Poco a poco la luz de emergencia de la clínica se me acercaba.

 

Jovencita la doctora-me consolaba para mis adentros-, duro poco mi agrado pues al momento entró una  enfermera amplia, gordita, contundente  termómetro en mano, el que antes de poder responder a su saludo ya me lo había encajado en la axila. 

La acompañaba una auxiliar chiquita. Buenas noches le dije - a lo que,según entendí, movió su cabeza en señal de saludo.

¿No habla la señorita?

-consulté dirigiéndome a la gorda principal-

No, si habla ¡y viera como habla!

-contestó simpáticamente-

Al momento entró la joven doctora,

me tomó la presión y me auscultó por delante y por detrás… yo en silencio, entregado.

Luego vino el show de ¡quítese la ropa y póngase esta batita!... todo por un simple dolor de pecho -pensaba-

¡No lo haré! -le dije con seguridad a la gorda que observaba bata en mano-

Muy bien entonces lo llevaremos bajo sus condiciones y usted se hace responsable de lo que pueda  ocurrirle... de allí a la ambulancia y a correr a la clínica que quedaba a cinco minutos de mi trabajo... de vuelta a la locura del tránsito, pero ahora con escándalo, ulular, saltos entre autos, subidas a la vereda... y yo sentado en acostado en una camillita, de terno y corbata... si tenía que morir en el intento, por lo menos con dignidad, para qué les cuento más...

EL IDIOMA ESPAÑOL Y SU INCIDENCIA EN EL MUNDO. Nueva serie de 21 artículos...


EL 

IDIOMA 

ESPAÑOL 

Y  

SU

 

INCIDENCIA 

EN 

EL

MUNDO.

 
El idioma lo han caracterizado como la lengua común de un pueblo o nación, un modo particular de hablar en determinados sitios, por ejemplo el idioma militar, el idioma de la corte.
El idioma  es comunicación, enlace, una piedra tras otra puesta en el rio para llegar a tu rivera.
El idioma es un cuadro siempre recién hecho, que expresa mi yo interior, mi afecto, mis negaciones, mis limitaciones, mis pobrezas y riquezas.

El idioma es puerta que permite el acceso a mundos mágicos del arte, de la expresión, de la música, de la palabra escrita, cantada, esculpida, recitada.

El idioma no es sólo un sistema linguistico  abstracto.

 

¿Qué hermoso misterio este don del lenguaje?  

Me abre a la realidad desconocida del otro, me lleva por rutas de profundos contenidos. Al decir que “te quiero” (Verito), no traspaso ocho letras a tus tímpanos, soy todo yo que me transformo en palabra que ama, en acto que desde la palabra se abre a la caricia, al abrazo.

Me emocioné al escuchar las primeras palabras de mi hija, sus juegos linguísticos que aveces me parecen más lógicos que los términos que usamos los adultos. Por ejemplo al cigarro lo bautizó como “fumarro”  ¡Bien Natalia, así vamos haciendo vivo este lenguaje que nos entrega vida!

Así hemos ido inventando el lenguaje, las palabras que expresen mejor lo que deseamos comunicarle al otro. Vamos  buscando signos y contenidos para entendernos y ponernos  de acuerdo en lo que quiere decir.

Son miles de palabras las que usamos, el diccionario publicado por la RAE (Real Academia Española) el año 1992 incluyó 93.000 vocablos, de las que 14.000 son palabras de uso restringidas a América Latina, las demás las comparte con el uso de España. En este mismo diccionario se entregan 1.700 chilenismos.  ¡Tanta palabra y cuánta lucha de la RAE por mantenernos en la línea para respetar las palabras y sus significados, y sin embargo vivimos incomunicado. 

El diccionario de la RAE publicado el año 2.000, eliminó aquellos términos que se han dejado de usar y se agregaron aquellos nuevos que por uso entre la gente se han popularizado y han pasado a ser de uso común. Algo parecido ocurrió con aquella palabra que aún para nosotros tiene connotacion de garabato, pero que de acuerdo al Diccionario de la RAE se ha ganado el reconocimiento como vocablo oficial español, en la pag. 798 d se indica: “HUEVON, NA. Adj.vulg. Amér. Lento, tardo, bobalicón. ingenuo.”

