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Atardecer mirando hacia la Habana, Cuba. Foto: w. elphick d. Feb 2009 |
La voz de Dios es tan potente
que no requiere de gritos, ni de megáfonos.
Ella se oculta en el soplo imperceptible del viento,
en la debilidad de unas alitas de un pájaro nuevo,
en tu pecho enamorado
que canta a un Dios invisible pero perceptible,
en ese sol que por tanto verlo,
ya dejó de ser un espectáculo y un milagro.
w.elphick d.