lunes, 10 de noviembre de 2008

UN TESORO MAYOR: APRENDER CADA DIA.












LA SABIDURÍA DEL CAMPESINO.

Estando de campamento scout, con un grupo de jóvenes intentábamos en vano encender unos palos para abrigarnos.  Cada uno aplicaba una técnica distinta, unos con un tarro al medio, otros con rollitos de diario, otros con una ventolera que nos ahumaba a todos.
A lo lejos nos observaba un campesino viejo, se nos acercó lentamente y nos dijo con sencillez: si quieren hacer eso, primero deben "alumbrar" los palos.
  

¿Qué es eso de "alumbrar"?, pensé en silencio.
La cosa era simple: "alumbrar" nos demostró el campesino, era prender primero ramas y palos pequeños, con ellos se podría encender los grandes.
  ¿Qué simple, no?  Claro, después de la batalla que habíamos entablado, la cosa de "alumbrar"  primero la leña era simple y obvio.
Todos los del grupo aprendimos la lección, aprendimos
  un nuevo concepto, aprendimos de la sencillez del campesino.

APRENDER DESDE LA POBREZA Y LA HUMILDAD.

El soberbio poco aprende, aprende quien es capaz de reconocer sus limitaciones y pobrezas. Así se aprende cada día. Deslumbrantemente cada día.

Ciertamente se aprende cada día y por tantas fuentes que a veces no nos damos cuenta o no las valoramos.

Se aprende en la escuela, pero también en el trayecto, se prende en el baile, en la fiesta en la oración, en el chiste y la alegría, se aprende mirando el kiosko del diario, se aprende haciendo las tareas con los hijos.

Se aprende al conocer a una persona que nos relata nuevas historias, al encender la televisión (pero sin apagar nuestra cabeza), al caminar y observar los árboles, al discutir y tratar de llegar a acuerdos. Se aprende escuchando a nuestros hijos, observando sus fotolog y comentándolos con ellos.

Se aprende al comprar un libro, aunque sea usado y recordar cosas antiguas que nos enseñaron y también aprendiendo cosas nuevas para hacer mejor nuestro trabajo.

Se aprende a caminar por veredas nuevas y descubrir ese edificio que nos estaba esperando hace más de cincuenta años.

Se aprende en el trabajo, cuando proponemos formas nuevas y simples de hacer las cosas, bajando los tiempos, atendiendo mejor a las personas.

Volviendo al ejemplo, el campesino podría haber recibido una mala respuesta nuestra: oiga déjenos hacerlo a nuestro modo... acabamos de terminar un curso sobre técnicas de campamento.   Sin embargo aplicamos el criterio de "adaptarnos" a sus propuestas: lo escuchamos, valoramos sus palabras, reconocimos nuestros errores y actuamos de una forma nueva... fuimos capaces de aprender una nueva forma de  solucionar  un viejo problema.

Si usted mira en lo cotidiano, podemos vivir aprendizajes desde que nos levantamos. Para que esto sea posible debemos tener una ac-ti-tud favorable para aprender con los otros.

Esta ac-ti-tud se manifiesta en la propia capacidad para:

-       criticar nuestras viejas formas de hacer las cosas.

-       No tener miedo a aprender nuevos procedimientos, arriesgar, inventar, proponer nuevas formas de resolver problemas antiguos.

-       Estar abiertos al cambio, tener la capacidad para aprender algo nuevo  y cambiar.

-       Ser flexibles, adaptarse a la realidad, pero también tener la decisión de cambiar aquellos aspectos que atentan contra la calidad de la vida humana.

-       Comprometernos a que podemos aprender cada día.

  Y USTED: 

Aprender cada día, es la lección número uno del crecimiento personal. ¿Qué aprendió ayer?  ¿De quién lo aprendió? ¿Es capaz de valorar la enseñanza de otros, aún de un desconocido o alguien más sencillo que usted?

 VEÁMOSLO EN LA FAMILIA:

-            Es mejor insistir en que los hijos "aprendan", permítales vivir experiencias de aprendizaje controlado, en vez de nosotros insistir en "enseñarles", en repetir la desiderata cada día.
-            Cuando hablamos menos, nuestros hijos se abren más, nos ven como actuamos o al menos como deseamos actuar.
-            No hay mejor escuela (y la familia es la primera) que aquella que silencia los discursos para dar paso al diálogo, al descubrir en conjunto.
-            Si usted "reta" o reprocha al hijo por haber errado en su actuar, se está generando un ladrillo más para su encierro.  Más importante que el "reto" es motivar en él una reflexión profunda  sobre sus actos, un discernimiento personal. En esto propóngase darle preguntas, más que enseñanzas… la mejor forma de aprender es que cada uno descubra el modo de actuar ( a partir por cierto de orientaciones, de preguntas para su discernimiento).
-            Si él no concluye que lo hecho es negativo, de nada servirán los análisis y retos de los adultos.  En la propia reflexión está la solución. Tenga paciencia… vuelva a tomar el tema en un par de días.
-            Si valoramos el aprendizaje de nuestros hijos, deberemos darles algunas "ventajas":  El tiempo para que aprenda, saber esperarlo, no perder la paciencia tras sus fallos; el derecho al error, a equivocarse y aprender en cada intento fallido y la confianza de que será capaz de nuevas formas de relacionarse y de crecer. 

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