 

 

Pero la lucha de las lenguas no es sólo en mi país, la UNESCO ha afirmado que para el año 2.050 los idiomas del mundo tenderán a reducirse y no quedarán más de siete grandes lenguas. Esto obligará a los pequeños grupos de otros idiomas tendrán que ser bilingues, como ya ocurre en muchos países, donde se habla la lengua nativa junto al español en forma cotidiana. Impresiona especialmente en Paraguay el respeto por la GUARANI, lengua que se valora tanto en la relación diaria como en los medios de comunicación.

En occidente los idiomas que dominarán serán en primer lugar el INGLES, luego el ESPAÑOL y en tercer lugar el PORTUGUES.

 

El Español en el mundo lo hablan mas de 400 millones de personas. En los países no latinos, destaca Estados Unidos, en donde más de 23.000.000 de personas hablan español, transformándose así en el cuarto país hispanohablante del mundo. En Miami existen en español 14 semanarios, tres estaciones de televisión, en una de ellas Don Francisco ha logrado penetrar las barreras del idioma y ha conquistado el corazón de latinos y norteamericanos.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Buscando el rostro verdadero



EL YO MOSAICO.
Paradójicamente, cada persona nace propietaria de un yo, que debería ir descubriendo, tallando en su propia experiencia; sin embargo nos vemos enfrentados a la lucha de crecer adaptándonos a un yo - mosaico que otros han diseñado, bosquejado para cada nacido: allí están los padres, proyectando sus ausencias, lo que cada uno no pudo realizar, aquellos sueños que no tuvieron despertar; están los profesores "modelando" al alumno cual "arcilla" que debe adaptarse a su sociedad, neutralizando la crítica, el cuestionamiento y la inestabilidad... no pocos se dejan manejar por la idea de que mientras más repetitivo y estandarizado sea el proceso educativo, mayor será su eficiencia... y menores las molestias.
Cada día podemos enfrentarnos a la lucha de dos fuerzas: la que desea descubrir el rostro original, aquella que busca liberarse de estucos, de exterioridades, y aquellas otras fuerzas que desean imponer colores y formas sobre la verdadera realidad... loza que se cae nos la vuelven a pegar .
LA SED ETERNA DE SER VERDADERAMENTE YO...
El esfuerzo por estucar y tapar el rostro original necesita de un "pegamento"... ¿qué pegamentos usamos en nuestra realidad? Uno de los más firmes es la traición: esto se ha hecho siempre así", "nuestra familia siempre ha tenido en sus filas a médicos". Otro "pegamento" son los temores sociales: "el qué dirán si..."; otro, la ley del menor esfuerzo: "no te compliques... síguele el juego, no contradigas, no le pongas tanto"... hay variedad de pegamentos.
 Al fin, ¿ qué conciencia podrá cultivar el hombre si somos macerados en la nulidad del yo, en la engañosa pista de "un destino", en el temor de no hacer nada que se salga de lo tradicional, de lo convencional?
¡Ponerse de pie, en sus propios pies.
 Hoy, aquí en mis alrededores, una persona pequeña, comienza a ponerse de pie... aprende sus primeros pasos, tímidos. Cae cuantas veces quiere, se levanta y cae, pero vuelve, pues nació para vivir de pie.
Contra toda fuerza, nació para vivir de pie. Contra todo obstáculo, nació para crecer de pie. Contra toda violencia, nació para relacionarse de pie. Contra toda opresión, nació para morir de pie...en sus propios pies.
 Hoy juguetea alrededor mío mi hija Natalia.  Aprende el arte de ponerse de pie, que va más allá de caminar en dos pies.
 Un día aprenderá que tiene dignidad ofrecida desde su gestación, pero esta dignidad exige que cada persona asuma su dignidad a escala humana, creciendo en conciencia de pasos, amando con gratuidad y responsabilidad, sufriendo con mirada alta, venciendo sin avasallar, buscando con claridad de metas.
 Es la madurez de quien reconoce que sus pasos son suyos y no los de los adultos, proyectados en su ruta. Un día, Natalia, tus pasos te llevarán de pie por la vida, interiormente de pie, con tu verdad libre de mordazas, con tus opiniones sin muletas, con tus proyectos sin componendas.
 Un día, Natalia, veremos cómo ha crecido tu ruta, cómo has conquistado terreno. Un día irás de pie, en tus propios pies, alejándote de la huella paterna, encarnando tu propio proyecto de vida.
 VIRTUD y VICIO ORIGINAL
 Un día llegó a mi ciudad  un predicador ambulante,
micrófono en mano,empezó a decir:
 “Si quieres seguir a Cristo  tienes que renunciar a ti mismo”.
Y continuó:  “renuncia a tus gustos”,
“cuidado con tanta risa, sacrifica tus descansos",
no dejes que tu cuerpo te domine "
“abandona tus deseos,  elige los deseos de Dios...”.
Mal maestro ...
De tanta renuncia  empezábamos a dejar
de ser nosotros mismos.
No nos dijo que renunciar  a Si mismo,
no es dejar el propio yo, sino los yo aparentes,
aquellos que obstaculizan la plenitud de la persona.
Virtud y vicio original
 Todo mal tiene un inicio.
¿Cuál será el mal inicial, el vicio original?
¿Será la desconfianza, madre de toda división y frontera?
¿Será la envidia, hermana del stress y de la competencia desleal ?
¿Será la autosuficiencia, causal del desprecio y atropello de quienes nos rodean ?
¿Será la soberbia, aquel deseo de ser superhombres y aun de autonombramos dioses?
  • El vicio original es el continuo afán por superar la realidad de lo que somos, para adornar externamente, de lo qué no existe en el interior del hombre.
  • El vicio original me lanza fuera de mí, me subordina a buscar lo ajeno y encontrar en él una falsa plenitud adormecida por la inconsciencia.
  • La virtud original es la capacidad para trabajar la autoconciencia, aquella capacidad para abordarse, conocerse y valorarse en el justo equilibrio.
 La virtud original es la fuerza centrípeta que me lanza hacia mi interioridad.
Tomado del libro “Conciencia de Pasos”, Ed. San Pablo, Santiago de Chile, 1995. Autor: W. Elphick D.

