viernes, 20 de agosto de 2010

¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO? José Luis Martín Descalzo

Hace dos mil años un hombre formuló esta pregunta
a un grupo de amigos (Evangelio de San Marcos 8, 27). 
Y la historia no ha terminado aún de responderla.

El que preguntaba era simplemente un aldeano 
que hablaba a un grupo de pescadores. 
Nada hacía sospechar que se tratara de alguien importante. 
Vestía pobremente. Él y los que le rodeaban eran gente sin cultura, 
sin lo que el mundo llama "cultura". 

No poseían títulos ni apoyos. 
No tenían dinero ni posibilidades de adquirirlo. 
No contaban con armas ni con poder alguno. 
Eran todos ellos jóvenes, poco más que unos muchachos,
y dos de ellos -uno precisamente el que hacía la pregunta- 
morirían antes de dos años con las más violentas de las muertes. 

Todos los demás acabarían, no mucho después, en la cruz o bajo la espada. 
Eran, ya desde el principio y lo serían siempre, odiados por los poderosos. 
Pero tampoco los pobres terminaban de entender 
lo que aquel hombre y sus doce amigos predicaban. 
Era, efectivamente, un incomprendido.


Los violentos le encontraban débil y manso. 
Los custodios del orden le juzgaban, en cambio, violento y peligroso. 
Los cultos le despreciaban y le temían. 
Los poderosos se reían de su locura. 
Había dedicado toda su vida a Dios, 
pero los ministros oficiales de la religión de su pueblo 
le veían como un blasfemo y un enemigo del cielo. 

Eran ciertamente muchos los que le seguían 
por los caminos cuando predicaba, 
pero a la mayor parte les interesaban 
más los gestos asombrosos que hacía 
o el pan que les repartía que todas las palabras que salían de sus labios. 

De hecho todos le abandonaron 
cuando sobre su cabeza rugió la tormenta 
de la persecución de los poderosos 
y sólo su madre y tres o cuatro amigos más le acompañaron en su agonía.

La tarde de aquel viernes, 
cuando la losa de un sepulcro prestado 
se cerró sobre su cuerpo, nadie habría dado un céntimo por su memoria, 
nadie habría podido sospechar que su recuerdo perduraría en algún sitio, 
fuera del corazón de aquella pobre mujer -su madre- 
que probablemente se hundiría en el silencio del olvido, de la noche y de la soledad.

Y... sin embargo, veinte siglos después, 
la historia sigue girando en torno a aquel hombre. 
Los historiadores -aún los más opuestos a él- 
siguen diciendo que tal hecho o tal batalla ocurrió 
tantos o cuantos años antes o después de él. 
Media humanidad, cuando se pregunta por sus creencias, 
sigue usando su nombre para denominarse. 
Dos mil años después de su vida y muerte, 
se siguen escribiendo cada año más de mil volúmenes sobre su persona y doctrina. 

Su historia ha servido como inspiración para, 
al menos, la mitad de todo el arte que ha producido 
el mundo desde que él vino a la tierra. 
Y cada año, decenas de miles de hombres y mujeres dejan todo 
-sus familias, sus costumbres, tal vez hasta su patria- para seguirle enteramente, 
como aquellos doce primeros amigos.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¿QUIERES COLABORAR CON ESTE SITIO? OPINA!!

Artículos más leídos en última semana

Libro de Winston H. Elphick D.

Libro de Winston H. Elphick D.
Disponible venta en AMAZON.COM

Estamos en Creative Commons

Licencia Creative Commons
Winston Elphick.net está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 Unported.

Somos parte de Creative Commons Internacional

Contra lo que piensan algunos que NADA es gratis en la vida, creemos que TODO es un regalo, un don de la Vida, los Amigos, Dios...
Por eso este sitio tiene Licencia Creative Commons Internacional: Puede usar los escritos con total libertad, sin pedir permiso... el conocimiento es un regalo que entre todos construimos.

FORMANDO REDES, PERO PARA ALGUN CAMBIO SOCIAL!!


Artículos anteriores

¿Buscas algún tema? ¡AQUI!