miércoles, 25 de marzo de 2009

Yuri y el «Arroz Congrís» Cubano.


La familia de Yuri nos invitó a comer en su casa. Cuando lo hizo, yo tenía mis dudas de poder ir, esa era nuestra última noche en Cuba... temía comer algo que hiciera molesto mi viaje al otro día, en fin. Aceptamos.

El mismo día de la invitación, le dije a mi señora que creía mejor no ir... -si te parece- me dijo en un tonito de esos...

Tomé el teléfono y empiezo mi discurso con total seguridad: Yuri, te llamo porque nos surgió un inconveniente y no podremos ir hoy por la noche. Del otro lado Yuri me dice: A no chico (con marcado tono cubano), a mi no me haces esto -uf, pensé, esto se complica-

Mira, te cuento- continuó Yuri- Mario (su esposo) hoy ha pedido un día libre, cosa que nunca hace, únicamente para ir a buscarles un poco de puerco, que es muy sabroso ... Mario me mata si no vienen.

Hasta ese punto llegó mis seguridad en la desición. No te preocupes Yuri, estaremos encantados hoy a eso de las 20.00.

Fuimos a su casa, nos esperaban Mario, Yuri y su hija Mary, estudiante de estomatología (Odontología). Un ambiente sencillo, pero muy acogedores. Nos mostraron su última adquisición: un DVD, ya que hasta Raúl Castro permitió que los cubanos los puedan comprar.

De entrada nos ofrecen un café cubano... rico, pero cargadito, acompañado de chicharrones (del puerco que Marío estuvo buscando).

La invitación era a comer el «Arroz Congrís», que se cocina con frijoles negros, todo revuelto. Un símbolo de cubanía en cualquier parte del mundo son los frijoles negros, y es que están siempre presente en la mesa cubana desde  antes de la llegada de Colón a América. 

Además, y realmente como una atención especial, acompañaba el congrís, el puerco en su salsa. ¿Por qué la insistencia del puerco? Simple, porque encontrarlo no es fácil (por algo los cubanos son vegetarianos...en su mayoría). Mario pidió un día libre para ir a buscarlo y poder encontrar unos trocitos ya puestos en la mesa. Si se fija en la foto, al lado de la botella (de jugo hecho en casa) hay dos fuentes, la primera tiene el congrís, la del fondo el puerco.

Fue una cena rica, agradable, en un entorno ciertamente de lo esencial, de centrarnos en el diálogo y el afecto, de mirarnos a los ojos y ver en ellos la bondad y la ingenuidad ante la vida. 

No pudimos despedirnos sin valorar la mesa y la comunión, la simpleza que se logra cuando vivimos la pobreza y nos centramos en la riqueza que viene de las manos, de los ojos, del afecto del otro.

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