martes, 11 de noviembre de 2008

EN SU CENTRO EDUCATIVO ¿SE VIVE LA CULTURA DE LA CAZA O DE LA LABRANZA? (II)


¿OPTAMOS 

POR 

LA 

CAZA 

LA 

LABRANZA?


En la reflexión anterior comparábamos  la cultura de la caza con la cultura de la labranza y como ellas se expresan en nuestra convivencia.

Una está marcada por la eficiencia y el obtener buenos dividendos, en el goce de vencer a los competidores. pues su derrota engrandece su triunfo.

La cultura de la labranza es de acogida,  bienvenida a los distintos, abierta a conocer la realidad del otro. No tiene necesidad de correr tras una presa desconocida y móvil como hace el cazador, la siembra está allí, no corre ni corremos con ella. 

En la cultura de la labranza, ambos, siembra y labrador, tienen el tiempo y el espacio, tienen el silencio y la quietud para creer en la relación que han establecido.

LA COMPLEJA REALIDAD.

En nuestra calles y ciudades no existe una cultura virginal. Es difícil encontrar en estado puro una cultura de la labranza o de la caza. Existen mixturas de unas con  otras.

En la ciudad conviven distintas estructuras de valores, de motivaciones de vida, existen variedades de razones existenciales. En la ciudad existen cazadores y víctimas, existen labradores, semillas y tierra buena.

Es compleja la realidad de la ciudad y del mundo. Una multi presencia de percepciones y de visiones de lo que es la persona humana, permiten que en nuestra calles conviva un Carlos Chaplín y un Adolfo Hitler. 

Ambos responden a esquemas culturales distintos, ambos pisaron nuestra calles y se relacionaron con nuestras sociedades. Ambos entregaron sus ideales y convencieron a millones: llevando a algunos a la muerte, otros a una convivencia humanizadora.

En nuestras plazas y escuelas conviven ambas culturas. En muchos centros educativos se forman cazadores: instruidas mentes llenas de todas las fórmulas para alcanzar el éxito académico y altos puntajes en las pruebas que cuales vallas de salto alto, se esmeran en superar las marcas de sus predecesores. Son cazadores de metas efímeras: corren tras  un puntaje, el mejor estatus, la mayor imagen posible. Son cazadores tras un éxito vacío de la solidaridad, de la apertura a la realidad de los otros y por sobre todo a la propia realidad interior... no hay tiempo para que el cazador piense en si mismo, lo importante es la víctima, el objeto de la carrera, la meta a cazar.

Así como en algunos colegios se instruye  a expertos para la caza, en otros se forman a hombres y mujeres abiertos a la cultura de la labranza:

- Personas abiertas a LA COMUNION con otros, a vivir la humildad de que  no todo depende de mi esfuerzo. El labrador sabe que requiere del agua necesaria, del sol en la justa medida, de los nutrientes adecuados... si falla uno de estos elementos, peligra la cosecha. Se sabe incompleto, sino cuenta con la participación de otros.

