Con el tiempo descubrí el secreto del Discípulo:
Este Dios cercano me llamaba a subir un nuevo escalón,
me invitaba a pasar de la “experimentación” a la “experienciación”.
El diccionario define el término “experimentar”
como “el acto de probar y examinar en la práctica
la virtud y la propiedad de una cosa”.
Experimentar se deriva de “experimento”.
Por otra parte una “experiencia”, nos dice el diccionario,
es una “enseñanza que se adquiere con el uso,
la práctica cotidiana o el vivir”.
Así yo puedo decir que “tengo experiencias” en el uso de algo.
Con el paso del tiempo este Señor
me hizo descubrir la riqueza del término “experienciar”
(aunque no tenga existencia
en el Diccionario de la real Academia Española).
¿Cómo podríamos definir este acto de “experienciar”.
Primeramente se vincula con una EXPERIENCIA entre personas
y no con un EXPERIMENTO provocador de reacciones.
Es un paso en de cercanía con la PERSONA de Jesucristo.
EL nos hace partícipes de una amistad única,
de una relación que mueve mi vida hacia la esperanza,
hacia el servicio de los Cristos pobres y sufrientes.
Es un nuevo brote en la vida de la fe,
es superar la idea de vivir “experimentos místicos”,
posturas de un grupo u otro,
orientaciones emergentes de la fe,
postulados externos que otros han descubierto
y desean trasvasijar a nuestras vidas.
Son muchos los “expertos” religiosos,
que a modo de gurús modernos
invitan a laboratorios de vida de fe,
propuestas estandarizadas,
diseñadas en computadores y laboratorios.
Es necesario empezar a vivir “experiencias”,
que den espacio para aplicar los conceptos y
que lleven los distintos aprendizajes
a la construcción de caminos nuevos
en donde se susciten “Experiencias”,
actos que se vinculen con la VIDA,
con aquellas aspectos que mueven mi vida.
Se “experimenta” con “cosas”, se ensaya con objetos.
Con las personas se viven “experiencias”,
encuentros en que nos revelamos el uno hacia el otro,
en una interrelación vital, efectiva y afectiva.
Experienciar significa compartir sueños y proyectos,
silencios, diálogos, amaneceres, el pan puesto en la mesa.
Experienciar con Jesús significa acrecentar la oración cotidiana,
esa que surge a partir de la vida, que emociona en la ducha,
que bendice un plato de lentejas, que poetiza un caldillo de congrio,
que humedece los ojos al ver las manifestaciones de Dios en la tierra.
Dios es una persona viva,
no es una “cosa” sujeta a nuestros “experimentos”,
No es objeto de nuestras manipulaciones y búsquedas,
No es el dios de los intercambios:
yo cumplo tus deseos, si tu me adoras y me entregas tus sacrificios…
Dios es una persona viva , un Padre cercano
con el cual podemos interactuar y crecer
en una relación abierta a cambios inesperados,
no previstos por los “experimentadores”…
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