
Viajar significa llevar en las maletas, además de lo tradicional, un conjunto de expectativas, de una mirada soñadora.
Cuba, a la distancia me sonaba como un reducto comunista, infranqueable y adormecido por una constante propaganda, en fin, llevaba también el sueño de recorrer una escuela y poder conocer el milagro cubano... ¿cómo lo hacen para tener tan buenos resultados en la educación de su gente?
Armamos maletas y nos fuimos.
Al llegar sentí en la aduana un recuerdo a la vieja dictadura, no me llamaban a pasar, sino que me ordenaban pasar a tal ventanilla. Mucha ropa verde, miradas escrutadoras, timbres en pasaporte y ya estábamos en Cuba.
¿Te fijaste en el perro que acompaña este texto? Es un trabajador en el aeropuerto de La Habana, me impresionó su relajo... claro, pensé para mí, es la actitud típica del cubano, relajo total, operado de los nervios, capeando el calor...
Luego cuando la veo ahora, he descubierto otra cosa: su mirada. Fíjate en su mirada ¿Ves algo de mirada perdida, de mirada con nostalgia?
Ideas mías no más, pero esa mirada se me repetiría en días más tarde...
Vivimos muchas experiencias de una potencia enorme, la iré relatando desde mi óptica