- Personas dispuestas a CREER en OTROS y CREER en EL OTRO,  dispuestos a esperar el desarrollo de los otros y a valorar el trabajo colaborativo.

- Personas que traspasan los pragmatismos, para CREER en que existen niveles de trascendencia humanizadora, especialmente en la persona de DIOS, como el gran OTRO.  Sabe descubrir  la obra constante del creador, pero no se queda sólo en los signos, le han enseñado a descubrir en ellos la mano de quien los ha creado.

- Personas que renuncian a la premiación inmediata, que trabajan la espera por lo que desean, que se esfuerzan por la búsqueda de sus metas. El labrador es un canto a la ESPERANZA,  antes de plantar la semilla hace un acto profundo de fe, confía en que esta semilla no se perderá.

- Personas que disciernan, que analicen, que cuestionen. El labrador se abre a la grandeza de la creación, es un investigador de los signos de la naturaleza, descubre en  ella cuando vendrá el momento de la lluvia o cuando será el momento en que esta termina... hoy se requieren personas críticas, que detecten las falencias de los grandes cambios y sean capaces de sugerir caminos humanizadores.

- Personas capaces de PERSEVERAR , responsables de iniciar y terminar una obra. Ningún labrador planta la semilla, pensando en abandonarla.

EN ESTE MERCADO, TRABAJAR POR EL  RETORNO AL VALOR DEL SER HUMANO.

Ciertamente no podemos cambiar el modelo imperante, poca influencia tenemos. Pero nuestra mayor fuerza está en el trabajo de la geografía interior, en la conciencia de que algo anda mal en nuestra sociedad, en que se enfatiza la fuerza de la caza, por sobre la sencillez de la siembra. 

Allí surge la mirada de un colegio humanizador que siempre tiene algo más,  tiene sellada a fuego una determinada visión de persona y de sociedad. Es una propuesta precisa y desafiante que no se tranza en las dinámicas del mercado, no se deja seducir por las exigencias de la “caza educativa”, en donde la persona tiene el riesgo de perder su sentido y alegría de vivir.

La pregunta esencial hoy ¿qué diferencia a nuestro trabajo, respecto de otros que participan en este mercado educativo? ¿Qué aporte específico estamos dando a la sociedad?

No podemos negar el principio de calidad educativa, pero nunca desde la perspectiva del “mercado”, el mismo que Juan Pablo II nominó como “capitalismo salvaje”. La entenderemos como un espacio para potenciar nuestros sistemas de gestión al servicio del crecimiento, de la participación y la comunión de (todas) las personas que conviven en el colegio. Un colegio de Iglesia también busca la excelencia, pero no centra su discurso sólo en las exigencias académicas... va más allá: cuida primeramente su PEI, sus postulados organizacionales, su esencia vital, sus sueños de refundación de la ciudad sobre pilares evangelizadores. Va más allá, analiza las motivaciones de sus profesores, el testimonio coherente, los objetivos, sus contenidos, sus metodologías, la satisfacción de los alumnos y apoderados, su equipamiento, su estilo de gestión, etc.

Esta mirada, es tan distinta a la del mercado. La meta de un colegio humanizador es la plenitud de la persona, la excelencia personal, el desarrollo de sus mejores energías y potencialidades. ¿Es la búsqueda de los mejores aprendizajes y mejores puntajes? También, pero nunca solos, siempre acompañados del desarrollo de las propias competencias y de las potencialidades que cada uno tiene que entregar.

No es la cultura de la codicia (tener y retener).  No es el éxito de la competencia de unos sobre otros, que marca el modelo imperante. Sí, es la competencia contra las limitaciones personales,  contra el bien individual  que anula el  bien común, contra las exigencias de productividad y eficiencia exenta de humanidad. Allí está la integralidad de la educación: personas eficientes, habilidosas, capaces, pero también abiertas desde su interior a la vida plena que surge desde el evangelio.

¿Cómo se expresa la cultura de la caza en nuestros colegios?

Pragmatismo, énfasis en los resultados; competitividad entre colegios, lucha por demostrar que somos mejores que el colegio vecino; marketing fantasioso,  mayor desarrollo del efecto e impacto imediatista; poca paciencia por los alumnos con características especiales (con mayor incidencia del hemisferio derecho, por ejemplo); exigencias de permanencia en el colegio, sobre logro de notas mínimas; expulsión de alumnos repitentes;  sobrevaloración de los ranking (tipo champion nacionales de colegios); temor al futuro económico; discriminación en instancias de ingreso de alumnos.

