martes, 26 de octubre de 2010

Jesús, caudal de vida (vivencias de una operación IV)

Recuerdo una historia que Don Roberto Calderón, de, Huelquén (Alto Jahuel, Chile),
me contó referente a los canales ... había una tremenda discusión
pues la directiva del canal, no lo habían limpiado a tiempo.
Producto de esto el canal se desbordó inundando casas y campos...


En la historia confluyen dos elementos: el canal y el caudal.
Esta misma experiencia la podemos graficar con nuestro sistema circulatorio:
sangre, venas y corazón forman un sistema perfecto de canales y caudal.


Un buen canal debe estar limpio para dejar fluir el caudal...
una artería tapada con colesterol, obstruye, niega el paso y puede hasta matar.


Un buen caudal requiere de un canal de construcción de calidad
para que los fluidos  y la navegación en ellos no se interrumpa.


Esta maquinita hizo de conectora de diversos "caudales"
que llevaban suero, anti inflamatorios, antibiótico, calmantes...
La humanidad entera le debe la vida a los canales 
que desde la antigua Mesopotamia, la Roma Imperial,
el Perú y muchos pueblos Andinos se abastecían de agua
gracias a canales y acueductos fuertes, limpios, amplios.


En nuestra vida también vivimos la relación canal-caudal:
vamos por la vida llevando kilómetros de canales en nuestro cuerpo
que llevan caudales de  sangre, oxígeno, minerales, nutrientes para vivir.


En nuestra vida de fe también tenemos canales y caudales:
Somos canales de Jesucristo, de su oxígeno espiritual.
Llevamos el aliento de vida del Espíritu para compartirlo con otros.


Jesús es el caudal que nos recorre por entero,
no hay espacio de  nuestra vida en que El no quiera estar.
Jesús limpia, restaura, fortalece y le da amplitud a nuestro canal,
 alimenta y nutre nuestro entendimiento y nos abre a su Palabra.


Pero este canal requiere ser limpiado -dijo Don Roberto-
El nuestro también: de tanta idea falsa o mágicas de la fe,
de lecturas súper ventas como Brian Weiss, 
que escribe de reencarnación y teorías espirituales 
desligadas de un sustento teológico o filosófico.
Debemos limpiar nuestro canal de malezas,
de doctrinas que muestran un dios lejano, juez, castigador,
o de pensamientos laxos que ofrecen un dios permisivo, ligth.


Tu eres Señor nuestro caudal que recorre nuestras vidas,
que nos alimenta y fortifica en esta construcción de una sociedad más humana,
en la que hay que combatir las acciones que matan el corazón humano,
que derraman sangre inocente en los negocios, en la política.
Acompaña nuestros pasos Señor por estos caminos terrenales,
para que los hagamos celestiales, humanizadores, dignificadores.

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