
QUERIDO WINSTON
Te agradezco el envío de la presentación sobre la codicia en la convivencia humana.
Me parece igual que a ti, que hay que ponerle reflexión a esto de la codicia
Muchos, como el lamentable artículo que citas, simplifican la conducta humana y animal como si fuera una búsqueda insaciable de tener más.
En primer lugar no es cierto que la conducta humana o incluso animal, se trate sólo de tener y obtener más, eso es desconocer mucho de lo investigado sobre nuestra naturaleza.
Los humanos nos distinguimos, en particular de los chimpancés, en tener una conducta más sociable y altruista, propicia a compartir incluso sin recibir nada a cambio.
Esta ha sido una ventaja competitiva decisiva de la especie y de las sociedades exitosas. De otra manera no habríamos sobrevivido todo lo que la especie fue capaz de soportar. Lo mismo es cierto de las sociedades sanas.
Ojalá la Iglesia difunda estos datos en sus colegios, como el programa emitido recientemente por el National Geographic Channel sobre la característica altruista de los humanos comparados con chimpancés.
Lo segundo, es necesario distinguir mandamientos de Dios y virtud, y no confundirlas con el vicio y el pecado capital:
Lo que se ignora en la entrevista, es la diferencia entre una conducta buena y deseable, como el obtener ganancias de su trabajo y mejorar la vida propia, de su familia y de muchos, (donde se expresan virtudes de la laboriosidad, de la persistencia, del esfuerzo), con el vicio de la ganancia a costa de la verdad y la honradez que es la codicia.
Cuando el hombre por su trabajo, llena la tierra y la domina, la hace fecunda y la pone a su servicio, no hace más que cumplir con el mandato de su creador (Gen 1, 28 - 31) y en ningún caso comete pecado.
Cuando el hombre desea ardientemente crear riqueza, generar una vida mejor para sí y los suyos, dejar huella, crear y dirigir emprendimientos, está manifestando otra vez la semejanza a Dios que el Creador puso en él (Gen. 1, 26).
Me temo que tenemos que disculpar al autor de esas afirmaciones porque debe haber tenido una lamentable educación moral que lo lleva a confundir vicio con virtud. De pasada da la peor imagen de los empresarios.
Creo que los cristianos nos hemos hecho responsables por mucho tiempo de destacar más los pecados que lo positivo de la conducta humana, en particular respecto al amor, el trabajo y la economía.
Sugiero que enfrentemos con fuerza esta nueva barbaridad, aprovechando de mejorar nuestras propuestas de virtudes, siguiendo a Jesús que decía que las virtudes son motivos y caminos a la alegría y también a Aristóteles que decía que son caminos a la felicidad
Algo ha pasado en la educación y la predicación católicas que las personas creen que la virtud cristiana es siempre restringirse y negarse, en lugar de desarrollarse, crecer y multiplicarse.
Veamos cómo podemos motivar el entusiasmo y las virtudes de la generosidad y la perseverancia, propias e indispensables para el emprendimiento. El emprendimiento también requiere otras conductas altruistas, como el cultivo de redes, el compartir y tomar riesgos, apoyar a otros que emprenden iniciativas riesgosas, etc.
Emprender, crear riqueza, innovar, crear empleo, ampliar las posibilidades de las personas y la sociedad son básicamente virtudes, esto es, cumplir la voluntad de Dios para nosotros.
un abrazo
FRANCISCO JAVIER TRONCOSO