¿Cómo se expresa la cultura de labranza en nuestros colegios?

 En la pedagogía de la esperanza frente al desarrollo del alumno, fe en el futuro del alumno; evaluación para el crecimiento, no para la medición bancaria, ni para una mirada autópsica; metodologías centradas en el alumno; relaciones colabotarivas entre colegios; ambiente de confianza y acogida; respeto por los ritmos de desarrollo del alumno; paciencia frente al derecho a equivocarse; confianza en que los resultados y la “pruductividad” académica  “son la añadidura” de nuestro trabajo, pero que estarán vacíos si no tenemos una persona con plenitud y sentido de vida;  acompañamiento relevante de los alumnos, partiendo de su vida, de sus necesidades; trabajo por el PPV (Proyecto Personal de Vida), a partir de sus sueños y esperanzas, etc.

EN SU CENTRO EDUCATIVO ¿SE VIVE LA CULTURA DE LA CAZA O DE LA LABRANZA? (I)


¿GENTE DE CAZA O DE LABRANZA?

¿Cómo estamos viviendo al interior de nuestros centros educativos? ¿Somos generadores de ambientes de encuentro y acogida o más bien nos concentramos en el individualismo, la desconfianza, la competencia de unos contra otros?


Lo anterior lo podemos graficar en dos conceptos: ¿Estamos trabajando por una cultura de la caza o de la labranza?  Este puede ser un material que nos ayude a humanizar un poco más nuestra dinámica interna del centro educativo, como también entre los centros en general y de alguna manera se vincula con la reflexiones que hemos redactado sobre la codicia en este mismo blog.

Estamos en el ojo del huracán, nuestra generación está viviendo una de las dinámicas más brutales de todos los tiempos: una época de cambios globales, un tiempo de oportunidades y de incertidumbres, una pugna de principios y valores que van definiendo una nueva forma de humanidad.

Al leer este artículo usted podrá reflexionar cómo este impacto se refleja en las organizaciones educativas, influyendo fuertemente en su propio estilo de acción directiva.

NUEVOS TIEMPOS, NUEVAS DINÁMICAS SOCIALES.

¿Que duda cabe que el mercado está condicionando las acciones que tienen que hacer los colegios? ¿Qué duda cabe que los colegios con altos ideales, incluidos los confesionales, se ven inmersos en un ambiente en donde las propuestas de sus Proyectos Educativos se ven tensionadas y en ocasiones deslavadas?

Los colegios están insertos en  la globalización y sufren el impacto de la irrupción de las dinámicas del mercado.  Allí  la educación tiende a caer en la seducción mercadista que le ofrece sus nuevas estrategias: énfasis en la competencia y la eficiencia, sed por cubrir “nichos” del mercado, pánico a perder espacios de competitividad. Al igual, se ve afectada por sus consecuencias: dinámicas internas competitivas, recelo del cercano, tendencia al trabajo individual, concentración del ser y del poder en unos pocos, exclusión de los débiles o faltos del nuevo ritmo competitivo,  tendencia a centrarse en resultados más que en procesos,  diseño de nuevas “estructuras invernaderos” que nos limitan a resolver “mis” problemas , reducción de la tolerancia por los ritmos individuales, estandarización del logro de metas,  trastoque o adormecimiento de valores, etc.

El mercado asfixia, mata y expulsa a quienes no logran competir y tener éxito en sus dinámicas. Casi siempre los pobres no llegan en esta carrera. Entendemos por “pobres”, aparte de los sociológicos, a los académicamente pobres, los disrruptivos, los desaptados,  los que cargan problemas de adaptación, los menos agraciados, etc.

En este contexto se requiere de la utilización de las dos manos del Evangelio: Sean pacientes como palomas y astutos como serpientes. Esta astucia nos debe llevar a discernir los signos de los tiempos, a cuestionar profundamente los cambios culturales que vivimos, un diálogo sin restricciones sobre la vivencia de nuestra identidad y de nuestra gestión directiva, que nos hagan actuales y permanentes nuestras razones fundacionales de ser colegios efectivamente que trabajan por el desarrollo de la integralidad del alumno, atentos, vigilantes a dar testimonios de ser profetas que anuncian la Buena Nueva en la educación y que denuncian todo lo que provoca una distorsión del sentido educativo producto de esta visión economicista y productivista de la gestión de un centro educativo en que nos vemos inmersos.

VIVIENDO LA CULTURA DE LA CAZA.

El cazador (del latín cazar= captiare, captare, coger) es quien busca y sigue a sus victimas para darles caza usando la técnica de la sorpresa y la violencia para coger a su presa y matarla.

El ritmo del cazador es  impaciente e instantáneo. En el momento de poner la bala sobre su víctima, obtiene un producto crecido y maduro, listo para llevar a la cocina y a la mesa.

Un cazador no se preocupa del ritmo del crecimiento de las aves a las cuales caza, le basta encontrarlas y atacarlas.

La cultura  de la caza se expresa en la competitividad, agresividad y en niveles crecientes de violencia. En nuestros ambientes fácilmente se pasa de una “competitividad profesional” hacia ejecutivos “agresivos” capaces de vencer en la jungla de los negocios cada vez más  exigente.

Esta cultura es pragmática, para ella importa lo  inventariable, lo tangible. Ha hecho de la frase “más vale un pájaro (MUERTO) en la mano, que cien volando”, el motivo central de su filosofía, logrando reducir así ,  su capacidad soñadora, su facultad para creer y esperar.

La cultura de la caza es la cultura del movimiento, del vértigo, de la angustia del tiempo. Requiere trasladarse, y correr, requiere consumir kilómetros en un breve tiempo. Luego debe esconderse hasta encontrar el momento adecuado para coger su presa. Esta cultura perdió la capacidad de vivir el OCIO, el que vive el hombre capaz de percibir su entorno y de mirar y ad-mirar lo que le rodea. Está preocupado sólo del NEGOCIO (neg-ocio, negación del ocio), de la productividad y la eficiencia.

La cultura de la caza vive de la superficialidad, no establece contacto con el ambiente por el que corre, no tiene el tiempo para crear lazos. Su signo es la capacidad para pasar por las personas y las cosas, sin detenerse ni vincularse.

Un rasgo brutalmente explícito de esta cultura es la necesidad que se experimenta por la inmediatez del producto, se trabaja con insumos, los cuales se tratan de recuperar prontamente. La instantaneidad de los resultados ha llevado a incentivar el logro de los fines, desantendiendo la coherencia de los medios: la norma es llegar a los resultados a cualquier costo y con todos los medios a los cuales se pueda acceder.

En la cultura de la caza, la eficiencia está marcada no sólo por el hecho de usar bien los recursos y obtener buenos dividendos, sino en el goce de vencer a los competidores y mostrar sus errores, pues su derrota engrandece su triunfo.

POR EL DESARROLLO DE UNA CULTURA DE LA  LABRANZA.

El labrador (del latín laborator, laboratoris) es quien trabaja la tierra y el cultivo de los campos o sementeras, es el hombre o la mujer que ha desarrollado su capacidad de creer en la semilla. Es el hombre de la ESPERANZA en que sus trabajos brindarán los resultados que espera. Cree, aún sin ver el fruto de su siembra.

La cultura de la labranza o de la siembra se expresa en la capacidad soñadora. Quien planta una semilla está obligado a esperar y en ese tiempo está llamado a creer en el bien que traerá esta nueva simiente.

Quien labra la tierra se hace responsable del proceso, cuida, acompaña el crecimiento.

El crecimiento del fruto no es instantáneo, la planta madre debe vivir distintos procesos: primero un pequeño almácigo, luego será llevada a la siembra en la tierra grande, después saldrán los brotes pequeños. Un día serán fuertes, crecerán junto a las hojas y las flores... hasta llegar a la etapa del fruto que se entrega generoso al final de un largo proceso.

 La cultura de la labranza se expresa en medio nuestro cuando se vive el respeto por los ritmos individuales de cada persona: cada paso en su momento y en su lugar.  No se pueden saltar etapas, existe un ritmo natural que se debe respetar. Quien vive esto, aprende a esperar de cada persona la respuesta en su momento, confía, ESPERA que llegue el tiempo en que el otro dará los frutos  de madurez que esperamos.

La cultura de la labranza es la cultura de la acogida, de la bienvenida a todos los afuerinos, a los distintos. Los que participan de ella se dan el tiempo para conocer la realidad del otro, no hay necesidad de correr tras una presa desconocida y móvil como hace el cazador, la siembra está allí, no corre ni corremos con ella. 

En la cultura de la labranza, ambos, siembra y labrador, tienen el tiempo y el espacio, tienen el silencio y la quietud para creer en la relación que han establecido.

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